jueves, enero 21, 2010

EL SECRETO DE SUS OJOS. PELÍCULA RECOMENDADA.

“El secreto de sus ojos” es para mí la mejor película del año pasado. Hacía mucho tiempo que no veía cine tan completo. Lo tiene casi todo: buenos actores, una trama entretenida, una fotografía envidiable, una música preciosa y una mezcla de estilos y ritmos cinematográficos que van desde el cine negro a la alta comedia, pasando por la crítica política y del sistema judicial argentino, pero sobre todo una de las mejores historias de amor que haya visto en años y que honestamente creo que debiera pasar a la historia del cine entre las mejores.
Dirigida por Juan José Campanella, protagonizada por Ricardo Darín, Soledad Villamil, Guillermo Francella, Pablo Rago y Javier Godino la película comienza con escenas del libro que el oficial de juzgado recientemente jubilado Benjamín Expósito (Ricardo Darín) intenta comenzar a escribir y que tratará sobre una causa judicial que le marcó a la que se refiere como “la causa de Morales”.

Vemos varios posibles comienzos y al protagonista rompiendo hojas de cuaderno ya que no acaba de salirle el principio. Buscando ayuda en su empeño se acerca a su antiguo Juzgado para ver a la Secretaria que todavía sigue en activo, Irene Menéndez Hasting (Soledad Villamil). Ella se sorprende por el tema elegido pero le saca una vieja Olivetti (clavadita a una que tengo yo de adorno en el despacho) para que “se entiendan entre dinosaurios” y le aconseja comenzar a escribir por lo que más recuerde, por aquello en lo que más pensara desde aquel momento del cual hace más de veinte años. Expósito le hace caso y retrocede al preciso instante en que la propia Secretaria se incorpora al Juzgado para, a partir de ahí, en un vaivén de viajes al pasado y regresos al presente, comencemos a conocer la historia en la que entramos tras una discusión entre Juzgados por el reparto de una nueva causa originada por la violación y asesinato de una mujer y que sirve de excusa para iniciar varias tramas que se van mezclando en la película de forma magistral para que nos confundamos, como en las novelas negras, y no sepamos qué pasó hasta el final en un alarde de saber hacer que convierte la película en una pequeña maravilla.
Hay pocos personajes pero casi todos los principales dejan huella. Los protagonistas son Benjamín Expósito y la Secretaria (Soledad Villamil), subordinado y jefa respectivamente, en el Juzgado en el que también trabaja como oficial Pablo Sandoval (Guillermo Francella), cuyo papel menos importante en minutos que el de su compañero no nos deja indiferentes ya que este secundario de lujo plasma una actuación que no desmerece en modo alguno superando a los demás incluso en alguna escena. No dejéis por favor de atender a la película cada vez que suena el teléfono de la oficina: las identidades falsas con las que contesta Sandoval para después alegar que quien llama se ha equivocado son de antología. Por cierto, que la propia oficina me recuerda la secretaría del Juzgado de Orgaz en la época que estuve allí, con los expedientes todavía “cosidos” y las antiguas máquinas a pleno rendimiento. Seguro que si la ve José Luis, mi antiguo oficial de civil, se emociona.

El marido de la víctima y el malo también tienen mucha importancia en la trama e incluso los otros malos pero no os voy a descubrir mucho más de esta película en la que hay pocos exteriores, lo que le da a veces un carácter más intimista sobre todo debido a la distancia de la cámara, muy cercana a la acción, al nivel de las voces, muy bajas, con poca música pero preciosa, y con un color, medio miel, medio sepia, como antiguo, que nos aleja de nuestro tiempo y nos acerca a otra época.

El punto de vista de la cámara es bastante original, como escondida detrás de algunos de los personajes, mirando por el hueco de las puertas entreabiertas, por encima del hombro, con partes de la pantalla difuminadas, como si también estuviéramos en la escena sin que los personajes se dieran cuenta colándonos demasiado cerca invadiendo apenas su intimidad pero como sin derecho a mirar una vida que no es la nuestra pero a la vez sin estar totalmente fuera. Por cierto, que las puertas también son protagonistas de la historia, el protocolo de qué es o no secreto en el Juzgado o entre personajes lo marca la obligación de cerrar o no la puerta. Resulta curioso.

Os cuelgo el trailer pero no le hagáis mucho caso porque luego la película apenas se parece al trailer, sobre todo en el sonido que nunca es tan agresivo. De todas formas se agradece que por una vez la película sea muchísimo mejor que el trailer.

No os quiero cansar más pero os la recomiendo encarecidamente pese que os advierto que al principio cuesta seguir las conversaciones por el acento, pero se acaba entendiendo todo y la musiquilla argentina supone a veces una mejora en la película más que una dificultad porque las bromas resultan más chocantes y descubrimos una riqueza en el vocabulario que suma más que resta. Por cierto, fijaros también en los calificativos que se dirigen entre protagonistas y los cargos que adjudican a quien tienen enfrente (doctor, alteza...). Y otro “por cierto”, que hay muchos ojos que guardan secretos en la película y el título puede referirse a varios pares, así que tenéis más que buscar. Os aconsejo que la veáis pero que, además, cuando salga en DVD la veáis varias veces porque seguro que cada vez le encontráis algo nuevo y, por último, otro consejo, quedaros a los créditos, la música merece la pena.

Nota: Menos mal que fui a verla después de Avatar porque si no me habría acabado saliendo… de Avatar, claro.

2 comentarios:

Pedro dijo...

Quizás otro motivo para ver la película, además de los que expones, es intentar localizar un clamoroso fallo de racord que tiene.
No o digo para criticarla ya que a mí también me ha encantado, solo lo digo porque añade un motivo más para verla con mucha atención.

Marinieves dijo...

Pues ya me estás contando cuál que esta semana no voy a tener tiempo de volver a ver la película.
Por cierto, que nadie me ha comentado que el apellido del protagonista no se escribe con equis sino con ese. Espósito y no expósito. Además es que le iba lo de ser "expósito" como está el pobre tan solo.