El pasado día 7 de febrero disfrutando un día de asuntos propios hice una incursión en la exposición Hispania Gothorum del Museo de Santa Cruz con la poco sanísima intención de hacerle una foto al cancel de mi pueblo que se expone allí (por cierto, que pese a hacerla con el móvil no ha salido mal del todo). Casi me veo la exposición entera buscándolo pero cuando lo encontré sentí un profundo orgullo de quereña. Está precioso y eso que sólo tiene dos halógenos y poco más. Inmediatamente mandé un sms al alcalde de mi pueblo instándole a preparar ubicación e iluminación acorde con la valía de la pieza para cuando vuelva a Quero porque lo tenemos al pobre en la escalera del Ayuntamiento sobre dos hierros oxidados y no es plan.
La exposición merece un viajecito a Toledo, que tengo intención de hacer bien acompañada de experto en la materia, porque tiene, si no todo, lo mejor en arte visigodo.
La muestra también versa sobre San Ildefonso, patrón de Toledo (no se si los toledanos seguirán aprovechando su día, 23 de enero, para subir a Madrid a las rebajas) lo que me recordó el escudo que había sobre la portada de la entrada a mi antigua residencia de estudiantes, que representaba a la Virgen en el acto de imposición de la casulla de obispo a San Ildefonso. Y es que mi residencia, que estaba en el casco antiguo, había sido domicilio de algún miembro del cabildo catedralicio (la catedral estaba a un tiro de piedra, bajando por la calle Locum) o, según otras fuentes, de uno de sus arquitectos.
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