Me pide Domingo que me extienda con un relato sobre la jornada de esta mañana en El Toboso y como es mi lector más asiduo y mi comentarista más fiel le voy a hacer caso.
La verdad que esta mañana no tenía ninguna gana de irme al mercadillo “a poner lacitos blancos” y me he ofrecido a quedarme de guardiana del castillo en el Centro de la Mujer. Mis compañeras me han mirado con aviesas intenciones y me han convencido de que teníamos que ir todas. Que para una vez que hemos conseguido completar el equipo nos podíamos “lucir” juntas.
Había llegado al Centro a las ocho y media (puntualidad quereña, cosa rara) y me había puesto como una loca a imprimir los carteles que había estado haciendo ayer por la tarde en los ratos libres que me dejó el gran número de consultas que tuve; que eso sí que me pareció raro, pero es que había dado el viernes una charla de testamentarías y herencias y resultó ser una inversión muy fructífera. Cuando llegaron mis compañeras, que entran a las nueve ya que tenemos un horario abierto, nos dedicamos a imprimir y fotocopiar como posesas para llevar mucha información al puesto que nos habían reservado en el mercadillo. También estuvimos confeccionando lacitos, que no se si sabéis que no vienen hechos de fábrica sino que hay que hacerlos a mano (concretamente a mano de abogada y de economista).
Pues bien, cargadas de folletos y lazos, y yo con la cámara colgada del cuello, nos colocamos en la mesa que nos habían situado en un lugar de belleza sin igual. Oye, que va en serio, que nos habían puesto la mesa delante del Pozo de la Moreneta (que se llama así porque está junto a la ermitilla de la Virgen) y con la torre de la iglesia al fondo.
Aunque casi todas las personas a quienes ofrecíamos el lacito lo aceptaban, al principio la gente era reticente a firmar en el libro que habíamos preparado y si firmaban no querían escribir nada, pero luego empezaron a animarse. El vendedor de pollos que teníamos a nuestra izquierda se acercó a pedirnos un lazo y con tal motivo improvisamos una campaña consistente en hacer una fotografía a todo hombre que se acercara y firmara contra la violencia de género. La cosa comenzó un poco en broma pero poco a poco los hombres se iban acercando e incluso conseguí la firma de los dos marroquíes del puesto de enfrente a los que convencí para que pusieran frases en árabe contra la violencia hacia las mujeres. Abdelazuf me dijo que había puesto que el hombre que pega a las mujeres es un salvaje y que su amigo había escrito que las mujeres éramos la mitad de la humanidad (luego pediré a mi amigo Mohamed que me lo traduzca).
Aprovechando lo del árabe comencé a pedir a todas las extranjeras y extranjeros que veía que si me podían escribir algo en su idioma y así tengo frases en ucraniano, en rumano y en búlgaro con la intención de fotografiarlas y colocarlas ampliadas en el Centro de la Mujer para que nos entendamos con todo el mundo. Lo que se dice tres campañas en una: contra la violencia de género en general, hombres contra la violencia e inmigrantes contra la violencia de género. Me lo he pasado como los indios. Algunas personas incluso pretendían darnos dinero ya que no tenían claro que era una campaña informativa y que no recaudábamos fondos para nada sino que sólo pedíamos solidaridad y que nadie pudiera ser considerado cómplice de la violencia con su silencio.
No se me tiene que olvidar que nos han ayudado mucho algunas mujeres que se han acercado a la mesa, que se han encargado de poner lazos y de llamar a quienes pasaban un poco de largo. Mañana vamos a Quero y el viernes a Miguel Esteban. Esperemos que se de igual de bien.
La verdad que esta mañana no tenía ninguna gana de irme al mercadillo “a poner lacitos blancos” y me he ofrecido a quedarme de guardiana del castillo en el Centro de la Mujer. Mis compañeras me han mirado con aviesas intenciones y me han convencido de que teníamos que ir todas. Que para una vez que hemos conseguido completar el equipo nos podíamos “lucir” juntas.
