sábado, mayo 23, 2020

"La casa holandesa", de Ann Patchett. El 17/2020.

Me pasó a mi con la portada del libro lo que al padre de los protagonistas con la casa que da título a la novela. Me encantó. Y, luego dentro, la lectura no ha sido tan buena como esperaba que fuera, como tampoco lo fue la vida en La Casa Holandesa para quienes en ella vivieron.
Comprar un libro por la portada me pasa a veces y éste, aunque no lo elegí yo (es de los mensuales de Bookish), me enamoró nada más verlo. Y tocarlo, porque las letras del nombre de la autora y el título de la obra están en relieve. Y olerlo, porque huele como los libros deben leer al abanicar sus páginas. Por cierto papel de fibra certificado.
Y además, con ese título, que parece pedir a gritos una imagen de la casa que por extraña no dejamos de imaginar durante toda nuestra lectura, el hecho de que tuviera esta portada me mantuvo intrigada casi hasta el final.
La imagen del cuadro de la chica es una obra de Noah Saterstrom (que estaba sin mi hasta este libro) y no os puedo decir más. Una cosa, no leáis la contraportada, que destripa parte de las claves de la novela. Es preferible dejarse sorprender.
Cuando he dicho arriba que la obra no ha sido tan buena como esperaba no quería decir que no me haya gustado, pero sí que ha habido muchas páginas que me han aburrido. Y me ha decepcionado que los personajes no parezcan evolucionar, pese a que los giros de la historia sí lo vaya haciendo. O por lo menos Danny, que me sigue pareciendo tan infantil como al principio, incapaz de profundizar en la complicada personalidad de su familia y demasiado centrado en lo que él desea como apreciar lo que quieren las personas que le rodean. No es mal tipo pero a veces dan ganas de sacudirlo.
Evidentemente, el personaje central de la historia, aparte de la madre ausente y la mala madrastra, es Maeve, la hermana y casi madre de Danny, aunque sea éste quien la narre.
Cuando la madre de ambos desaparece dejando un halo de misterio, orfandad y abandono en los hermanos, Maeve, mayor que Danny, cuida de él, le protege de Andrea, la madrastra (el prototipo de madrastra, con dos hijas de otro matrimonio, como la de La Cenicienta) y le hace estudiar medicina, aunque sea una carrera que él no desea, ya que todo su afán se centra en comprar edificios para rehabilitarlos y alquilar apartamentos, que es lo que hacía su padre, y aunque la idea de su hermana sea fundirse el fondo para estudios que es lo único que heredan de su padre, que le dejó todo a la madrastra.
La casa se llama "holandesa" porque Cyril, el padre de Maeve y Danny, la compró al banco a precio de ganga cuando la familia holandesa que la había diseñado, decorado y habitado durante años, los VanHoebeek (pronunciado "vanjúbeik"), se arruinaron y murieron sin herederos. Fue un regalo para su esposa, a la que no parece que le hiciera mucha gracia porque, según parece, se marchó a la India abandonando a su familia.
Según avanzamos en la lectura nos imaginamos la casa de una manera, porque resulta muy original, tanto en su concepción espacial, su arquitectura, su transparencia y su decoración. Sí, su decoración, porque Cyril compró la casa con todo lo que contenía: muebles, cuadros, libros... y no se cambia nada ni se le añade prácticamente nada. Incluso en el trato se incluye a Peluche, la hija del antiguo chófer y la antigua cocinera de los anteriores dueños que pasa a convertirse en la niñera de los hermanos, ya que su madrastra no les tiene mucho aprecio.
La historia de la novela es un círculo que partiendo del día que Andrea y sus hijas llegan a La Casa Holandesa, poniendo patas arriba el mundo de los dos hermanos, hasta que, muchos años después, con sus vidas más o menos organizadas, que han pasado como si mentalmente no hubieran evolucionado en absoluto desde su infancia, aparcando el coche cada poco tiempo frente a la casa sin atreverse a más, ocurre algo que revoluciona su existencia y, sobre todo, reexplica totalmente la historia que los hermanos tienen como recuerdo.
Se reescribe casi todo al final y tiene un fin, un poquito moña a mi entender, que cambia nuestra perspectiva totalmente, como les pasa a los hermanos.
Ya digo. No me ha disgustado pero se me han hecho lentos muchos pasajes y Danny me parece un simple de cuidado que no se entera de la misa la media y creo que muchos de los personajes podrían dar más juego y no aparecer tan planos y tan iguales en el tiempo. Pero no esta mal.

miércoles, mayo 20, 2020

"Mis últimos 10 minutos y 38 segundos en este extraño mundo", de Elif Shafak. Libro 16 del año.

