Creo que es lo mejor que he leído en mucho tiempo. Bestial. Hacía años que un libro no me sorprendía tanto. Y no puedo contar mucho sin desvelar la trama porque en su magistral giro final está lo más grande.
La novela comienza con Driss Ikker durmiendo la mona en un burdel de mala muerte. Es un policía marroquí que ha ido trepando en su carrera, no tanto por sus dotes detectivescas, ni por el éxito de sus investigaciones, como por el hecho de haber sabido buscar su buena sombra profesional mediante el infalible método de arrimarse al mejor árbol posible en cada momento de su vida, siendo una de sus mejores bazas el haberse casado con su mujer, la Sarah Ikker del título, algo más joven que él pero de muy buena familia, sobre todo su padre, que es un pez gordo que imprime el mejor de los empujones a la trayectoria de Driss. En la época que comienza la narración Ikker ocupa un cargo tranquilo en Tánger, ciudad que podría decirse que es otro de los protagonistas del libro.
Pero, como se desprende ya del título y aparece en todas las reseñas del libro, la cosa se tuerce debido a que el policía al regresar a casa una noche encuentra a su mujer desnuda y maniatada a la cama. Un golpe le deja inconsciente y al despertar le informan de que su esposa ha sido violada. La reacción de Driss nos retrotrae a siglos y culturas en las que la violación de una mujer parece ofender más al honor y la honra de su marido que a la liberdad sexual de la mujer, porque el policía se dedica a beber como un cosaco y encerrarse en un burdel hasta que uno de sus subordinados lo rescata. Pero lejos de arrepentirse, recoge a su mujer de la casa de sus suegros y, en vez de interesarse por cómo se encuentra, le niega la palabra y se siente más ofendido y afectado que si lo hubieran violado a él. No comprendemos su actitud.
Mientras, determinado a localizar al supuesto culpable, Driss Ikker se dedica a investigar por su cuenta los hechos, prescindiendo de los mecanismos y procedimientos oficiales y, sobre todo, de sus propios compañeros, de los que no se fía un pelo.
Paralelamente vamos conociendo la vida de Ikker, su personalidad, bastante anodina, la evolución de su carrera, en la que no parece contento con ningún destino; y conocemos a su mujer, guapa, estilosa y de la que vamos pensando que no se la merece su marido, que se dedica a despreciarla y a rechazarla, e incluso a hablar con ella, pese a que la víctima debería ser ella.
La trama se va poniendo interesante, vamos viendo la corrupción imperante en la policía, sobre todo en los altos cargos, relacionados con las altas esferas del país, y llega un momento en que no hay forma de dejar el libro hasta el giro del que hablaba y el sorpresivo final que nos deja en shock, todo ello con la forma de narrar y escribir de Khadra, con su lenguaje duro, directo y cortante como un cuchillo. Me ha gustado un montón. Ya tenía ganas de leer un libro que no me dejara apagar la luz. Muy bueno.
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