Quien suscribe, como buena hija, está acostumbrada en exceso a acudir a las urgencias hospitalarias de acompañante de mi señor padre y, en alguna ocasión, de mi señora madre. Se que hay que armarse de paciencia y esperar, esperar, esperar... Anoche sufrí la experiencia en carne propia y no es lo mismo. En primer lugar, tiene razón mi padre: las camillas son incomodísimas. En segundo lugar, no debe incurrirse en el error de irse a urgencias sin haber tomado algo de comida: se pasa hambre. Por último, se debe esperar cualquier cosa.
Llevo bastante tiempo como que no me encuentro y ayer estaba especialmente dispersa en la búsqueda así que me fui al Centro de Salud de Villafranca, donde me atendió un médico de ignota nacionalidad y desconocido acento que, aparte de contarme que tenía problemas de corazón (en casa del herrero...), me mandó a Urgencias del Hospital Mancha Centro en cuyas dependencias entré sobre las seis y media de la tarde y salí casi a las tres de la mañana.
Tras exhaustivo interrogatorio sobre mi persona, costumbres habituales y estado de salud, así como algunas pruebas de psicomotricidad, me extrajeron sangre para una analítica y me colocaron una vía por si acaso hacía falta, lo que me llenó de desconsuelo porque mi amplia experiencia hospitalaria me había llevado a pensar que cuando te colocan la vía se creen con derecho a mantenerte retenida acogiéndose a la legislación antiterrorista, sin abogado, habeas corpus ni nada de nada hasta que deciden dejarte en libertar.
A continuación me mandaron a la conocida "Sala de los Sillones" donde, a falta de cualquier otra actividad, entablé conversación con un señor de 80 años llamado Natalio y su nuera, que lejos de darme esperanzas me relataron el tiempo que llevaban ellos esperando.
Cuando llevaba esperando más de tres horas, y tras aguantar las protestas de un señor que acusaba de tercermundismo al Sescam, me acerqué a Control (que no tiene nada que ver con la antigua serie del Superagente 87) y preguntando por mi analítica me informaron que ya estaba en el ordenador pero que faltaba imprimirla. Agradecí la información y ofrecí mis servicios para renovar el cartucho de la impresora si ello se requería para dar mayor celeridad al proceso, contestándome que no hacía falta que ya se lo pasaban a la doctora, la cual apareció a los tres cuartos de hora para informarme que los resultados del ordenador, ya impresos, habían resultado ser de mayo del 2006 y que se había dado cuenta porque aparecían datos sobre colesterol que ella no había solicitado.
Obviando mencionarle si la fecha del informe no habría sido una mejor forma de conocer la fecha de los análisis, le pregunté cómo tenía el colesterol el año pasado y me dijo que bien, gracias, marchándose para aparecer bastante tiempo después llenándome de temores pues me sacó sigilosamente de la Sala de los Sillones a la rampa de la Sala de los Sillones. Menos mal que fue para decirme (en voz baja para que no se enteraran el resto de pacientes) que debían repetirme la analítica porque la muestra que me habían extraído se había perjudicado (como antiguamente se perjudicaban las letras de cambio no presentadas al cobro). Bueno, utilizó otra expresión que no recuerdo.
Con la sonrisa fija me acordé mentalmente de todos sus ancestros así como de algunos antepasados más del técnico de laboratorio que había dejado mi sangre abandonada y sola expuesta a las inclemencias del tiempo... y extendiendo resignádamente el brazo izquierdo consentí en la nueva sangría.
Total que, tras varias horas de espera (muchas de las cuales transcurrieron entre recetas de cocina de una alcazareña aficionada a hacer mostillo y arrope y cabezadas somnolientas), diéronme el alta condicionada a nuevos experimentos con mi persona y fuime a casa. Por cierto, que con hambre.
3 comentarios:
Esto de enterarse del estado de salud de la familia vía ciber es lo último... Espero que no sea nada, que ya bastante tenemos con las hospitalizaciones de los "viejos" para que empecemos los que vamos detrás...
Como diría tu madre, "Hermosa,cuídate..." MC.
Creo que no tienes motivo de queja. Saliste viva.
Venga...que no sea nada.
Pues de momento salí más vieja porque entre el informe de urgencias y el volante para el especialista me pusieron nueve años más.
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