No se si será efecto del pasado confinamiento o de la actual situación de "sometimiento a medidas" pero se me están cayendo los palos del sombrajo de algunos de los autores que más me gustaron en el pasado reciente.
Y ese es el caso del famoso "Departamento Q", del danés Jussi Adler-Olsen, que cada vez me gusta menos. Ha ido cambiando tanto la personalidad de los personajes y el tono del relato que no responde ya, ni mucho menos, a lo que comenzó siendo y cae nuevamente en la costumbre de que los propios investigadores estén inmersos en primera persona en la investigación.
En esta última entrega es Assad quien se transforma; que no es que en libros anteriores no se viera que no era quien decía ser, pero de ahí a transformarlo en un medio Rambo perseguido por un acérrimo enemigo del pasado que inició una terrible venganza primero sobre la familia de Assad y luego sobre él mismo y, por extensión, a media ciudad de Berlín... hay un un gran paso.
La novela comienza con un mediocre periodista de Barcelona, Joan Aiguader, que se ha quedado sin trabajo, lo ha dejado la novia y no tiene ni para café, así que, tras abrir las cuatro últimas cartas de rechazo de sus demandas de empleo, repasa el pasado suicida de sus progenitores, tomando la decisión de que tal vez también él debería suicidarse para poner fin a su desesperación.
Pero cuando se dirige hacia el mar, la grabación de un reportaje ante el llamado contador de la vergüenza en la playa de San Miguel en la Barceloneta, que contabiliza el número de personas fallecidas en el Mediterráneo cada año, y aplaza su idea del suicidio. Investigará a la muerte de una de esas personas, que apareció en la playa de Ayia Napa en Chipre. Le quita a la novia los ahorros que tenía en el piso y pone rumbo a Chipre con la corazonada de que será el reportaje de su vida. Y desde luego, su vida se ve muy, pero que muy comprometida como consecuencia de esa decisión.
Cuando llega a la playa es testigo de la llegada de un grupo de inmigrantes de Siria así como del cadáver de una mujer mayor a la que Joan, recordando el número que aparecerá en el poste en Barcelona, llama la víctima 2117. Escribe un reportaje, lo manda al periódico para el que había trabajado y se lo publican, pero nada es como él piensa y el éxito que espera se trunca por lo que decide iniciar una investigación como freelance que se le va de las manos viéndose involucrado, primero como periodista y luego como víctima, en una trama de venganza y terror de la que quieren que sea involuntario testigo.
Paralelamente, en Dinamarca, Assad ve la fotografía de la mujer de la playa y la reconoce, así como a parte de su familia que también aparece en la foto, así como al hombre que fraguó su desgracia en el pasado, así que el tranquilo musulmán del Departamento Q recupera su antiguo ser y se propone buscar a su familia y enfrentarse a su enemigo, quien a su vez viene con aviesas intenciones vengativas contra Assad y, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, cometer un atentado terrorista en alguna ciudad famosa.
También en Copenhague un chico llamado Alexander ha decidido que para vengar precisamente a la víctima 2117 que ha visto en el artículo del periódico, asesinará primero a sus padres y luego a cuanta más gente mejor, pero primero tiene que alcanzar un número determinado de victorias en un juego al que es adicto y lo tiene encerrado en su habitación prácticamente sin vida social ni familiar.
Así que, con un par de amenazas graves (aunque a la del chico no le dan mucha importancia al principio), Carl Morck y Assad cambian de país para investigar e intentar frenar las intenciones criminales del antiguo "conocido" de Assad. Y a todo esto, Mona, la novia de Carl, está embarazada y, como ya tiene una edad, debe ser hospitalizada y el antiguo compañero de Carl, el tetraplégico, está de viaje buscando un remedio milagroso para su situación.
En resumen, que no parece una novela del Departamento Q porque los personajes están muy cambiados y no investigan nada que tenga que ver con las funciones que en principio les fueron encomendadas, cuales son la revisión de casos antiguos sin resolver para averiguar qué pasó y encontrar a los culpables. En esta novela, la trama no tiene mucho que ver con eso y el desarrollo de los acontecimientos no resulta muy creíble. No me ha acabado de convencer.
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