Creí la publicidad de la editorial que afirmaba de esta novela que oscilaba "entre la más aguda disección de la realidad y el surrealismo más hilarante" y como me apetecía reirme me lancé a la lectura dándome pronto cuenta que la historia no tiene nada de hilarante y acabando con un regusto triste.
Hope Randall tiene una familia un poco especial cuyos miembros desde hace generaciones han ido recibiendo la revelación del día en que tendría lugar el fin del mundo, no todos en la misma fecha claro está. Y como podéis comprobar aquí seguimos, así que ninguno de los pronósticos se cumplió.
La acción del libro comienza en el año 1989 cuando Hope y su madre huyendo del posible cumplimiento de la premonición que tuvo ésta al bajarle la regla de que el mundo acabaría precisamente en el verano de ese año, tienen una avería en el coche en Rivière-du-Loup, localidad de Quebec, Canadá, y se quedan a vivir allí.
Hope, que aunque bastante excéntrica parece la cuerda de la familia, conoce al otro protagonista del libro, Michel Bauermann, y se hacen muy amigos. Comparten mucho tiempo en el sótano de la casa de Mickey, que llaman el búnker, viendo la tele o hablando de la actualidad o de una hipotética explosión nuclear. Hay que tener en cuenta que en el muro cayó en noviembre del año en el que se desarrolla la acción del libro con lo que cualquier cosa era creíble respecto a una posible guerra nuclear.
Hope, cuya principal lectura son los tomos de "Aprendra ruso en casa", vive con su madre en lo que fue una tienda de mascotas que todavía huele a sus antiguos ocupantes y cuyas condiciones higiénicas dejan mucho que desear debido a que la madre no toma su medicación y le da bastante al alcohol dejando progresivamente de ocuparse de la vivienda, en la que ha ido acumulando comida de manera patológica, de su hija y de si misma.
La cria parece no haber heredado la capacidad pseudo-profética propia de su familia posiblemente porque pese a su edad todavía no ha tenido nunca el periodo, pero un día comienza a darse cuenta que todos los paquetes de fideos ramen con los que tiene contacto tienen la misma fecha de caducidad, el 17 de julio de 2001. Que dicho sea de paso no sabía yo a qué se referían cuando hablaban del ramen, que no parece que coman los protagonistas otra cosa, y como no distingo los fideos entrefinos de los cabello de ángel lo tuve que buscar en Internet y parece que son una versión japonesa de la sopa china de fideos instantánea.
Hope comienza una progresiva obsesión por la fecha hasta que ve el anuncio de un libro en el que un tal Charles Smith profetiza el fin del mundo para la misma fecha momento en el que la chica comienza a buscar al autor, que publica con pseudónimo y la peripecia la lleva a Japón.
Hasta entonces la narración la había llevado a cabo en primera persona Mickey pero cuando Hope coge todo su dinero e inicia la búsqueda del autor del libro el relato pasa a realizarlo un narrador siguiendo a Hope casi hasta el final en una historia irreal y desquiciante que algunos ratos no me costaba seguir ya que la chica parece haberse descentrado totalmente y la realidad haberse puesto bastante poco real.
Al final recuperamos la narración de Mickey cuando ha pasado el tiempo y nos aproximamos a la fecha de caducidad de los fideos.
No me acabó de convencer la novela aunque relata muy bien el verano de los protagonistas y la agónica sensación de un mundo que se siente amenazado por una hecatombe nuclear con sótanos a modo de búnkers en las casas y con una sensación de que en cualquier momento todo podría acabar. También refleja la realidad de familias desestructuradas como la de Hope, con una madre con problemas mentales, y los dos protagonistas dejados un poco sin control viendo tele, comiendo comida basura... Es un libro raro y como decía al principio un poco triste en el fondo. Lo único gracioso es el intento de Hope de entenderse en Japón con una guía rápida que no parece contener ninguna frase útil pero sí muchas frases relacionadas con la protección contra un ataque nuclear («¿Dónde puedo encontrar un búnker cerca de aquí?», o «¿Puedo pedirle prestada su máscara antigás / su ropa antiatómica?»).
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