lunes, junio 11, 2018

Vigésimo libro 2018: "Los perros duros no bailan", de Arturo Pérez-Reverte.

Los perros duros no le bailarán el agua a nadie pero yo tampoco hoy a Pérez-Reverte, que espero esté entretenido en Twiter y no tenga noticia de mi blog. Y es que su último libro me ha dejado un sabor agridulce, tirando más a agrio que a dulce.
Leí Online el principio de "Los perros duros no bailan" y me esperaba más de lo que me he encontrado. Esperaba una novela negra con protagonistas perrunos y, aunque mucho de ello tiene, no pasa de ser un divertimento en el Pérez-Reverte aprovecha los ladridos de los personajes de la novela para contar la misma historia de siempre con los mismos personajes estereotipados que le gustan: protagonista masculino, muy macho, con mucha historia a sus espaldas, amigo de sus amigos, terrible con sus enemigos y con principios muy suyos de los que se siente orgulloso y que defiende preferiblemente de manera violenta. Los perros que no reúnen los requisitos de masculinidad perruna los considera maricas o causan risa.
Esta vez el protagonista es un perro, pero salvo por lo forzado de utilizar "ladridos", "lametazos", "chocar la pata"... podría ser cualquier otro de los personajes humanos de otro libro de Pérez-Reverte.
Por contra, los personajes femeninos, las perras del libro, no tienen término medio: si se dejan montar por todos son "putillas" y la que nos se deja montar por cualquiera es una "feminista resentida". Para que una perra merezca respeto tiene que ser única, no sirve cualquiera y por eso en el libro sólo hay una.
Respecto de la historia, no da para mucho, si bien, casi todas las novelas de Pérez-Reverte, resulta entretenida y se lee rápido (también porque es muy corta) pero me molestaban las repeticiones en las frases y comportamientos de los perros, que vale que el perro marque su territorio, pero tampoco hay que decir "aquí estuvo..." cada vez que lo haga. Además, no acaba de decidirse la cosa, si son perros que no dominan el lenguaje de los humanos, cómo es que conocen su historia y sus personajes y casi leen el periódico; pero claro, en los dibujos animados todos los animales hablan, entienden y algunos se comunican con los humanos, aunque resultan en el libro contradicciones bastante evidentes al respecto.
La trama tampoco da para mucho: el Negro, el perrazo protagonista de la historia, con un relevante pasado en las peleas de perros, sabe de la desaparición de un muy amigo suyo y de otro perro que conoce y decide buscarlos. Pronto necesita hacer uso de sus habilidades como luchador, y, aunque desde el principio se describe como no muy listo, no acabo de entender que deba meterse en la boca del lobo para rescatar a sus amigos. Pero en eso consiste la cosa.
Lo que más me ha gustado es la descripción de los personajes: el perro filósofo, la argentina, la novia del perro desaparecido que gusta también al Negro... Lo que menos, el machismo de que hace gala la narración, ya que, aunque sean perros y, como dice el protagonista, no necesiten ser políticamente correctos, no deja de resultar sorprendente la afirmación, pues parece que no fuera concebible una masculinidad que no fuera machista y que la otra posibilidad para los machos sólo fuera hacer el paripé para no parecerlo en exceso.

domingo, junio 10, 2018

Décimo noveno libro 2018: "No me toques", de Andrea Camilleri.

