lunes, mayo 14, 2018

Décimo séptimo libro 2018: "La mujer singular y la ciudad", de Vivian Gornick.

Cuando me llegó esta última entrega de Bookish me sentí un poco decepcionada, por aquello de la relación precio/número de páginas, pues esta pequeña joyita sólo tiene 148. Pero la verdad es que merece la pena porque me ha dado a conocer a una autora que no conocía, pese a que el mes que viene cumple 83 años, a esta neoyorkina del Bronx, feminista hasta la médula, cosmopolita y brillante que creo que sólo tiene otro libro en castellano (que me está faltando tiempo para conseguir).
No es una novela ni un libro de relatos sino trocitos de reflexiones, paseos, conversaciones, voces, disgresiones... que pueden leerse en el orden que se quiera y tienen como elemento en común a la autora (no se si de verdad es autobiográfico o se permite licencias poéticas, pero me da el perfil) y, sobre todo, a la ciudad y la gente de Nueva York pues la mayor parte de los textos (de entre media página y página y media) tienen que ver con personas que encuentra en su deambular por las calles de la gran manzana, aunque incluye también charlas con jugosos diálogos, especialmente con Leonard, su gran amigo gay con quien se reune con periodicidad marcada en el calendario, o experiencias con amantes con los que puede decaer una atracción física extraordinaria si no dan la talla como conversadores. No obstante, la mayoría de los textos son impresiones de conversaciones escuchadas o mantenidas, de voces de la calle, filtradas por el agudo tamiz de su incisivo juicio, de pensamientos que le surgen paseando, de recuerdos que le vienen a la memoria, de revisiones de opiniones pasadas... en pocas palabras pero de una agudeza y acierto verdaderamente dignos de elogio.
Los textos no figuran por orden cronológico ni tienen una línea temática homogénea que no sea la pasión de Vivian por su ciudad y la defensa a ultranza de sus ideas que la convierten en la mujer singular del título, que es como se ha traducido al castellano el "'odd" inglés del título original, un mujer terriblemente inteligente con una prosa capaz de expresar en dos líneas un pensamiento profundísimo, capaz de transmitir en un diálogo de apenas cuatro frases la insatisfacción, la soledad o el hastío de quien habla. Solidaridad en la calle, cuestiones de género, sexo, feminismo, cultura, cierto snobismo... y una desbordada pasión por su ciudad. 
Me ha gustado mucho descubrir a Vivian Gornick y en cuando pueda tengo que leer sus "Apegos feroces". Además, de paso, he descubierto la editorial mejicana que ha publicado la obra, Sexto Piso, cuyo anagrama, un edificio de pisos con un hombrecillo saltando de una de las ventanas del sexto, parece ser que tiene explicación en una frase dicha por uno de los socios de la editorial cuando todavía no tenía nombre. Estoy repasando el catálogo y tiene cosas originales.

domingo, mayo 13, 2018

Décimo sexto libro 2018: "Central Park", de Guillaume Musso.

Una policía francesa se despierta esposada a un caballero que no conoce en un banco de Central Park.con la camisa manchada de sangre y una pistola en su poder a la que le falta una bala. Lo último que recuerda es haber estado de celebración con un par de amigas en los Campos Elíseos. 
Al despertar el caballero no es que le ayude mucho porque se identifica como pianista de jazz cuyos últimos recuerdos de la noche pasada lo ubicaban en Dublín. Ninguno sabe, pues, quíen es su compañero de banco, qué hace en Nueva York ni cómo ha llegado allí.
Como principio de libro, promete una barbaridad, aunque la cantidad de insensateces que son capaces de cometer ambos personajes a continuación hicieron que me decepcionara bastante. Porque, digo yo. que una policía, por mucha sangre que lleve encima y mucha amnesia retrógrada que parezca sufrir, podría haber procedido con mayor lógica e identificarse en la primera comisaría a mano derecha tras contactar con la suya para que apoyaran sus argumentos. 
Pero no, menos eso, cualquier cosa: una huida hacia adelante con cambios de papel del personaje masculino que me generaron una sensación de irrealidad y falta de credibilidad que ni con el relato de los trágicos hechos que sacudieron en el pasado la vida de la protagonista, ni con el sorpresivo desenlace de la novela, me lo acababa de creer. 
Igual como película o mini-serie podrá quedar resultona, con persecuciones de coche y giros argumentales a cada paso, pero como novela, me dejó un sabor raro. Aunque, bueno, para gustos están los colores... y los libros, y supongo que la acción trepidante de alguna de sus páginas puede ser del agrado de mucha gente pese a que a mí me decepcionara. O tal vez fueron demasiadas las expectativas que me había autogenerado.