Había llegado al Centro a las ocho y media (puntualidad quereña, cosa rara) y me había puesto como una loca a imprimir los carteles que había estado haciendo ayer por la tarde en los ratos libres que me dejó el gran número de consultas que tuve; que eso sí que me pareció raro, pero es que había dado el viernes una charla de testamentarías y herencias y resultó ser una inversión muy fructífera. Cuando llegaron mis compañeras, que entran a las nueve ya que tenemos un horario abierto, nos dedicamos a imprimir y fotocopiar como posesas para llevar mucha información al puesto que nos habían reservado en el mercadillo. También estuvimos confeccionando lacitos, que no se si sabéis que no vienen hechos de fábrica sino que hay que hacerlos a mano (concretamente a mano de abogada y de economista).
Pues bien, cargadas de folletos y lazos, y yo con la cámara colgada del cuello, nos colocamos en la mesa que nos habían situado en un lugar de belleza sin igual. Oye, que va en serio, que nos habían puesto la mesa delante del Pozo de la Moreneta (que se llama así porque está junto a la ermitilla de la Virgen) y con la torre de la iglesia al fondo.
Aunque casi todas las personas a quienes ofrecíamos el lacito lo aceptaban, al principio la gente era reticente a firmar en el libro que habíamos preparado y si firmaban no querían escribir nada, pero luego empezaron a animarse. El vendedor de pollos que teníamos a nuestra izquierda se acercó a pedirnos un lazo y con tal motivo improvisamos una campaña consistente en hacer una fotografía a todo hombre que se acercara y firmara contra la violencia de género. La cosa comenzó un poco en broma pero poco a poco los hombres se iban acercando e incluso conseguí la firma de los dos marroquíes del puesto de enfrente a los que convencí para que pusieran frases en árabe contra la violencia hacia las mujeres. Abdelazuf me dijo que había puesto que el hombre que pega a las mujeres es un salvaje y que su amigo había escrito que las mujeres éramos la mitad de la humanidad (luego pediré a mi amigo Mohamed que me lo traduzca).
Aprovechando lo del árabe comencé a pedir a todas las extranjeras y extranjeros que veía que si me podían escribir algo en su idioma y así tengo frases en ucraniano, en rumano y en búlgaro con la intención de fotografiarlas y colocarlas ampliadas en el Centro de la Mujer para que nos entendamos con todo el mundo. Lo que se dice tres campañas en una: contra la violencia de género en general, hombres contra la violencia e inmigrantes contra la violencia de género. Me lo he pasado como los indios. Algunas personas incluso pretendían darnos dinero ya que no tenían claro que era una campaña informativa y que no recaudábamos fondos para nada sino que sólo pedíamos solidaridad y que nadie pudiera ser considerado cómplice de la violencia con su silencio.
No se me tiene que olvidar que nos han ayudado mucho algunas mujeres que se han acercado a la mesa, que se han encargado de poner lazos y de llamar a quienes pasaban un poco de largo. Mañana vamos a Quero y el viernes a Miguel Esteban. Esperemos que se de igual de bien.
1 comentario:
Mujer que si te leen. Y lo otro será la pereza de escribir, o la falta de tiempo.
Normamente, intento cortarme de opinar, al igual que en los foros y todo eso. Lo que pasa es que no lo puedo remediar. Al final acabo diciendo algo.Aunque sea una tonta.
No es que escriba mucho, es que los/as demas no escriben. Y puede dar la sensacion de que estoy en todas.
Hombre, en casi todas si que estoy. Solo falta que esté el demas personal. Que es diferente.
Alguien no escribirá, evidentemente, por que no tiene internet, o por falta de tiempo. Pero otra gente no escribe u opina porque no le da la gana.
El reportaje está estupendo.
Me he entretenido mirando "post" de lo del video de los futbolistas en 20 Minutos. Ea, que muchos comentarios son como para salir corriendo. No sea que nos den de ....Madre mia, con la afición.
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