Camilleri no deja de sorprenderme. Y, Dios mío, que me pongo mala cuando pienso la edad que tiene y que puedo quedarme sin mi ración de Camilleri cada cierto tiempo. Siempre quedarán las relecturas, pero no es lo mismo.
Este "No me toques" es corto, fresco, no es de Montalbano y parece que lo haya escrito un Camilleri en plena juventud experimentando con las formas de la novela y no uno nacido en 1925. 
Me gustó mucho, pero me pasó que acabé el libro una noche y a la mañana siguiente no era capaz de acordarme cómo terminaba. Recordaba toda la trama, lo que me llamó la atención el método de investigación, muchas cosas sobre la mujer a la que buscan, pero del final, nada de nada. Tuve que volver al libro y releer el último capítulo para recordar. Y es que el libro lo peor que tiene es el anodino final que da a la historia, por otra parte bastante verosímil si nos atenemos a lo que sabemos de Laura y su trayectoria vital, que en el fondo busca una salida y qué mejor salida que la que Camilleri le da.
La novela narra una investigación policial llevada a cabo por el comisario Luca Maurizi, de la Jefatura de Roma, quien, al contrario que nuestro Montalbano, es concienzudo metódico y constante en sus pesquisas. El libro se ordena en capítulos encabezados por una fecha y avanza linealmente según lo hace la investigación desde el 5 de junio de 2010 al 5 de julio del mismo año con algún flash back a que obliga la lectura de cartas de Laura, pero no es una narración como tal porque los capítulos son entrevistas con el marido, algún amante, una amiga, testigos..., es decir, que son casi todo diálogos, conversaciones, alguna carta copiada literalmente... sin que ello impida que vayamos construyendo un relato de la vida de Laura sin perdernos detalle pero conociéndola como se conoce a las personas, que nunca lo hacemos de una vez y en un relato completo y cronológico, sino por las impresiones de otras personas, sus opiniones, experiencias compartidas o deseos. La estructura es muy buena. Y además el investigador no parece tomar partido ni opinar, se limita a recabar datos, pruebas, noticias y seguir su investigación minuciosamente, para fastidio y enfado de su superior, llegando a conocer qué sucedió y por qué sin prejuzgar nada y, lo que resulta más extraño, sin juzgar a Laura.
Y es que la trama policial tampoco es importante, porque realmente no hay tal, no hay crimen, no hay delito y todo lleva a pensar que estamos ante una desaparición voluntaria, por lo que se trata más de una investigación psicológica para averiguar el por qué de la decisión de Laura.
La novela comienza con el marido de la desaparecida, que es un escritor mucho mayor que su esposa y un poco tontolaba, llamando a la policía porque su mujer, que dijo que se iba a escribir a otra vivienda propiedad de la familia tras uno de esos días en que le mudaba el humor (el lebeche, lo llamaba, como el viento del desierto), nunca llegó a la casa. No teme por su vida ni por su integridad, pero está preocupado.
El policía se va entrevistando con personas que conocieron y se relacionaron con Laura, lee sus cartas, sigue su trayectoria, y, a la vez que él, la vamos conociendo. Sabemos que es culta, que su tesis doctoral versó sobre Fray Angelico, que estaba obsesionada con su "Noli me tangere" (de ahí el título del libro), que tuvo una idea sobre el significado del cuadro que influyó en su propia vida (ya que tuvo una vida amorosa muy activa y libre antes de casarse y a partir de ese momento -salvo alguna excepción- pareció renunciar a su sensualidad), que está escribiendo un libro... y poco a poco nos vamos acercando a la propia Laura. Pero... ya lo dije arriba el final lo vi entre tirando a decepcionante y decepcionante del todo. Aunque, tal vez no. No sabemos si Laura encontrará lo que busca. En cualquier caso, una delicatessen de Camilleri.

Décimo octavo libro 2018: "El crimen del conde Neville", de Amélie Nothomb.

Uno o dos Nothomb al año no hacen daño. Son cortos, originales y no decepcionan, pero al ver que ya en la primera línea aparece una vidente se me vino a la cabeza la de "El cielo ha vuelto" que leí hace poco y estuve a punto de no seguir, que dos videntes en tan poco tiempo podrían acabar con mi paciencia. 
Pero seguí leyendo y al ver que Madamen Portenduère, la vidente, no tenía más intervención en la novela que su pronóstico inicial, me tranquilicé y disfruté del guiño a Oscar Wilde de esta nueva cápsula del genio de Amélie Nothomb.
El conde Neville del título pertenece a una familia venida a menos (su padre por lo menos era abogado, pero el protagonista de la novela no parece dar palo al agua) que está a punto de vender su castillo como única solución para seguir viviendo del cuento, no obstante lo cual, su única preocupación importante parece ser que su última garden party esté a la altura de siempre como el acontecimiento social más grande de las Ardenas belgas que ha venido siendo hasta la fecha. Que bien parece que Neville no sirve para otra cosa que como anfitrión de esa fiesta.
El conde ha recibido una llamada de la vidente porque la noche pasada encontró en el bosque muerta de frío a Sérieuse, la hija pequeña de Neville, a quien ni su esposa ni él habían echado de menos. Tras realizarle algunas recomendaciones para que se interese sobre "las vivencias" de la pequeña, que en su día fue la alegría de la huerta y ahora casi ni habla, Madame Portenduère le vaticina que en su próxima recepción matará a uno de los invitados, pese a lo cual todo irá de maravilla.
Neville se preocupa en primer lugar sobre la causa por la que su hija salió a escondidas para dormir en el bosque, pero enseguida pasa a ocuparse de lo que en realidad le afecta: la posibilidad de asesinar a un invitado en su propia fiesta, delante de la crème de la crème, siendo su condición de anfitrión aquello de lo que más orgulloso está y, sobre todo, no puede dormir pensando en las consecuencias del acto en sí, no precisamente de las consecuencias penales, sino de cómo afectará a su relación con sus iguales el hecho de haber cometido un crimen en público. No soportaría que le dejaran de hablar o le apartaran de la sociedad a la que considera que tiene derecho a pertenecer.
La niña, que es la única inteligente de la casa y atraviesa una adolescencia trágica y desesperada, ofrece una posible salida al dilema de su padre que estudia la muerte de cuál de sus invitados le supondrá menos repercusiones sociales. No os voy a descubrir la aparentemente descabellada idea de Sérieuse pero el padre se lo llega a plantear en serio, si bien los absurdos razonamientos de Neville, bordeando la tragedia, llegan a provocarnos la risa. Sus dilemas morales, su preocupación por las apariencias y el que dirán, por seguir perteneciendo al ambiente nobiliario en el que se nació, a costa de lo que sea, convierten a Neville en un personaje a la vez original y estereotipado y a la novela en un divertimento que incluye una crítica mordaz de ese mundo al cual la Nothomb no resulta ajena.
Muy entretenida, esta novelita admite muchas lecturas. Seguiré leyendo a esta autora que nunca deja indiferente.