Hay libros cortos por los que merece la pena pagar el precio al que se venden porque comprimen en pocas páginas un mundo. No es el caso de éste, que me ha gustado todavía menos que "También esto pasará", de la misma autora.
Cuatro frases tirando a lapidarias repartidas en un relato anodino de una frívola traductora/autora que un día se acuerda de una antigua compañera de colegio que murió a los 15 años y de la que recuerda la última vez que cree haberla visto en el patio del recreo después de ingresar en el hospital por el cáncer que se la llevó a tan pronta edad. El principio del libro promete, pero se queda en eso, en una promesa, hasta que al final retoma como por los pelos el principio. El resto, una tomadura de pelo.
Como en el anterior libro, la vida no parece nada complicada para la protagonista, aunque con dos hijos de diferentes padres, un novio guapo al que está a punto de dejar, y unas amigas que no se cómo lo siguen siendo con la forma que tiene de tratarlas, si el libro hubiera tenido un tono trágico igual habría colado más, pero vive como sin responsabilidad, en plan guay. Claro que parece tener un poder adquisitivo que se lo permite y una tendencia a no asumir responsabilidades que le compliquen la existencia.
Hace como que "investiga" sobre su amiga y lo único que hace es preguntar a quienes también conocieron a la Gema del título y que tuvieron a bien tratarla más que ella, que en resumidas cuentas compartió sus primeros años en clase y al separarse en algún curso no tuvieron más contacto. Ni la visitó en el hospital, ni fue al entierro, ni se ha vuelto a acordar. No me ha gustado nada. Y lo que menos la forma de tratar a una de sus amigas a la que afea su apariencia y parece molestarle sobremanera que se ocupe de su madre, como si tuviera que estar a su disposición cuando la necesita. Claro que, visto el libro anterior, igual se siente un poco culpable ante alguien así.
Tanto bombo y buenas críticas me deberían haber hecho sospechar que los apellidos de la autora pesan más que su calidad literaria, pero, en fin, no todos los Bookish van a ser santo de mi devoción.
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