Cuando me llegó esta última entrega de Bookish me sentí un poco decepcionada, por aquello de la relación precio/número de páginas, pues esta pequeña joyita sólo tiene 148. Pero la verdad es que merece la pena porque me ha dado a conocer a una autora que no conocía, pese a que el mes que viene cumple 83 años, a esta neoyorkina del Bronx, feminista hasta la médula, cosmopolita y brillante que creo que sólo tiene otro libro en castellano (que me está faltando tiempo para conseguir).
No es una novela ni un libro de relatos sino trocitos de reflexiones, paseos, conversaciones, voces, disgresiones... que pueden leerse en el orden que se quiera y tienen como elemento en común a la autora (no se si de verdad es autobiográfico o se permite licencias poéticas, pero me da el perfil) y, sobre todo, a la ciudad y la gente de Nueva York pues la mayor parte de los textos (de entre media página y página y media) tienen que ver con personas que encuentra en su deambular por las calles de la gran manzana, aunque incluye también charlas con jugosos diálogos, especialmente con Leonard, su gran amigo gay con quien se reune con periodicidad marcada en el calendario, o experiencias con amantes con los que puede decaer una atracción física extraordinaria si no dan la talla como conversadores. No obstante, la mayoría de los textos son impresiones de conversaciones escuchadas o mantenidas, de voces de la calle, filtradas por el agudo tamiz de su incisivo juicio, de pensamientos que le surgen paseando, de recuerdos que le vienen a la memoria, de revisiones de opiniones pasadas... en pocas palabras pero de una agudeza y acierto verdaderamente dignos de elogio.
Los textos no figuran por orden cronológico ni tienen una línea temática homogénea que no sea la pasión de Vivian por su ciudad y la defensa a ultranza de sus ideas que la convierten en la mujer singular del título, que es como se ha traducido al castellano el "'odd" inglés del título original, un mujer terriblemente inteligente con una prosa capaz de expresar en dos líneas un pensamiento profundísimo, capaz de transmitir en un diálogo de apenas cuatro frases la insatisfacción, la soledad o el hastío de quien habla. Solidaridad en la calle, cuestiones de género, sexo, feminismo, cultura, cierto snobismo... y una desbordada pasión por su ciudad.
Me ha gustado mucho descubrir a Vivian Gornick y en cuando pueda tengo que leer sus "Apegos feroces". Además, de paso, he descubierto la editorial mejicana que ha publicado la obra, Sexto Piso, cuyo anagrama, un edificio de pisos con un hombrecillo saltando de una de las ventanas del sexto, parece ser que tiene explicación en una frase dicha por uno de los socios de la editorial cuando todavía no tenía nombre. Estoy repasando el catálogo y tiene cosas originales.
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