En 2013 no debieron estar demasiado inspirados los del jurado del Planeta o no leyeron mucho hasta adjudicar el premio o, en cualquier caso, no me dieron en el gusto. Eso sí, muy conseguida la presentación editorial de los dos libros, el premiado y el semifinalista, en una caja de cartón con las dos portadas de las novelas premiadas y una cinta burdeos para sacarlas tirando. Y total como se los regalaron los de Planeta a mi hermano y él a mi, no ha salido cara la inversión, salvo en tiempo que podía haber utilizado en lecturas que me animaran más, porque con este último casi se me cura el insomnio.
Y el caso es que no está mal escrito y a ratos parece que va a tener su intiguilla, pero en general es bastante flojo, que creo que la autora puede dar más de sí con otra historia más interesante y que me toque menos las narices con el poder adquisitivo de la protagonista para lo gansísima que es.
A su regreso de un viaje de trabajo a la India, Patricia, la supermodelo que protagoniza la novela, a ratos como único personaje porque vemos todo desde su perspectiva, coincide en el asiento de al lado con Viviana, una señora entrada en carnes con dotes de vidente, que al cogerle la mano en un episodio de aparatosas turbulencias que hacen temblar hasta a las azafatas le dice que se cuide porque alguien de su entorno intentará matarla.
La modelo, que lleva una vida de éxito profesional con dinero de sobra para comprar de manera anónima los invendibles cuadros que pinta su marido, del que está enamoradísima, no ve en su horizonte problema alguno que pueda hacer medianamente creíble el vaticinio de Viviana, así que regresa a su mundo olvidando el aviso de la pitonisa del avión hasta que comienza a tener accidentes que parecen tener poco de accidentales: alguien intenta atropellarla, sufre una caída, se corta con un cuchillo... Entonces Patricia comienza a intentar averiguar quién puede desearle mal y nosotros a sufrir las consecuencias de sus pesquisas que duran la practica totalidad del libro, junto a los viajes de la modelo a Barcelona a ver a Viviana para contrastar si el investigado o investigada de turno tiene papeletas para ser la verdadera amenaza contra la vida de Patricia que dice no ser nada religiosa pero resulta crédula hasta el vómito respecto de las brujerías de Viviana, que dan ganas de decirle que le hubiera resultado más barato que le hubieran dicho la oración del aojo.
Con este repetitivo esquema vamos conociendo a los personajes que rodean a Patricia y de los que va sospechando de uno en uno, lo que nos lleva a la consecuencia de que la aparente vida feliz que cree llegar no es tal. Sospecha de su hermana Carolina, de las compañeras, de algún ex, del marchante de su marido, de su jefe, de su jefa, de la criada (no tiene mayordomo), de la vidente... y no sospecha del gato de la vidente de puro milagro. Según va averiguando cosas vemos que su mundo se va desmoronando de tal manera que, si no fuera una novela, lo que menos podría ocurrir es lo que por fin sucede: un final abierto, fantasioso y poco realista.
En fin, simple, sosa y sin intriga.
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