Ayer murió el cuerpo de la neuróloga Rita Levi Montalcini. Digo el cuerpo porque ella que ha muerto con 103 años y una cabeza muy bien amueblada decía que "el cuerpo que haga lo que quiera, yo no soy el cuerpo: yo soy la mente". Decía de si misma que tenía una inteligencia mediocre y alcanzó el Premio Nobel (de los de verdad, no como otros) por sus trabajos en el descubrimiento del factor de crecimiento nervioso. Aseguraba que la vida no debe ser vivida sin compromiso y que "lo importante es la forma en que hemos vivido y el mensaje que dejamos a los demás. Eso es lo que nos sobrevive". Decía ya centenaria que mantenía su vitalidad "comiendo como un pajarito" y manteniendo intacto su interés "por las noticias políticas y la vida del país", que era inevitable que se le arrugara el cuerpo pero no el cerebro, que manteniéndolo ilusionado, activo y haciéndolo funcionar nunca degeneraba.
Yo le tenía especial cariño ya que supe de su existencia cuando atravesaba una etapa personal en la que no me fiaba de mis neuronas ni una pizca y tenía un miedo atroz a perder el control sobre mi propia cabeza. Con la lectura de sus libros acabé por convencerme que no todo depende de nuestra biología y que podemos hacer mucho por cambiar las cosas, incluso la configuración de las conexiones neuronales de nuestro propio cerebro. Me dio argumentos para animarme.
Le dediqué una Dulcinea del mes en el que hasta hoy era mi Centro de la Mujer, concretamente la del mes de abril de 2009, fecha en que cumplía 100 años y luego recomendé alguno de sus libros. Os cuelgo los enlaces para que la recordéis conmigo. Pinchad aquí y aquí y si queréis enlace directo al relato de su propia biografía pinchad aquí.
Descanse en paz y, llevaba usted razón, de usted sobrevivirán muchas cosas, muchos mensajes que deben seguir siendo escuchados para aprender y seguir cambiando cosas. Y mirar al futuro como dice en el primero de los vídeos que os cuelgo de una entrevista suya en la RAI. Está en italiano pero no se entiende mal.
En la segunda parte dice algo así como que el progreso consiste en utilizar el mejor componente de nuestro cerebro debe ser utilizado para ayudar al prójimo.
Y en el último se refiere a la plasticidad del cerebro además de seguir demostrando que era una gran conversadora. Cuenta al final que estaba leyendo una novela de Agatha Christie cuando recibió la llamada de Estocolmo diciéndole que se le había otorgado el premio Nobel.
2 comentarios:
Esta mujer se merece más de un comentario. Yo la conocí a través de tí. Gracias por eso. Un beso.
Soy yo. Tú ya lo sabes....;)
Era alucinante. Yo la conocí por mi amigo Pedro.
Publicar un comentario