sábado, septiembre 30, 2017

Duodécimo libro 2017: "La química", de Stephenie Meyer.

Tiene la portada gris y es lo menos gris de un libro que se publicita como el primer thriller para adultos de Stephenie Meyer y que me gustó cero y menos. No pude con los vampiros; me leí Crepúsculo y cubrí expediente de hematófagos de por vida; no obstante lo cual, no aprendiendo de la experiencia, pretendía que la autora de la saga mejoraría mi percepción de su prosa intentándolo con otro tipo de historias y... que si quieres arroz Catalina, que no.
Ni el personaje, ni la historia, ni la trama. Tal vez los perros.
La protagonista, antigua empleada de un laboratorio del gobierno, cambia de nombre más que de camisa ya que desde que volaron su lugar de trabajo, compañero incluido, vive huyendo de los que antes fueron sus antiguos jefes (que no se cómo alguien confía en ninguna agencia gubernamental americana). Supuestamente es una química fuera de serie especializada en una rama de la disciplina, llamémosla alternativa, que ofrece posibilidades sin cuento en materia de obtención de información en los interrogatorios a la par que es capaz de crear letales métodos de autodefensa químicos que oculta en cualquier pieza de joyería, bisutería o complemento, pese a lo cual. y pese a ser capaz de dormir en la bañera con una máscara antigás para defender una habitación con difusores de sustancias y efluvios que matarían elefantes, luego se deja sorprender de la manera más tonta y se autopone en peligro cada vez que manda un email o se toma un café con el enemigo... o se enamora del tontito guapo del libro que se deja torturar por ella sin protestar.
El libro me pareció aburrido y pesado (que páginas no le faltan precisamente), la trama simple, de persecución y huida porque sí, en plan película yanqui de serie B, pocos protagonistas y unos superperros que menos mal que los contrataron para el libro, que si no la cosa acaba en tragedia.
Pues eso, que igual los fans de la Meyer, que habrán crecido con los crepúsculos, reciben la novela de otra forma, pero a mi no me gustó nada.

martes, septiembre 26, 2017

Bolsa de trabajo para psicólogas/os especialidad educativa en Herencia.

http://herencia.es/wp-content/uploads/2017/01/Bases-Bolsa-de-Trabajo-de-Psic%C3%B3logo_a.pdf

El Ayuntamiento de Herencia (Ciudad Real) ha publicado el pasado día 20 de septiembre la convocatoria pública para la formación de una bolsa de psicólogas/os, especialidad educativa.
El sistema de selección será el de concurso oposición y el plazo de presentación de solicitudes es de veinte días naturales así que acaba el próximo día 10 de octubre. 
Derechos de examen: 35€.
La titulación requerida es la de Grado o Licenciatura en Psicología, especialidad educativa.
Podéis ver las bases y el programa de la fase de oposición pinchando en la imagen de arriba.
NOTA: Con posterioridad admitieron Grado o Licenciatura en Psicología y el CAP o Máster en Formación del Profesorado.

domingo, septiembre 24, 2017

Undécimo libro 2017: "La escritora", de Carmen Conde.

