No había leido nada de esta autora hasta que tuve noticia de ella en el canal de YouTube de Dina Oltra (ese que siempre comienza con voz cantarina: "hola, soy Dina y esto es Libros y Punto"), una booktuber que me gusta mucho y con cuyas preferencias coincido a veces. Habla muy bien y suele compartir unos puntos de vista muy inteligentes.
Y es que, siguiendo mi innata curiosidad, una temporada me dio por buscar canales de libros para ver si me estaba perdiendo mucho con la moda de Vlogs (así con "V", porque son blogs, pero que en lugar de post de textos publican esencialmente vídeos grabados por los propios "vloggers"), y, sobre todo, los vlogs sobre lecturas que publican los booktubers (que comentan sus lecturas, proyectos de lecturas o todo lo que tiene que ver con libros en YouTube); y estuve moneando por la red hasta que me harté de wrap-ups, bookselves tours, book tags,... pero sobre todo de escuchar a niños y niñas (más niñas que niños) hablando a una endiablada velocidad y a veces casi gritando sobre las decenas de libros que se leen al mes, y con los libros en la mano, que no se de dónde sacan las pelas para comprarlos (aunque imagino que los que dicen leerse más de veinte al mes no los compran, ni tendrán tampoco otra cosa que hacer, digo yo). Tampoco se de dónde sacan las ganas de tragarse tantas sagas y sagas, fantásticas, distópicas, zombis o de amoríos, que no me leería ni con una escopeta a la espalda, que es ver los colorines de las portadas y algunos tipos de letra y me da urticaria. Aunque como cuentan sus seguidores por miles, me imagino a algunas editoriales pisándose las babas persiguiendo sus favores.
Pero entre tanto booktuber para adolescentes y frikis cribé algunos que me parecieron más serios o que simplemente me tocaron más el gusto, que ya no está una para perder el tiempo. Y no es que pretenda que cada libro que lea me despierte como si un puño me golpeara el cráneo, que era el criterio que Kafka consideraba mejor para elegir lecturas, pero tampoco es cuestión de dedicarse a las bobadas a estas alturas de vida, aunque cada uno que lea (o vea y escuche) lo que quiera, claro. Faltaría más.
Y, entre todos los que vi en español de España (que en la América hispana hay miles), me gustó el de Dina, que fue quien me inculcó el gusanillo de leer algo de la autora cuyo primer libro que he leído reseño, ya que la menciona mucho y dedicó uno vídeo bastante completo a la autora, de la que se debe haber leído todo, recomendando el camino a seguir para iniciarse en sus libros, aunque no le hice mucho caso porque no comencé con "Higiene del asesino", que fue su primera obra (y que acabo de leer hace unos días, unos quince libros después).
Estupor y temblores es una especie de novela autobiográfica o una biografía novelada que parece ser que es una de las líneas que sigue Amèlie en sus obras, que no siempre son enteramente ficción. Se desarrolla en Japón y el título hace referencia a lo que deben sentir los súbditos de a pie cuando vean a su emperador, lo que se aplica a la cultura empresarial japonesa en la que se desarrolla la obra.
La Amèlie del libro, una joven belga aparentemente exitosa que había nacido en Japón, consigue una beca en Tokio que considera como una excelente oportunidad ya que le permitirá trabajar en Yumimoto, una superempresa japonesa donde espera desarrollar todo su potencial, obviando o desconociendo que su condición de europea y sobre todo el hecho de ser mujer no le ocasionarán nada más que humillaciones y problemas, de forma que lo que supone que será un proceso ascendente en su carrera se convierte en una progresiva degradación laboral que la lleva cada vez a puestos menos cualificados y de inferior categoría. Y eso que no entró con excesivo buen pie en la empresa ya que parece ser que la iniciativa no está muy bien vista allí sin permiso del jefe y se pasa parte del principio del libro repitiendo unas fotocopias a petición de uno de sus superiores que la obliga a volverlas a hacer pese a que al fin y al cabo una fotocopia es una fotocopia y estaban bien hechas desde el principio.
La solidaridad entre mujeres brilla igualmente por su ausencia y su inmediata superior se dedica igualmente a hacerle la vida imposible hasta que Amèlie acaba limpiando los baños, actividad con la que sus superiores tampoco piensan haberla rebajado del todo.
Pero lo peor no son los trabajos que debe hacer sino la sensación de dominio que toda jerarquía laboral en cascada parece ejercer y que impide que en ningún momento se encuentre segura, ni como empleada, ya que duda de sus propias capacidades y llega a no ser capaz de desarrollar un trabajo sencillo como cuadrar unas cuentas pese a quedarse trabajando todas las noches, pero tampoco como persona, como mujer, aprovechando la autora para criticar la discriminación que sufren las mujeres en Japón, que deben controlar su cuerpo, sus sentimientos y hasta no hacer ruido al hacer pis en un baño público. Aparentemente, son situaciones muy exageradas e incluso un pelín surrealistas pero que no dejan de ser dramáticas.
