Ayer por la tarde estuve en El Toboso (por si estuviera pocas horas todos los días) en mi nueva faceta de fotógrafa de clausura de cursos y esas cosas y porque las del Curso de Atención al Anciano Dependiente me habían pedido que les hicera fotos para hacerles una orla. Sí, la foto esa grande con un montón de cabecitas en la que nunca encuentras a la persona que estás buscando porque algunas veces ni siquiera te encuentras tú ya que la emulsión de plata suele haber degenerado y no se ve ni torta.
No es que me he metido a Beringola ni nada por el estilo, aunque si alguna vez consigo que alguien me ofrezca dinero por una foto habrán despertado la loba hambrienta que hay en mí (deseosa de salir de pobre mileurera o mileurista, que ambas cosas permite la Real Academia, aunque sólo sea porque no ha recogido ninguno de los términos referidos a la titutada o titulado, normalmente superior, que no percibe otros emolumentos que la pobre nómina que supera en poquísimo los mil euros, y gracias).
Bueno, a lo que iba, que cuelgo la foto de grupo que les hice, interrumpiéndoles la clase porque llegué tarde. Habíamos quedado a las seis, pero a esa hora todavía estaba mi mecánico intentando que el rumano que trabaja en su taller no redujera a chatarra el filtro del gasoil de mi coche (broma que me costó 150€ de los arriba referidos ingresados en mi cuenta por la mañana).
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