Después del aburrimiento del anterior, cualquier cosa me hubiera parecido frenética, pero es que los libros de Carmen Mola lo son. Te pueden gustar más o menos, pero lo que no se les puede negar es que animan a seguir leyendo compulsivamente hasta el final, aunque pienses que la trama está manida y que has visto setenta capítulos de series sobre asesinos en serie (valga la repetición) que resulten más creíbles. Entretiene unas horas y a otra cosa mariposa. ¿No es eso un bestseller? Al menos lo americanos lo son y los libros de Carmen Mola lo parecen; americanos, digo, porque bestseller no sólo lo parecen, sino que lo son porque con su tercera mosca (cada nueva novela tiene una más en su portada) ha seguido vendiendo ejemplares como churros.
En “La Nena” la Inspectora Elena Blanco ya no está en la Brigada de Análisis de Casos, ni siquiera en la Policía, sino que, al parecer, tras recuperarse de sus dos aventuras anteriores, ha seguido los consejos de su glamurosa madre y se ha animado a trabajar en la colecta de fondos para diferentes causas, hasta que, tras la desaparición de Chesca, que la sustituía temporalmente en el cargo, sus antiguos compañeros le piden ayuda.
El libro comienza con la precipitada boda de Valentina, una chica embarazada que trabajaba en un club de carretera y que hace solo quince días recibió la propuesta matrimonial del padre del que va a ser su marido prometiéndole sacarla del club y hacerse cargo del niño y de su vida si se casa con su hijo. Valentina acepta y su marido ni la toca pero poco a poco irá tomando conciencia de la casa donde se ha metido.
Paralelamente Chesca conoce en un bar a un atractivo hombre con el que se marcha pensando en un rollo de una noche pero que en lugar de eso la lleva directamente a un infierno.
Cuando sus compañeros son conscientes de que la desaparición de Chesca ha sido involuntaria emprende su búsqueda pidiendo incluso la ayuda de la que fue su jefa, Elena Blanco, que no tiene muchas ganas de acudir a la cita que le ha concertado su madre en Berlín con un posible donante para su causa.
Y es lo que más me fastidia últimamente en los thrillers y novelas negras, que la víctima es alguno de los investigadores, con algo en su pasado que vuelve para tener alguna tragedia a las espaldas que les persigue y que hace que la trama gire sobre ellos y no sobre la investigación de un delito cometido por terceros. Que ojo trágicos que tienen que ser todos. Aquí por lo menos no vuelve a ser Elena Blanco, pero sí otra del equipo.
Pues eso, trama veloz, una prosa que no es del otro jueves pero que total tampoco es lo que importa sino la carrera para evitar un desenlace fatal, preguntándote qué pinta el título en todo ello hasta que muy al final aparece. En fin, entretenida, pero de las que acabas la lectura y abur. Sin mucha raya.
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