sábado, enero 31, 2015

"Los ángeles mueren por nuestras heridas", de Yasmina Khadra.

"Me llamo Turambo, y al amanecer vendrán a por mí".
Así comienza el primer libro que he leído este año, penúltima obra de un autor que firma con nombre de mujer pese a ser hombre, llamarse Mohamed Moulessehoul y haber sido coronel del ejército argelino.
El primer libro que leí de Yasmina Khadra lo cogí de la biblioteca de Villafranca porque me llamó la atención el título ("La parte del muerto") y comencé a leerlo sin hacer más averiguaciones sobre la supuesta autora que entonces no me sonaba para nada. Ya en las primeras páginas me sorprendió que una mujer escribiera de manera tan dura, casi agresiva y que, con nombre árabe, pareciera conocer tan desde dentro la vida y forma de hablar de policías y delincuentes, no porque crea que mujeres y hombres escribamos diferente sino por la imposibilidad de que una mujer hubiera podido vivir en primera persona en un país como Argelia las experiencias que relataba y hablar como su comisario Llob lo hace en el libro, denunciando corruptelas policiales y políticas como si las hubiera conocido. Hasta que descubrí que no era autora sino autor y que utilizaba seudónimo femenino para pasar desapercibido y denunciar ese tipo de prácticas que conocía por contacto directo y desde dentro del ejército.
Recientemente, con motivo de la publicación de su último libro ("A qué esperan los monos"), preguntado sobre si con sus personajes femeninos pretendía rendir homenaje a la mujer argelina, el autor señalaba que sus personajes femeninos son una forma de reivindicar a la mujer a secas, que no es gratuito que su seudónimo sea un nombre de mujer y que "la desgracia de la humanidad deriva de las barbaridades cometidas contra las mujeres".
El libro que me he leído está protagonizado por un personaje masculino que en la primera línea se presenta como Turambo pero que ni siquiera es su nombre (que no conocemos hasta muy avanzado el libro y como escondido y sin interés en que se conozca) sino el que le da al pueblo en el que nació y que ya no existe porque se lo llevó una avalancha de tierra. Y digo "le da" porque tampoco es el nombre del pueblo, cosa que ignora el propio protagonista, sino una deformación idiomática del nombre de un escritor francés que tendría la barriada de la que procede.
Pues bien, Turambo espera en la primera página a ser ajusticiado por la comisión de un delito que ignoramos y yo me he pasado casi hasta el final del libro pensando qué había cambiado en su vida que pueda hacerle merecedor de la guillotina. Y es que el protagonista es un pobre desgraciado que ni siquiera sabe leer y que, tras dar tumbos en trabajos de poca monta y en los que dura una siesta, acaba como boxeador cuya experiencia ocupa gran parte del libro y, sobre todo, su relación con las mujeres de su vida, relaciones que siempre generan el rechazo de otras personas (su familia, sus supuestos amigos, su patrocinador...). 
Turambo vive intentando mantenerse limpio en ambientes bastante sórdidos, dando tumbos y sin que aparentemente pueda tomar decisiones libres ya que su vida va orientada a lo que los demás quieren de él para su propio beneficio, sobre todo cuando se va convirtiendo en un boxeador importante. Cada vez que quiere decidir por sí mismo se encuentra con la oposición de los otros tanto a nivel profesional como, sobre todo, amoroso. La tragedia se va masticando y no sabemos por qué ya que no parece que ese pobre boxeador pueda cometer ningún delito hasta la parte final del libro en la que se desata el caos en la vida de Turambo.
Aunque las últimas páginas no me han acabado de cuadrar por el acelerado resumen del final de la vida del personaje (que no es tan corto como esperamos) me ha gustado este libro. Analiza la diversidad de la ciudad de Orán, otra protagonista del libro a la que el autor describe poéticamente a veces y otra con toda su crudeza, con razas, religiones y nacionalidades distintas, la diferente forma de ver la religión, las mujeres y la propia vida, el egoísmo de muchos de los personajes, la fatalidad de la vida de Turambo desde su nacimiento, oprimido por todos los corsés de familia, etnia, religión, estado social... con los que nunca se siente cómodo pero contra los que no parece rebelarse aunque lo haga sin querer, actuando de forma diferente a como "debería" cuando, además, lo único que desea en todo el libro es hacerse querer y llevar una vida tranquila. 

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