lunes, marzo 12, 2018

Séptimo libro 2018: "La semilla de la bruja", Margaret Atwood.

Posiblemente lo que más me gustó del libro fue su llegada a casa. Fue el primero que me llegó al suscribirme a Bookish donde sabes que te mandarán un libro al mes pero no sabes nada más hasta que no te llega. Prometen editoriales de prestigio y libros de calidad de publicación reciente. Además lo recibes en una caja sujeta con una goma y personalizada con un texto del libro que te envían y dentro una guía de lectura, un detalle relacionado con el libro o su autor o autora y alguna que otra cosita que supone un plus de intriga, sorpresa y disfrute antes incluso de descubrir qué libro hay tras el papel de seda en el que viene envuelto.
En el primer envío cumplieron y acertaron porque me gusta Margaret Atwood, porque Lumen es una muy buena editorial, porque me mandaron el libro tres o cuatro días después de su publicación y porque me gusta el te e incluyeron una bolsita de Yellow Label de Lipton. ¡Ah! también una postal con una foto de la autora sobre la que se puede leer una frase suya.
En cuanto a la obra, debería haber hecho caso de la guía de lectura y haber leído primero "La Tempestad" de Shakesperare porque igual habría entendido mejor todos los matices que se que me he debido perder del libro y que me han hecho saltarme algunos párrafos.
Debería tal vez haber visto algún vídeo de la obra o por lo menos haber leído antes la parte final del libro donde Atwood resume La Tempestad porque la obra que ahora reseño es la contribución de la autora a un proyecto de Hogarth Press (la editorial fundada por Virgina Wolf y su marido) que se proponía recrear obras de William Shakespeare en su cuarto centenario. O, puestos a facilitar la cosa, haber visto la película en la que Helen Mirren hace de Próspero.
Bueno, al lío. "La semilla de la Bruja" (referencia la Calibán del Bardo) es una obra dentro de una obra, o varias, ya que su protagonista, Felix Phillips, un reputado director teatral, comienza preparando una representación de la Tempestad para un importante festival de teatro, desarrolla la novela, una vez caído en desgracia por la traición de su socio, preparando otra representación alternativa en un correccional con los presos y a la vez protagoniza a modo del Próspero de la obra su propia Tempestad personal.
Casi toda la novela se desarrolla, no obstante, en el correccional Fletcher donde Felix trabaja con el nombre ficticio de señor Duke. Le acompañamos en la preparación de la obra, la selección de los actores y equipos de trabajo y le seguimos en la planificación de su venganza contra aquellos a quienes culpa de su caída en desgracia que sin saber que él está detrás acudirán a ver la obra a la prisión.
Felix perdió a su mujer y luego a su hija, Miranda, como la de La Tempestad, y tras el impacto que le supone la traición del que creía su amigo personal y profesional, pierde un poco el norte y busca su isla personal, como aquella en la que vive Calibán en la obra de Shakespeare, refugiándose en el dolor de la pérdida viendo una especie de fantasma de su hija que vive con él y recomiéndose durante años buscando la manera de vengarse, hasta que en el tercer año dirigiendo el curso de teatro en el correccional ve su oportunidad y desarrolla todo su potencial creativo y... vengativo.
En el fondo Felix no puede vivir sin el teatro y es un tipo muy, pero que muy creativo, de manera que es capaz de ver lo mejor de cada uno de los presos en orden a organizar equipos de trabajo que acaben llevando a cabo con pasión y entrega una buena representación de la obra que van grabando en vídeo y luego una representación real para llevar a cabo la venganza de Felix, que es precisamente lo menos creíble de la novela y lo que menos me gustó. Sí que resulta muy entretenida la forma en que los presos van haciendo suya la obra, trabajando el lenguaje, actualizando contenidos y olvidando sus propias personalidades en favor de los actores en los que se van convirtiendo y los personajes que representan.
Ahora bien, no es una obra fácil de leer si se quiere profundizar un poquito y has pasado como yo de prepararme previamente para la lectura. No obstante, puede leerse como obra independiente y puede resultar muy útil para trabajar muchas cosas. No está mal. Y a ver si me animo con la obra de teatro, si la encuentro en YouTube, o con la peli, que me ha dejado intrigada eso de que Próspero sea representado por una mujer, aunque ya hay muchas actrices de teatro que han protagonizado personajes masculinos de Shakespeare y al fin y al cabo en gran parte de las obras clásicas los personajes femeninos se representaban por hombres, así que al revés no debiera llamar la atención. Digo yo. Os cuelgo un fragmentito.

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