jueves, abril 17, 2008

Intento recuperar el pulso.

En la madrugada del sábado día 5 murió mi padre. Tres horas antes de su muerte me dijeron que se moría. Le habían dado el alta el día 27 y, además del alta, se llevaba del hospital una neumonía hospitalaria que al final pudo con él. Como había hecho en vida me dio una lección al morir que nunca olvidaré. Dio nuevo y postrer testimonio del hombre bueno que era: él, que no creo que nunca hiciera daño conscientemente a nadie, pidió perdón a quienes pudiera haber hecho daño.
Llevaba sin dormir desde el martes y pasé el sábado y el domingo llorando en cada hombro que se me ponía cerca para caer rendida el domingo por la noche y comenzar una semana extraña, de paz interior como hacía mucho que no tenía. Ordené sus papeles, limpié su pastillero y, sobre todo, hablé de él con las innumerables visitas que llegaban a casa.
Desde que tengo recuerdos, siempre tuve a mi padre a mi lado. Tenía muy buena relación con él y se me va a hacer muy cuesta arriba no poder volver a escuchar su voz. Siempre estuvo a mi lado. Cuando me escapaba de casa con tres años para ir a la escuela (donde no podían admitirme todavía) mi padre me compró un cuaderno y un lápiz y me enseñó escribir, me enseñó a leer, a contar, las cuatro reglas y la disciplina que todavía me obliga a leer un poco cada día. Creo que si soy la persona que soy, gran parte del mérito es suyo. Cuando mi madre quería que entrara en un taller de costura, mi padre quiso que estudiara; cuando terminé el Instituto me apoyó para que comenzara la carrera. Estaba conmigo cuando alquilé piso para montar el despacho. Siempre llevaba más tarjetas mías que yo y las distribuía con más constancia. Solía venirse conmigo a las asistencias del turno de oficio. Como dormía poco, encendía la luz cuando veía que iba a salir y se venía conmigo para darme conversación en el coche. Nunca me ha dado miedo salir a la hora que sea pero me gustaba que vieniera conmigo: era un buen conversador y hacía cortas las horas. Me gustaba llegar del trabajo y contarle cosas. Él nunca hablaba mal de nadie pero no soportaba la falta de respondabilidad. Si alguna vez me llamaba alguien a casa y veía que yo no devolvía la llamada no paraba de darme vueltas hasta que me obligaba a atenderle.
Me siento obligada a seguir su ejemplo y siento que me ha pasado un testigo muy difícil de seguir: su entrega a la familia, su amor al trabajo, su responsabilidad, la fidelidad a sus principios, su aprecio por las personas sin mirar quienes son... Doy gracias por haberle conocido, por haberle tenido tanto tiempo y espero no olvidar nunca lo que aprendí de él.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Puedes sentirte orgullosa,prima, me alegro de leer tu blog de nuevo. Suscribo y ratifico lo que has escrito,no creo que nadie se atreva a contradecirlo... Y seguro que él también estará orgulloso de ti... Un beso.Espero que tu madre se reponga pronto y puedas tomarte un respiro... Cuenta conmigo. Porfa, no vuelvas a censurarme un comentario (-;

Marinieves dijo...

Gracias por tu apoyo.
Respecto lo que comentas al final, mira la fecha de cuando retiré tu comentario. Todavía el blog era el del Centro de la Mujer y debía tener cuidado con según qué cosas. De todas formas me reservo el derecho a supervisar los comentarios porque esto es un blog personal, aunque abierto a mucha gente, pero no es un foro.

Anónimo dijo...

hola Nieves, me acabo de enterar, que me lo dijo Palmi esta mañana, ya que últimamente con tantas reuniones no me ha dado mucho tiempo a seguirte. Siento mucho que te haya pasado así tan rápido, y teniendo encima tan buena relación con él, aunque eso no se pierde nunca, donde quiera que esté, seguro que sigue contigo en el coche y conversando cuando llegues a casa, el amor no se acaba ni con la muerte. Un abrazo muy fuerte y cuida de esa mami, que ahora te necesita. Muchos besos.Montse

Marinieves dijo...

Gracias Montse.

Anónimo dijo...

Querida Mari Nieves, me han emocionado mucho estas palabras que has dedicado a tu padre. Seguro que él cuida de ti y de tu familia desde donde esté para que sigas siendo tal como eres porque tu eres parte de él.
Mañana intento pegarte un toque. Muchos besos.PIlar

Anónimo dijo...

Tenía ganas de leer tu escrito, mejor, tu sentimiento ante la muerte de tu padre. De alguna manera, pensaba, leyendolo me acercará a Nieves, me permitirá acompañarla, desde la lectura, en estos momentos tan "especiales" que la vida nos depara porque así tiene que ser.
Y sí, así ha sido. Gracias por todo el tiempo que vivió contigo, por todo lo que te dió y lo que a través de ti, sin duda, nos deja a todos los que lo conoceremos a partir de ti.

Mil besos. Rosa, tu bibliotecaria

Marinieves dijo...

Gracias Rosa. Un beso.