Esta mañana nos han mandado el listado con los teléfonos y los cambios de personal del Servicio Provincial del Instituto de la Mujer en Toledo: cuatro mujeres y cuatro hombres. Y me ha dado por meditar las diferentes reacciones cuando el caso es a la inversa. Porque, vamos a ver, al principio había sólo mujeres y ahora hay paridad, y entre el principio y el final ninguna mujer se ha levantado en armas para protestar por la contratación de una "cuota" masculina ni, de momento, ha puesto en duda que los hombres que hayan comenzado a trabajar en el Instituto no estén allí por su mérito y capacidad y no porque obliga la Ley de Igualdad. Imaginemos por un momento que sucede al revés, que un lugar donde hasta hace bien poco sólo había hombres pretende la paridad. Creo que nos habríamos enterado por otros medios en lugar de por el e-mail donde figuran los cargos. Y aquí las bases, desde luego, no están masculinizadas porque los hombres que trabajan en Centros de la Mujer se pueden contar en cada provincia con los dedos de las manos. (Si pagaran más, otro gallo cantaría, aunque hay que pasar el examen, claro).
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