jueves, mayo 03, 2018

Décimo quinto libro 2018: "El cielo ha vuelto", de Clara Sánchez.

En 2013 no debieron estar demasiado inspirados los del jurado del Planeta o no leyeron mucho hasta adjudicar el premio o, en cualquier caso, no me dieron en el gusto. Eso sí, muy conseguida la presentación editorial de los dos libros, el premiado y el semifinalista, en una caja de cartón con las dos portadas de las novelas premiadas y una cinta burdeos para sacarlas tirando. Y total como se los regalaron los de Planeta a mi hermano y él a mi, no ha salido cara la inversión, salvo en tiempo que podía haber utilizado en lecturas que me animaran más, porque con este último casi se me cura el insomnio.
Y el caso es que no está mal escrito y a ratos parece que va a tener su intiguilla, pero en general es bastante flojo, que creo que la autora puede dar más de sí con otra historia más interesante y que me toque menos las narices con el poder adquisitivo de la protagonista para lo gansísima que es.
A su regreso de un viaje de trabajo a la India, Patricia, la supermodelo que protagoniza la novela, a ratos como único personaje porque vemos todo desde su perspectiva, coincide en el asiento de al lado con Viviana, una señora entrada en carnes con dotes de vidente, que al cogerle la mano en un episodio de aparatosas turbulencias que hacen temblar hasta a las azafatas le dice que se cuide porque alguien de su entorno intentará matarla.
La modelo, que lleva una vida de éxito profesional con dinero de sobra para comprar de manera anónima los invendibles cuadros que pinta su marido, del que está enamoradísima, no ve en su horizonte problema alguno que pueda hacer medianamente creíble el vaticinio de Viviana, así que regresa a su mundo olvidando el aviso de la pitonisa del avión hasta que comienza a tener accidentes que parecen tener poco de accidentales: alguien intenta atropellarla, sufre una caída, se corta con un cuchillo... Entonces Patricia comienza a intentar averiguar quién puede desearle mal y nosotros a sufrir las consecuencias de sus pesquisas que duran la practica totalidad del libro, junto a los viajes de la modelo a Barcelona a ver a Viviana para contrastar si el investigado o investigada de turno tiene papeletas para ser la verdadera amenaza contra la vida de Patricia que dice no ser nada religiosa pero resulta crédula hasta el vómito respecto de las brujerías de Viviana, que dan ganas de decirle que le hubiera resultado más barato que le hubieran dicho la oración del aojo.
Con este repetitivo esquema vamos conociendo a los personajes que rodean a Patricia y de los que va sospechando de uno en uno, lo que nos lleva a la consecuencia de que la aparente vida feliz que cree llegar no es tal. Sospecha de su hermana Carolina, de las compañeras, de algún ex, del marchante de su marido, de su jefe, de su jefa, de la criada (no tiene mayordomo), de la vidente... y no sospecha del gato de la vidente de puro milagro. Según va averiguando cosas vemos que su mundo se va desmoronando de tal manera que, si no fuera una novela, lo que menos podría ocurrir es lo que por fin sucede: un final abierto, fantasioso y poco realista.
En fin, simple, sosa y sin intriga.