Aunque Isabel Allende siempre es garantía de buena escritura y amena lectura, comencé su último libro con recelo esperando que tuviera más que ver con sus primeras obras que con la última que publicó antes que ésta. Y, bueno, no es "La casa de los espíritus" pero es Isabel Allende en estado puro, así que recomendable.
Con el título que tiene el libro no os descubro mucho si os digo que aparece una relación amorosa, uno de cuyos miembros es descendiente de japoneses.
La novela gira en torno a Alma, una elegantísima señora mayor, hija de judíos polacos asesinados en el holocausto, quienes poco antes de ser confinados en el gueto de Varsovia la enviaron con unos familiares a los Estados Unidos, concretamente a la ciudad de San Francisco, que vuelve a ser escogida por la autora como escenario y casi otra protagonista más.
Pero la historia no la cuenta Alma, o al menos no nos la cuenta a quienes leemos sino que la conocemos por Irina, una joven empleada moldava cuyo pasado tormentoso al principio tampoco conocemos y que trabaja en Lark House, un complejo residencial para mayores donde vive Alma.
El centro también es un poco especial ya que está lleno de personajes originales y pintorescos muy del estilo de los que aparecen a veces en los libros de Isabel Allende. Lark House tiene varias zonas según el grado de dependencia de quienes residen en él, quienes van evolucionado según sus achaques o problemas de movilidad hacia la total dependencia en el último tramo. Pero Alma todavía vive en algo así como nuestras viviendas tuteladas, una apartamento donde vive bastante a su aire con la ayuda de Irina y las visitas de uno de sus nietos.
Pese a la riqueza de la familia, con mansión familiar y todo, Alma decide pasar sus últimos días en el lugar donde la conocemos, donde se hace reenviar las cartas de un enigmático remitente que alienta la curiosidad de Irina y Seth, el nieto de Alma, sobre el pasado de la anciana. El nieto, que llevaba media vida haciendo como que escribía la biografía de su abuela, parece que por fin decide emprender en serio la investigación, sobre todo para ver a Irina, de la que está enamorado. Juntos van avanzando en sus pesquisas así como absorbiendo las píldoras de información que Alma les va entregando poco a poco, con lo que a su vez, quienes estamos al otro lado de las páginas vamos conociendo a Ichimei, a la propia Alma, a sus antepasados y familiares, sabemos de Nathaniel e incluso de Irina y a su familia, avanzando a su vez por la historia del siglo XX con sus pasiones y tragedias. Encontramos referencias a los campos de concentración nazis y a los campos americanos para japoneses y descendientes, después de Pearl Harbour, los problemas entre diferentes razas también en Estados Unidos, el tráfico de mujeres... todo ello con apuntes del arte del dibujo en tela, de jardinería y comida, pero sobre todo del gran amor de los protagonistas.
No hay una trama clara sino un fluir de historias a lo largo del tiempo que nos muestran vidas de personajes, situaciones que pudieron suceder en el pasado y alguno que otro ejemplo de la imaginación de Allende que siempre hace que seamos capaces de saber que el libro es suyo aunque no nos enseñaran ni el título ni la portada.
No está mal, se deja leer y resulta ameno. Y está bien que se de protagonismo a las personas mayores en la literatura, dirigiendo sus propias vidas e historias y también como protagonistas de grandes pasiones.
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