Te pasas todo el rato pensando por qué no se marcha de la empresa, por qué pese a ser constantemente humillada y pisoteada sigue pensando que es ella quien lo hace mal, lo que mientras leía me recordaba el síndrome de indefensión aprendida o desesperanza inducida en los casos de maltrato. La protagonista, que, pese a la vida laboral que sufre, relata sus cuitas con cierta dosis de humor negro lo que me hacía pensar que en el fondo sabía que la cosa no duraría o que al menos tenía algo de vida fuera de la empresa que le evitaba caer en las tentaciones de suicidio.
En conclusión, no es mal libro y Amèlie Nothomb demuestra una dominio del lenguaje fabuloso. No es mal principio para comenzar a seguir su obra.
Pero entre tanto booktuber para adolescentes y frikis cribé algunos que me parecieron más serios o que simplemente me tocaron más el gusto, que ya no está una para perder el tiempo. Y no es que pretenda que cada libro que lea me despierte como si un puño me golpeara el cráneo, que era el criterio que Kafka consideraba mejor para elegir lecturas, pero tampoco es cuestión de dedicarse a las bobadas a estas alturas de vida, aunque cada uno que lea (o vea y escuche) lo que quiera, claro. Faltaría más.
Y, entre todos los que vi en español de España (que en la América hispana hay miles), me gustó el de Dina, que fue quien me inculcó el gusanillo de leer algo de la autora cuyo primer libro que he leído reseño, ya que la menciona mucho y dedicó uno vídeo bastante completo a la autora, de la que se debe haber leído todo, recomendando el camino a seguir para iniciarse en sus libros, aunque no le hice mucho caso porque no comencé con "Higiene del asesino", que fue su primera obra (y que acabo de leer hace unos días, unos quince libros después).
Estupor y temblores es una especie de novela autobiográfica o una biografía novelada que parece ser que es una de las líneas que sigue Amèlie en sus obras, que no siempre son enteramente ficción. Se desarrolla en Japón y el título hace referencia a lo que deben sentir los súbditos de a pie cuando vean a su emperador, lo que se aplica a la cultura empresarial japonesa en la que se desarrolla la obra.
La Amèlie del libro, una joven belga aparentemente exitosa que había nacido en Japón, consigue una beca en Tokio que considera como una excelente oportunidad ya que le permitirá trabajar en Yumimoto, una superempresa japonesa donde espera desarrollar todo su potencial, obviando o desconociendo que su condición de europea y sobre todo el hecho de ser mujer no le ocasionarán nada más que humillaciones y problemas, de forma que lo que supone que será un proceso ascendente en su carrera se convierte en una progresiva degradación laboral que la lleva cada vez a puestos menos cualificados y de inferior categoría. Y eso que no entró con excesivo buen pie en la empresa ya que parece ser que la iniciativa no está muy bien vista allí sin permiso del jefe y se pasa parte del principio del libro repitiendo unas fotocopias a petición de uno de sus superiores que la obliga a volverlas a hacer pese a que al fin y al cabo una fotocopia es una fotocopia y estaban bien hechas desde el principio.
La solidaridad entre mujeres brilla igualmente por su ausencia y su inmediata superior se dedica igualmente a hacerle la vida imposible hasta que Amèlie acaba limpiando los baños, actividad con la que sus superiores tampoco piensan haberla rebajado del todo.
Pero lo peor no son los trabajos que debe hacer sino la sensación de dominio que toda jerarquía laboral en cascada parece ejercer y que impide que en ningún momento se encuentre segura, ni como empleada, ya que duda de sus propias capacidades y llega a no ser capaz de desarrollar un trabajo sencillo como cuadrar unas cuentas pese a quedarse trabajando todas las noches, pero tampoco como persona, como mujer, aprovechando la autora para criticar la discriminación que sufren las mujeres en Japón, que deben controlar su cuerpo, sus sentimientos y hasta no hacer ruido al hacer pis en un baño público. Aparentemente, son situaciones muy exageradas e incluso un pelín surrealistas pero que no dejan de ser dramáticas.
Te pasas todo el rato pensando por qué no se marcha de la empresa, por qué pese a ser constantemente humillada y pisoteada sigue pensando que es ella quien lo hace mal, lo que mientras leía me recordaba el síndrome de indefensión aprendida o desesperanza inducida en los casos de maltrato. La protagonista, que, pese a la vida laboral que sufre, relata sus cuitas con cierta dosis de humor negro lo que me hacía pensar que en el fondo sabía que la cosa no duraría o que al menos tenía algo de vida fuera de la empresa que le evitaba caer en las tentaciones de suicidio.
En conclusión, no es mal libro y Amèlie Nothomb demuestra una dominio del lenguaje fabuloso. No es mal principio para comenzar a seguir su obra.
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