Hace poco se vendía una colección en los quioscos que llevaba por título "Grandes Pensadores Españoles" y como por tal se ha venido teniendo, y se tiene sin apenas discusión, a Gregorio Marañón (a quien siempre parece que debemos referirnos con el "Don" delante, que si no parece que no suena igual) y yo no había leído nada de ese "gran pensador" compré a módico precio un ejemplar que incluía además de parte de sus "Ensayos librerales" algo que llevaba por título "Raiz y decoro de España" que se publicó en 1933 y en cuyo prólogo me llamó la atención un párrafo que me animó a comenzar la lectura entre cuyas páginas navegué por corto espacio de tiempo al venir a dar con las perlas que motivan la inclusión de este post entre mis "perlas machistas".
Decía el prólogo que "si la humanidad es mejor cada día -¡y lo es!- esto se debe, en gran parte, al providencial descontento y dolor de la hora presente, aguijón incomparable para nuestra perfección". Como la hora presente que el presente vivimos tampoco se distingue por el general contento, me adentré en las páginas del libro para venir a dar con el razonamiento del autor en torno a la igualdad que no es otro que el derecho puede sernos repartido por igual pero que nada de lo que ocurra en el mundo realizará el sueño de la igualdad porque nada podrá igualar los deberes de cada ser humano, que dice que "¿cómo podrán ser iguales en el atleta y en el raquítico, en el genio y en el idiota, en la hembra y en el varón...?
Bueno, pensé, esto va para picar y luego cambia el tono, pero ¡quiá!, tras el sueño de la igualdad se ocupa de los "deberes ligados al sexo" donde lo que le importa es afirmar que "el deber del varón como tal varón es trabajar y producir. El deber de la mujer, como ente sexual, es ser madre; buena madre y madre para siempre: lo demás de nuestra vida estará bien o mal, según concurra o no, directa o indirectamente, a estos fines supremos" y poco después dice en el apartado "Maternidad y Dictadura" (curiosa relación) lo siguiente: "que el hombre, todo el hombre, el alto y el bajo, trabaje. Y a su lado, que la mujer sea madre en toda su integridad, es decir, que no se limite a dar a sus hijos a luz, sino que los críe y recríe a su cuidado directo -cuidado del cuerpo y del alma- hasta que la adolescencia los separe de su lado", que "la ausencia de la generosidad maternal engendra el defecto más corrosivo del hombre, que es el escepticismo" y que "la falta de la madre es en parte el orígen de los regímenes de fuerza". Tras leer que nos pueden igualar en derechos pero que "los deberes en la mujer son específicamente distintos de los deberes viriles" y defenderse como "antifeminista frente a casi todas las femimistas, y feminista frente a muchas de nuestras pobres mujeres", no pude seguir, porque pasando hojas y mirando al azar no veía nada más que disparates de similar calibre.
Resulta evidente que hace mucho que nadie (salvo Gallardón, tal vez) se ha leído a Marañón pero sigue pasando por gran pensador. Y con lo poquito que he leído parece que no era un producto de la opinión de su tiempo porque se ocupa de contrarrestar opiniones que razonan lo contrario que él. Así que va a tener razón Alicia Puleo cuando dice que el corpus consagrado como historia oficial de la Filosofía (y de cualquier otro saber, añado) se ha constituido con textos que no impugnan la jerarquía de los sexos.
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