El Consejo de Ministros aprueba hoy la Ley de Igualdad

Ley bonita donde las haya y con un afán de transversalidad digno de encomio. Incorporará el contenido de dos directivas europeas sobre la materia y suprondrá una profunda reforma de varias leyes, sobre todo laborales, ya que pretende hacer real y efectiva la igualdad que en el papel garantiza la ley.

La técnica legislativa de la ley se apoya en muchos casos en recomendaciones o normas sin sanción por incumplimiento aunque prevé que si en cuatro años no se han aplicado esas recomendaciones se evaluará la posibilidad de imponer sus principios con la amenaza de coerción. Esperemos que la concienciación de la ciudadanía, sobre todo de las empresas permitan un desarrollo de la ley de acuerdo con sus elevadas pretensiones y esperemos que se hayan eliminado los tintes sexistas en el lenguaje que incluía el anteproyecto para el que sólo parecían existir "trabajadores" y "empresarios" que estaría bueno que la propia ley de igualdad pecara de lenguaje sexista.

La futura ley garantizará (eso espero) las mismas condiciones retributivas a mujeres y hombres y obligará a que las empresas negocien o incluyan (según su tamaño) planes de igualdad en sus convenios colectivos buscando favorecer el acceso de las mujeres a todas las profesiones y a mejorar su posición. Me llamó la atención que no se refiriera a las administraciones cuando actúan como empresarios, respecto de personas contratadas como laborales, detectando un vacío legal que permitiría (oh, paradoja) que la propia administración "obviara" la ley con sus laborales. Pero, en fin, esperemos que el texto que se apruebe hoy mejore el anteproyecto y si no que la tramitación parlamentaria de la ley solucione sus "flequillos".