Estos días he estado pensando y dando vueltas a cómo llamar a un nuevo apartado que quiero añadir a mi blog y no se si he llegado a una conclusión. Lo que pretendo es incluir textos, frases, fragmentos de cartas... en definitiva manifestaciones de hombres (y por qué no de mujeres) que han pasado a la historia como grandes y que no podrían realizarse a fecha de hoy en público sin rubor ni crítica. Primero pensé ponerle "¿Os siguen pareciendo grandes?" pero de momento voy a llamar a la sección "Perlas machistas", que creo que se entiende mejor. Luego ya veré qué se me ocurre.
Comienzo con Freud, que nunca ha sido de mis favoritos. El texto que copio y que se recoge en su Epistolario es un trozo de una carta que escribe a la que luego fue su mujer y que entonces era sólo su novia Martha Bernays. Él mismo se consideraba ya anacrónico en su forma de pensar (y la carta es de 1883). Freud le escribía lo siguiente con 27 añitos a Martha:
"Yo estimo que el cuidado de la casa y de los niños, así como la educación de éstos, reclaman toda la actividad de la mujer, eliminando práticamente la posibilidad de que desempeñe cualquier profesión. Y seguirá siendo así el día en que las cosas se simplifiquen y los adelantos liberen a la mujer de la limpieza, la cocina, etcétera".
Parece que en ningún momento se plantea la posibilidad de que sea el hombre quien lo haga o, al menos, "ayude" a la mujer y no deja mucho lugar a la esperanza porque pronostica que las cosas seguirán igual pese a los adelantos. Seguimos:
"Me parece una idea muy poco realista la de enviar mujeres a la lucha por la existencia como si fueran hombres. ¿He de pensar en mi dulce y delicada niña como en un competidor? Después de todo la contienda podría terminar sólo diciéndole, como hace diecisiete meses, que la amo y que haré todo lo que sea preciso para mantenerla alejada de la lucha por la existencia en la sosegada e ininterrumpida actividad de mi hogar".
"Me parece una idea muy poco realista la de enviar mujeres a la lucha por la existencia como si fueran hombres. ¿He de pensar en mi dulce y delicada niña como en un competidor? Después de todo la contienda podría terminar sólo diciéndole, como hace diecisiete meses, que la amo y que haré todo lo que sea preciso para mantenerla alejada de la lucha por la existencia en la sosegada e ininterrumpida actividad de mi hogar".
El padre del psicoanálisis considera que trabajar es luchar por la existencia y que el trabajo es competición. No reconoce a las actividades cuya responsibilidad atribuye sólo a las mujeres y que había mencionado como impedimentos para ejercer una profesión esa cualidad de aportar algo a la existencia.
Y sigue Freud (demostrando que sabe que las cosas no son así naturalmente sino demostrando que conoce la diferente socialización de mujeres y hombres y conociendo que las mujeres son educadas para serlo):
"Es posible que la educación distinta pudiera suprimir todas las delicadas cualidades femeninas –tan necesitadas de protección y al mismo tiempo tan poderosas- con el resultado de que podría ganarse la vida como cualquier hombre. (...) Estimo en cualquier caso que toda posible reforma, que toda posible legislación y educación se estrellarán contra el hecho de que, mucho antes de la edad en que pudiera ejercerse en nuestra sociedad una profesión, la Naturaleza habrá designado ya a la mujer, por su belleza, encanto y bondad, para otra clase de empresa".
Luego sabe que las cosas podrían ser distintas pero no quiere prescindir del "eterno femenino" y conoce nuestros "techos de cristal". Viene a decir algo así que cuando podamos ejercer una profesión en pie de igualdad con los hombres ya se encargará la madre naturaleza de hacernos madres.
Y concluye, diciendo lo que realmente piensa, sabiendo que no debe ser así y anunciando que las cosas van a cambiar:
Y concluye, diciendo lo que realmente piensa, sabiendo que no debe ser así y anunciando que las cosas van a cambiar:
"No, en este aspecto yo prefiero ser anacrónico y atesorar mi anhelo de Martha tal como es ahora, y no creo que ella quiera ser diferente. La legislación y la costumbre habrán de conceder vuestro sexo muchos privilegios, pero la función de la mujer no podrá cambiar y seguirá siendo una novia adorada en la juventud y una esposa bien amada en la vejez”.
Ya lo sabéis chicas, que por grandes que sean en otros aspectos, cuando se trata de buscar novia o esposa prefieren ser "anacrónicos".
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