Últimamente el monográfico de Inglés también pudiera ser entendido como monográfico de animación al consumo responsable (o irresponsable, según) de dulces. En primer lugar, cada vez que alguien se atreve a disertar en el idioma de la Gran Bretaña sobre el tema que se le ocurre, Lola, nuestra profesora, tiene a bien obsequiarle con bombones, que, ni que decir tiene, degustamos también el resto de la clase. Y ayer jueves, con motivo de versar la clase sobre la importancia del chocolate como elevador de morales alicaídas y acabar hablando de comida (y dejándonos psicoanalizar por Inmaculada en atención a la comida con la que nos identificábamos), pues eso, que Inma se llevó una tarta, Lola sacó una botella de sidra y no acabamos la clase cantando cantos regionales porque el "It's a long way to Tiperary" no resulta ni remotamente parecido al "Asturias patria querida" para concluir las reuniones de amistad (y además yo no puedo tomar alcohol y encima no me gusta la sidra).
También hacemos relajación e incluso tuvimos un curso de reanimación cardiovascular con muñecos a los que debíamos practicar el boca a boca (aunque creo que el mío se me murió porque tenía un agujero y no se le inflaba el pecho). En definitiva, que no se qué hacéis que nos os matriculáis en la Escuela de Idiomas, sobre todo en los monográficos de conversación, que de verdad lo pasamos muy bien como podéis comprobar en esta foto que hizo mi compañero Gustavo. Por cierto, que la tarta estaba buenísima.
Nota: Después de colgar la foto me ha mandado Gustavo un e-mail en el que me recordaba que no había dicho el tipo de tarta que era. Suele pasar cuando llegas tarde a clase, que no te enteras del nombre de las cosas. Era una "carrot cake" (tarta de zanahoria, en cristiano) y dice mi compañero que es una de las pocas cosas que hacen bien los hijos de la Gran Bretaña. Yo sobre lo/as british no se, pero la spanish que hizo la tarta la hizo de muerte.
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