Tal vez por lo mal que me sentó el último leído éste me pareció un libro estupendo, pese a que la trama no es lo que se dice la de un novelón de misterio, ni un tremendo whodunnit, pero está muy bien escrito y demuestra una concienzuda labor de investigación y un buen saber hacer que logra que, contando lo que cuenta, el libro sea entretenido y mantenga la necesaria dosis de intriga para acabarlo y, sobre todo y especialmente, demuestra un extraordinario amor por los libros y las bibliotecas.
La narradora, por una casualidad del destino, acaba en Los Ángeles y, acostumbrada desde la infancia a frecuentar bibliotecas, entra en la Biblioteca Central de la ciudad y escucha un comentario sobre su incendio. Ella, usuaria y enamorada de las bibliotecas, se sorprende de no haber tenido noticia del siniestro, ni siquiera de la publicación de algún periódico sobre un hecho tan importante como la práctica desaparición del fondo bibliográfico de una biblioteca tan grande, así que comienza a hacer preguntas y acaba investigando en profundidad tanto el incendio como la vida y personalidad del su presunto autor.
Y es que el incendio no trascendió en demasía por coincidir en el tiempo con la tragedia de Chernobyl: la biblioteca se incendió el 29 de abril de 1986, tres días después, justo al día siguiente del reconocimiento del accidente en la televisión oficial soviética en un breve comunicado cuando ya la enorme radiación había sido percibida en gran parte de Europa. Como es normal, los periódicos y demás medios estaban más interesados en el seguimiento de un desastre de imprevisibles consecuencias que en el incendio de una biblioteca por muy importante que fuera. Y que, pese a la virulencia con la que consumió libros, desde afuera no parecía la cosa tan grave porque el edificio resistió.
La autora quiere saber qué pasó realmente y quien provocó el incendio.
Al fin y al cabo es periodista (y del New Yorker, que no es cualquier
cosa), así que durante la lectura seguimos las averiguaciones que va haciendo y con ella vamos conociendo la historia de la biblioteca, tanto en su aspecto funcional como depósito de libros y depósito de conocimiento (en un edificio de arquitectura muy innovadora en su día pero que tras el incendio estuvo a punto de la demolición no por los efectos del mismo sino por considerarlo una antigualla inservible para su uso) como en su vertiente de centro cultural y de servicio público dinamizador de la ciudad e incluso como refugio de indigentes y punto de interés para los servicios sociales.
También conocemos a las personas que la han dirigido a lo largo de su periplo, mujeres y hombres entregados a su labor, el funcionamiento de la biblioteca como biblioteca central de la que dependen las demás, el personal que trabajaba en ella, los usuarios y, sobre todo, al supuesto incendiario: el rubio Harry Peak ("rubio, muy, muy rubio"), un aspirante a actor que miente más que habla y que, con tal de conseguir la notoriedad que su mediocre carrera como actor no le ha dado, va reconociendo y negando hechos que pueden incriminarlo, liando y dificultando con ello las labores de investigación que tampoco fueron de lo más concienzudas.
Como relata el propio libro "Harry tenía una especial habilidad a la hora de maquillar los acontecimientos para que su vida pareciese menos simple y mezquina" y según su hermana "era el mayor trolero del mundo".
Además del hecho en sí del incendio y su supuesto autor (o no), el libro relata la odisea de intentar salvar el mayor número de libros y buscar salidas para limpiarlos pero, sobre todo, salvar los que no resultaron afectados por el fuego pero sí por el agua que los bomberos aplicaron más que generosamente sobre ellos.
Los guardaron en cámaras frigoríficas hasta que pudieran extraer el agua, secarlos y restaurarlos con la generosidad de algunos y pese a la tacañería de otros. E igualmente nos cuenta la búsqueda de una salida también para el edificio que unos querían salvar y otros derribar.
Finalmente, nos cuenta que toda la gestión del problema supuso un punto de inflexión en cuanto a la protección de las bibliotecas frente al riesgo de incendio, el diseño y la previsión de medidas preventivas y la regulación de protocolos para el futuro.
Físicamente el libro, publicado por Temas de Hoy, es muy bonito, rojo con letras doradas imitando a libros de otras épocas, con papel blando, que lo llamo yo, que permite flexionar el libro e incluso voltear las páginas leídas de la izquierda hacia atrás y ponerlas debajo de lo que te queda por leer. Cada capítulo se introduce con títulos de varios libres, con su ISBN o como se llame el sistema de catalogación en Los Ángeles, con títulos en inglés relativos a la capítulo que introducen. Así, el primero se encabeza por libros que llevan la palabra "begin", y así sucesivamente.
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