El primer libro de esta autora ("Para morir siempre hay tiempo") no he sido capaz de terminarlo y sigo teniéndolo por ahí pendiente pero éste no está mal para pasar algún buen rato con su lectura y aprender algo sobre los subterfugios del mundo editorial en materia de negritud y falsas autorías. Y es que la protagonista de la novela, Lucrecia Vázquez, se gana la vida escribiendo desde el anonimato en el que prefiere estar debido al síndrome de Tourette que padece, que últimamente parece que no se puede protagonizar una novela negra, policíaca o similares sin padecer algún síndrome o alguna enfermedad mental. Claro, que una persona en su sano juicio suele abstenerse de investigar asesinos en serie y no se pone voluntariamente en peligro cada cinco minutos con lo que acabaría resintiéndose la trama del género.
Lucrecia, que pese a tener la cabeza muy bien amueblada y escribir presumiblemente tan bien como la autora de la novela que protagoniza, acaba tirándose a la piscina de la investigación  criminal dejando atrás su escondida vida de escritora a sueldo cuando descubre el cadáver comido por las ratas de Dana Green, una famosa escritora para quien su editor quiere que trabaje como negra literaria.
La tal Dana, que no ha escrito una línea de su intelecto en sus "thrillers de hermandades y arcanos religiosos", necesita dar un empujón a su carrera en declive cambiando al nuevo mainstreaming del género negro con "protagonista femeninas raras", lo que supone una maravillosa oportunidad para Lucrecia que hasta entonces ha publicado con nombre masculino ficticio novelas negras protagonizadas por un personaje llamado Sam Fisher (una especie de Sam Spade moderno) que se vendían como churros pero sin que nadie la reconociera como escritora. Su editor le promete que si escribe la siguiente novela de Dana podrá publicar con su propio nombre después y Lucrecia acepta, pero cuando llega a la villa del editor donde debe encontrarse con la escritora tramposa lo que encuentra es su cadáver y ahí comienza todo, que vamos de sospechoso en sospechosa, dudando de todo el que aparece por las páginas del libro (que, menos de mi, sospeché de todo quisque), hasta casi la última página.
La investigación policial, que comienza en Santa Creu del Montseny, realmente se atribuye al mozo de escuadra Gerard Castillo (nacido en Madrid como Gerardo de Arteaga Castillo) quien pese a los tics e insultos que el Tourette hace experimentar a Lucrecia lo tiene medio enamorado. No es que sea demasiado creíble la truculenta trama ni la libertad ambulatoria en materia de investigación todo terreno que se atribuye el mosso, que acaba en Galicia como si tal cosa, pero la novela resulta entretenida y muy interesante para sondear entre los entresijos del mundo de la publicación de libros, las modas, los autores, los negros, las envidias... En fin, que está entretenida sin grandes aspavientos.

martes, septiembre 19, 2017

Décimo libro 2017: "Estupor y temblores", de Amèlie Nothomb.