La novela se tenía que haber quedado al finalizar los 10 minutos y 38 segundos del título, porque son como dos novelas muy diferentes: una primera parte muy, muy buena, y una segunda mala tirando a malísima. Pareciera casi que las dos partes no fueran obra de la misma autora.
El libro comienza con la muerte de la protagonista. Tequila Leila, prostituta durante gran parte de su vida, ha sido asesinada y arrojada a un contenedor de la basura.
Partiendo de la tesis de que el cerebro humano permanece activo unos diez minutos después de que el corazón se pare, la novela va repasando los últimos diez minutos y 38 segundos del cerebro de Leila (no Leyla, que ella decía que lo prefería con i latina) y en cada minuto seguimos un periodo de su vida, desde su infancia, feliz al principio, su adolescencia, su huida de casa y su comienzo en la prostitución y así hasta que resulta asesinada.
Ella confía en que cinco personas irán a su entierro y, paralelamente a la biografía de Leila, vamos conociendo su encuentro con cada una de esas personas, especiales y raras cada una de una forma diferente, y que, en esa primera parte, desde la perspectiva de la protagonista, nos hacen pensar que se merecerían no sólo los capítulos en los que respectivamente aparecen sino otra novela.
El personaje de Tequila es curioso porque pese a las tragedias que le ocurren desde pequeña no parece perder la fe en el género humano ni en conseguir su propia felicidad, y a ratos parece encontrarla, aunque comenzando el relato con su asesinato no esperamos que ello pueda ser posible, por lo menos a la larga.
La vida de Leila se desarrolla en la ciudad turca de Estambul, que podemos considerar no sólo el marco de la acción sino otra protagonista más de la historia.
Y como ya he dicho toda esa parte del libro me ha gustado muchísimo y visto el resto podría haberse quedado ahí y dejar abierto el final. Pero aparecen las cinco personas que querían de verdad a Leila, sus amigos y amigas del alma, que pretenden darle su último adiós y convierten el final de la novela y una peripecia tragicómica con el cadáver de la protagonista que no me gustó en absoluto y se me hizo tediosa y larga, pese a que ocupa menos de la mitad del libro.
No había leído nada de esta autora y no me sonaba su extraño nombre. Averiguando qué otras cosas había escrito sí que me resultaba familiar el título de "La bastarda de Estambul", aunque no lo he leído. Me lo apunto para otra ocasión porque escribe bastante bien, aunque no me gustara el final de esta obra suya que reseño.

viernes, mayo 15, 2020

"La deshonra de Sarah Ikker", de Yasmina Khadra. Libro 15.

Creo que es lo mejor que he leído en mucho tiempo. Bestial. Hacía años que un libro no me sorprendía tanto. Y no puedo contar mucho sin desvelar la trama porque en su magistral giro final está lo más grande. 
La novela comienza con Driss Ikker durmiendo la mona en un burdel de mala muerte. Es un policía marroquí que ha ido trepando en su carrera, no tanto por sus dotes detectivescas, ni por el éxito de sus investigaciones, como por el hecho de haber sabido buscar su buena sombra profesional mediante el infalible método de arrimarse al mejor árbol posible en cada momento de su vida, siendo una de sus mejores bazas el haberse casado con su mujer, la Sarah Ikker del título, algo más joven que él pero de muy buena familia, sobre todo su padre, que es un pez gordo que imprime el mejor de los empujones a la trayectoria de Driss. En la época que comienza la narración Ikker ocupa un cargo tranquilo en Tánger, ciudad que podría decirse que es otro de los protagonistas del libro.
Pero, como se desprende ya del título y aparece en todas las reseñas del libro, la cosa se tuerce debido a que el policía al regresar a casa una noche encuentra a su mujer desnuda y maniatada a la cama. Un golpe le deja inconsciente y al despertar le informan de que su esposa ha sido violada. La reacción de Driss nos retrotrae a siglos y culturas en las que la violación de una mujer parece ofender más al honor y la honra de su marido que a la liberdad sexual de la mujer, porque el policía se dedica a beber como un cosaco y encerrarse en un burdel hasta que uno de sus subordinados lo rescata. Pero lejos de arrepentirse, recoge a su mujer de la casa de sus suegros y, en vez de interesarse por cómo se encuentra, le niega la palabra y se siente más ofendido y afectado que si lo hubieran violado a él. No comprendemos su actitud.
Mientras, determinado a localizar al supuesto culpable, Driss Ikker se dedica a investigar por su cuenta los hechos, prescindiendo de los mecanismos y procedimientos oficiales y, sobre todo, de sus propios compañeros, de los que no se fía un pelo.
Paralelamente vamos conociendo la vida de Ikker, su personalidad, bastante anodina, la evolución de su carrera, en la que no parece contento con ningún destino; y conocemos a su mujer, guapa, estilosa y de la que vamos pensando que no se la merece su marido, que se dedica a despreciarla y a rechazarla, e incluso a hablar con ella, pese a que la víctima debería ser ella.
La trama se va poniendo interesante, vamos viendo la corrupción imperante en la policía, sobre todo en los altos cargos, relacionados con las altas esferas del país, y llega un momento en que no hay forma de dejar el libro hasta el giro del que hablaba y el sorpresivo final que nos deja en shock, todo ello con la forma de narrar y escribir de Khadra, con su lenguaje duro, directo y cortante como un cuchillo. Me ha gustado un montón. Ya tenía ganas de leer un libro que no me dejara apagar la luz. Muy bueno.