Un episodio de la serie Petra Delicado que no me debió dejar mucha huella cuando lo leí por primera vez porque me he dado cuenta que ya lo había leído cuando ya llevaba cincuenta páginas leídas. Y debo decir que con razón no me dejó huella porque no es de los mejores de la serie ni mucho menos.
Petra y el subinspector Fermín Garzón reciben por primera vez el encargo de investigar un caso cerrado. La muerte hace cinco años de un empresario catalán en vergonzosa situación recibió carpetazo cuando el supuesto asesino fue a su vez víctima de homicidio y la mujer con la que estaba el empresario cumplió condena por complicidad. Pero, aunque las hijas del empresario no quieren ni oír hablar de la reapertura del caso, la viuda, segunda esposa del muerto, antes de marcharse a su tierra gallega, pide ayuda a un Juez para que intente averiguar qué pasó, y como a su Señoría le hace tilín la viuda la policía debe volver a la investigación para ver si con nuevas pesquisas se aclara qué sucedió.
Y no se si es el aparente aburrimiento con el que la pareja de policías parece tomarse el asunto o el cambio de la personalidad de los personajes que voy detectando, pero el caso es que pese a que no faltan temas en el libro que podrían convertirlo en una historia frenética (colaboración internacional de policías, mafias, amoríos, tufo de trapos sucios familiares, blanqueo de capitales...), la novela no acaba de coger ritmo, o por lo menos no me lo ha hecho coger a mi en la lectura.
Lo empecé porque confundí el título con otro de la autora que comencé en un ingreso hospitalario de mi madre y quedó pendiente pero lo he leído (bueno, releído) sin ganas, sin que en ningún momento me acabara de enganchar, como por otra parte me debió pasar en la primera lectura porque mira que no acordarme que lo había leído... pero como por cabezonería tengo que acabar cada libro que empiezo, pues lo terminé, pero os lo podéis ahorrar.
Además que me ha puesto de mala sombra que la protagonista ponga a los abogados de algunos de los detenidos de patitas en el pasillo de la comisaría tomando las declaraciones sin su presencia como si ello fuera posible en nuestro sistema, que otra cosa igual no tiene, pero los derechos de los justiciables a la asistencia letrada se respetan habitualmente.
Espero que el premio Planeta, que también es de la misma autora y lo tengo en lista de espera, sea mejor. Pero ya para año nuevo.
Y no se si es el aparente aburrimiento con el que la pareja de policías parece tomarse el asunto o el cambio de la personalidad de los personajes que voy detectando, pero el caso es que pese a que no faltan temas en el libro que podrían convertirlo en una historia frenética (colaboración internacional de policías, mafias, amoríos, tufo de trapos sucios familiares, blanqueo de capitales...), la novela no acaba de coger ritmo, o por lo menos no me lo ha hecho coger a mi en la lectura.
Lo empecé porque confundí el título con otro de la autora que comencé en un ingreso hospitalario de mi madre y quedó pendiente pero lo he leído (bueno, releído) sin ganas, sin que en ningún momento me acabara de enganchar, como por otra parte me debió pasar en la primera lectura porque mira que no acordarme que lo había leído... pero como por cabezonería tengo que acabar cada libro que empiezo, pues lo terminé, pero os lo podéis ahorrar.
Además que me ha puesto de mala sombra que la protagonista ponga a los abogados de algunos de los detenidos de patitas en el pasillo de la comisaría tomando las declaraciones sin su presencia como si ello fuera posible en nuestro sistema, que otra cosa igual no tiene, pero los derechos de los justiciables a la asistencia letrada se respetan habitualmente.
Espero que el premio Planeta, que también es de la misma autora y lo tengo en lista de espera, sea mejor. Pero ya para año nuevo.
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