Amèlie Nothomb escribe realmente bien.
No había leido nada de esta autora hasta que tuve noticia de ella en el canal de YouTube de Dina Oltra (ese que siempre comienza con voz cantarina: "hola, soy Dina y esto es Libros y Punto"), una booktuber que me gusta mucho y con cuyas preferencias coincido a veces. Habla muy bien y suele compartir unos puntos de vista muy inteligentes.
Y es que, siguiendo mi innata curiosidad, una temporada me dio por buscar canales de libros para ver si me estaba perdiendo mucho con la moda de Vlogs (así con "V", porque son blogs, pero que en lugar de post de textos publican esencialmente vídeos grabados por los propios "vloggers"), y, sobre todo, los vlogs sobre lecturas que publican los booktubers (que comentan sus lecturas, proyectos de lecturas o todo lo que tiene que ver con libros en YouTube); y estuve moneando por la red hasta que me harté de wrap-ups, bookselves tours, book tags,... pero sobre todo de escuchar a niños y niñas (más niñas que niños) hablando a una endiablada velocidad y a veces casi gritando sobre las decenas de libros que se leen al mes, y con los libros en la mano, que no se de dónde sacan las pelas para comprarlos (aunque imagino que los que dicen leerse más de veinte al mes no los compran, ni tendrán tampoco otra cosa que hacer, digo yo). Tampoco se de dónde sacan las ganas de tragarse tantas sagas y sagas, fantásticas, distópicas, zombis o de amoríos, que no me leería ni con una escopeta a la espalda, que es ver los colorines de las portadas y algunos tipos de letra y me da urticaria. Aunque como cuentan sus seguidores por miles, me imagino a algunas editoriales pisándose las babas persiguiendo sus favores.
Pero entre tanto booktuber para adolescentes y frikis cribé algunos que me parecieron más serios o que simplemente me tocaron más el gusto, que ya no está una para perder el tiempo. Y no es que pretenda que cada libro que lea me despierte como si un puño me golpeara el cráneo, que era el criterio que Kafka consideraba mejor para elegir lecturas, pero tampoco es cuestión de dedicarse a las bobadas a estas alturas de vida, aunque cada uno que lea (o vea y escuche) lo que quiera, claro. Faltaría más.
Y, entre todos los que vi en español de España (que en la América hispana hay miles), me gustó el de Dina, que fue quien me inculcó el gusanillo de leer algo de la autora cuyo primer libro que he leído reseño, ya que la menciona mucho y dedicó uno vídeo bastante completo a la autora, de la que se debe haber leído todo, recomendando el camino a seguir para iniciarse en sus libros, aunque no le hice mucho caso porque no comencé con "Higiene del asesino", que fue su primera obra (y que acabo de leer hace unos días, unos quince libros después).
Estupor y temblores es una especie de novela autobiográfica o una biografía novelada que parece ser que es una de las líneas que sigue Amèlie en sus obras, que no siempre son enteramente ficción. Se desarrolla en Japón y el título hace referencia a lo que deben sentir los súbditos de a pie cuando vean a su emperador, lo que se aplica a la cultura empresarial japonesa en la que se desarrolla la obra.
La Amèlie del libro, una joven belga aparentemente exitosa que había nacido en Japón, consigue una beca en Tokio que considera como una excelente oportunidad ya que le permitirá trabajar en Yumimoto, una superempresa japonesa donde espera desarrollar todo su potencial, obviando o desconociendo que su condición de europea y sobre todo el hecho de ser mujer no le ocasionarán nada más que humillaciones y problemas, de forma que lo que supone que será un proceso ascendente en su carrera se convierte en una progresiva degradación laboral que la lleva cada vez a puestos menos cualificados y de inferior categoría. Y eso que no entró con excesivo buen pie en la empresa ya que parece ser que la iniciativa no está muy bien vista allí sin permiso del jefe y se pasa parte del principio del libro repitiendo unas fotocopias a petición de uno de sus superiores que la obliga a volverlas a hacer pese a que al fin y al cabo una fotocopia es una fotocopia y estaban bien hechas desde el principio.
La solidaridad entre mujeres brilla igualmente por su ausencia y su inmediata superior se dedica igualmente a hacerle la vida imposible hasta que Amèlie acaba limpiando los baños, actividad con la que sus superiores tampoco piensan haberla rebajado del todo.
Pero lo peor no son los trabajos que debe hacer sino la sensación de dominio que toda jerarquía laboral en cascada parece ejercer y que impide que en ningún momento se encuentre segura, ni como empleada, ya que duda de sus propias capacidades y llega a no ser capaz de desarrollar un trabajo sencillo como cuadrar unas cuentas pese a quedarse trabajando todas las noches, pero tampoco como persona, como mujer, aprovechando la autora para criticar la discriminación que sufren las mujeres en Japón, que deben controlar su cuerpo, sus sentimientos y hasta no hacer ruido al hacer pis en un baño público. Aparentemente, son situaciones muy exageradas e incluso un pelín surrealistas pero que no dejan de ser dramáticas.
Te pasas todo el rato pensando por qué no se marcha de la empresa, por qué pese a ser constantemente humillada y pisoteada sigue pensando que es ella quien lo hace mal, lo que mientras leía me recordaba el síndrome de indefensión aprendida o desesperanza inducida en los casos de maltrato. La protagonista, que, pese a la vida laboral que sufre, relata sus cuitas con cierta dosis de humor negro lo que me hacía pensar que en el fondo sabía que la cosa no duraría o que al menos tenía algo de vida fuera de la empresa que le evitaba caer en las tentaciones de suicidio.
En conclusión, no es mal libro y Amèlie Nothomb demuestra una dominio del lenguaje fabuloso. No es mal principio para comenzar a seguir su obra.

martes, septiembre 05, 2017

Noveno libro 2017: "Mi nombre era Eileen", de Ottessa Moshfegh.

