El otro día trasteando papeles viejos me encontré una póliza de 25 pesetas que, para los que ya no se acuerdan de las pesetas, vendría a tener hoy un valor de 15 céntimos de euro. Y si no se acuerdan de las pesetas menos se van a acordar de las pólizas claro, que eran, como la que veis en la fotografía, una especie de sello que se pegaba en determinados documentos para satisfacer un impuesto de timbre. Vamos lo que ahora son las tasas para cualquier cosa (hasta para compulsar) pero pasando la lengua por el sellito y pegándolo al documento que necesitaba ser timbrado.
Eran una lata porque normalmente era lo que te decían que faltaba cuando ibas a presentar el papel pero el procedimiento era más sencillo que ahora ya que bastaba con acercarse a un estanco, comprar la póliza con la cantidad requerida y pegarla.
Para pagar ahora una tasa, pongamos para pedir unos penales o unas últimas voluntades o presentarse a una oposición, tienes que tener conexión a Internet, ordenador, tablet o móvil con datos, saber en qué página tienes que buscar el modelo, encontrarlo, rellenarlo, imprimirlo (también necesitas impresora), llevarlo al banco, pagar la tasa y acompañar el papelito sellado por el banco, aunque a veces se puede hacer todo sin imprimir pero más vale guardar el pdf del documento porque puede que no les aparezca y mejor tener prueba de haber pagado. Y nada de 15 céntimos, claro.
Eso, que hoy los tiempos adelantan que es una barbaridad, pero sólo para según qué y para quién.
1 comentario:
Todita la razón.
Por muchos adelantos antes era más fácil y rápido.
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