domingo, junio 10, 2018

Décimo noveno libro 2018: "No me toques", de Andrea Camilleri.

Camilleri no deja de sorprenderme. Y, Dios mío, que me pongo mala cuando pienso la edad que tiene y que puedo quedarme sin mi ración de Camilleri cada cierto tiempo. Siempre quedarán las relecturas, pero no es lo mismo.
Este "No me toques" es corto, fresco, no es de Montalbano y parece que lo haya escrito un Camilleri en plena juventud experimentando con las formas de la novela y no uno nacido en 1925. 
Me gustó mucho, pero me pasó que acabé el libro una noche y a la mañana siguiente no era capaz de acordarme cómo terminaba. Recordaba toda la trama, lo que me llamó la atención el método de investigación, muchas cosas sobre la mujer a la que buscan, pero del final, nada de nada. Tuve que volver al libro y releer el último capítulo para recordar. Y es que el libro lo peor que tiene es el anodino final que da a la historia, por otra parte bastante verosímil si nos atenemos a lo que sabemos de Laura y su trayectoria vital, que en el fondo busca una salida y qué mejor salida que la que Camilleri le da.
La novela narra una investigación policial llevada a cabo por el comisario Luca Maurizi, de la Jefatura de Roma, quien, al contrario que nuestro Montalbano, es concienzudo metódico y constante en sus pesquisas. El libro se ordena en capítulos encabezados por una fecha y avanza linealmente según lo hace la investigación desde el 5 de junio de 2010 al 5 de julio del mismo año con algún flash back a que obliga la lectura de cartas de Laura, pero no es una narración como tal porque los capítulos son entrevistas con el marido, algún amante, una amiga, testigos..., es decir, que son casi todo diálogos, conversaciones, alguna carta copiada literalmente... sin que ello impida que vayamos construyendo un relato de la vida de Laura sin perdernos detalle pero conociéndola como se conoce a las personas, que nunca lo hacemos de una vez y en un relato completo y cronológico, sino por las impresiones de otras personas, sus opiniones, experiencias compartidas o deseos. La estructura es muy buena. Y además el investigador no parece tomar partido ni opinar, se limita a recabar datos, pruebas, noticias y seguir su investigación minuciosamente, para fastidio y enfado de su superior, llegando a conocer qué sucedió y por qué sin prejuzgar nada y, lo que resulta más extraño, sin juzgar a Laura.
Y es que la trama policial tampoco es importante, porque realmente no hay tal, no hay crimen, no hay delito y todo lleva a pensar que estamos ante una desaparición voluntaria, por lo que se trata más de una investigación psicológica para averiguar el por qué de la decisión de Laura.
La novela comienza con el marido de la desaparecida, que es un escritor mucho mayor que su esposa y un poco tontolaba, llamando a la policía porque su mujer, que dijo que se iba a escribir a otra vivienda propiedad de la familia tras uno de esos días en que le mudaba el humor (el lebeche, lo llamaba, como el viento del desierto), nunca llegó a la casa. No teme por su vida ni por su integridad, pero está preocupado.
El policía se va entrevistando con personas que conocieron y se relacionaron con Laura, lee sus cartas, sigue su trayectoria, y, a la vez que él, la vamos conociendo. Sabemos que es culta, que su tesis doctoral versó sobre Fray Angelico, que estaba obsesionada con su "Noli me tangere" (de ahí el título del libro), que tuvo una idea sobre el significado del cuadro que influyó en su propia vida (ya que tuvo una vida amorosa muy activa y libre antes de casarse y a partir de ese momento -salvo alguna excepción- pareció renunciar a su sensualidad), que está escribiendo un libro... y poco a poco nos vamos acercando a la propia Laura. Pero... ya lo dije arriba el final lo vi entre tirando a decepcionante y decepcionante del todo. Aunque, tal vez no. No sabemos si Laura encontrará lo que busca. En cualquier caso, una delicatessen de Camilleri.

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