No esperéis en absoluto el "thriller espeluznante, hipnótico y divertido" que promete la editorial para esta primera obra de Ottessa Moshfegh, ni que os cautive y perturbe la novela, salvo algunos ratos que lo que perturba es el estómago con alguna que otra referencia escatológica o con la mugre que impregna la vivienda y la vida de la protagonista. Ni resulta espeluznate, ni hipnotiza, ni me parece thriller ni, por descontado, es una obra divertida. Eso sí, seguí leyendo porque esperaba que pasara algo y que contara la vida actual en comparación con la que relata, o al menos, que pasara algo, e incluso no perdí la fe en ello aun cuando la avanzada numeración de la página me hacía prever que no llegaríamos a ningún sitio. A lo mejor eso es lo que pretende la autora, contarnos la fealdad de lo que fue sin paños calientes y sin que una existencia fea y gris sea otra cosa que eso, pero, salvo que necesitéis estudiar un caso para intervención social o así, no deberías perder el tiempo adentrándoos en la mísera vida que cuenta la desesperante Eileen.
La historia está narrada en primera persona por la protagonista que se supone que la escribe o la recuerda cincuenta años después de lo que relata cuando estaba a punto de marcharse del deprimente lugar donde pasó los primeros veinticuatro años de su existencia, al que se refiere simplemente como X-Ville, y cuando parece que iba a suceder algo importantísimo que tiene intención de contarnos.
La propia Eileen, cuando así se llamaba porque se supone que ahora es otra totalmente diferente hasta en el nombre, se describe a sí misma en las primeras páginas sin compasión (esquelética, con cicatrices de acné, insegura, mojigata, una don nadie, una marginada, alguien invisible) y su autoestima no se ve favorecida por la opinión que de ella tenía su padre, un antiguo policía viudo, borracho, cruel, agresivo y medio zumbado que, al contrario de la otra hija que vive fuera, la consideraba patética y sin ningún atractivo y respecto del cual Eileen oscilaba entre su autoimpuesta obligación de cuidado filial y el deseo de verle despatarrado y con el cuello roto al final de la escalera.
La Eileen de 1964, que ese es el año sobre el que nos habla la protagonista, trabajaba en una especie de reformatorio o cárcel para niños como ella la llama, donde el ambiente del funcionariado de oficinas no era terriblemente ameno, bebía tanto como su padre, comía como él comida basura, vestía con la ropa de su madre muerta, llevaba bajadas en pleno gélido invierno las ventanillas del coche (un Dodge cone el tubo de escape estropeado que la daba náuseas) con tal de no llevarlo al taller y ni el padre ni la hija eran demasiado amigos de la limpieza del hogar, con lo que describe la pocilga que tienen por cocina de forma no apta para estómagos sensibles. La autora no nos ahorra descripciones desagradables.
En las primeras páginas Eileen nos dice que nos va a contar la historia de su última semana antes de desaparecer, y lo hace, pero cuenta eso (del viernes de una semana al jueves de la siguiente que coincide con Nochebuena) y casi toda su vida pasada sin que en la misma encontremos nada agradable: su patético seguimiento de un guardia de la cárcel que le gusta, su costumbre de robar cosas en las tiendas, su triste vida laboral, los libros de la biblioteca que dice que le salvaron la vida, su afición a la bebida, la agresividad de su padre, la falta de cariño hasta en su infancia (tampoco de su madre)... hasta que aparece Rebecca en su vida, una mujer a la que Eileen ve al principio como el summun de la elegancia y que, pese a ser todavía peor que Eileen, la encandila de tal forma que supone un revulsivo en la historia que lleva a la parte del libro que haya hecho hablar de thriller a los encargados del marketing de la novela y que genera el desenlace final, que se desarrolla en poquitas páginas, una historia grotesca y surrealista si no fuera por las nefastastas consecuencias pero que parece suponer el empujon que Eileen necesitaba para salir de X-Ville.
Y el caso es que contando la novela me está pareciendo menos aburrida que me pareció leyéndola. En fin, ustedes verán, pero que si les cae algo más interesante y prometedor entre manos no considero de lectura ineludible este libro.