viernes, febrero 11, 2022

"Un reflejo velado en el cristal", de Helen McCloy. El 4º de 2022.

No me suelen gustar los libros de espíritus o fenómenos aparentemente sobrenaturales o paranormales y éste no ha sido una excepción porque además parece poquísimo creíble y tampoco pasa nada del otro jueves.

A mitad de trimestre, una profesora de un internado femenino es llamada a capítulo por la directora quien, sin más explicaciones, procede a despedirla porque parece no encajar en la "esencia del espíritu" de la institución. Le abona lo que le resta de contrato y a sus preguntas sólo dice que no puede decirle por qué.

Faustina, que así se llama la maestra, intenta averiguar algo antes de marcharse y como ya no le han dado muchas pistas comienza a ver que las chicas se apartan de ella y que la miran con recelo, así que recurre a la única medio amiga que tiene en el centro, una colega alemana que tampoco ha notado nada, pero que, como tiene un novio médico que trabaja como asesor de la Fiscalía del Distrito de Nueva York, se lo cuenta y se mete a detective en ratos libres para investigar qué pasa.

Entre col y col aparece una muerta y una chica dice haber visto a Faustina empujarla, siendo así que la despedida está a muchos kilómetros de allí. El médico se obceca en que la cosa tiene que ver con el fenómeno del "doppelgänger" o doble fantasma, con lo que empecé a desconectar de la trama, por lo demás bastante aburrida porque intenta explicar racionalmente los sucesos a la vez que intenta convencernos de la realidad del fenómeno.

No me ha gustado una chispa. Y además acaba mal. Lectura manifiestamente descartable.

domingo, febrero 06, 2022

"El tesoro del Cisne Negro", de Paco Roca y Guillermo Corral van Damme. 3/2022.

Los Reyes de Pedro me trajeron una delicatesen: un cómic que novela un suceso real que más parece una aventura de piratas. El tesoro del Cisne Negro dibuja y relata la historia del expolio del pecio de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes por parte de la empresa americana caza tesoros Odyssey y su recuperación por parte del gobierno de España tras demostrar en un largo procedimiento judicial que la carga de la fragata hundida por el HMS Amphion de la armada británica el 4 de octubre de 1804 en la batalla del cabo de Santa María, frente al Algarve, con 249 marineros a bordo (de los que sólo sobrevivieron 51 que fueron apresados por los ingleses), no podría pertenecer a la empresa expoliadora, sino a nuestro patrimonio nacional.
El ir cumpliendo años tiene cosas malas, como algunos achaques propios de la edad, pero también tiene cosas buenas como el hecho de que nuestros propios recuerdos son parte de la historia. Sucesos que hemos vivido en tiempo real, ahora hay quien los lee como si fuera una novela de aventuras con piratas buscando tesoros. Y quienes tenemos una edad sabemos que ocurrió realmente y podemos traer a la memoria cómo ocurrió a la vez que disfrutamos de la aventura del cómic. 
Además, también hay una serie de Alejandro Amenábar: La Fortuna, que también entró en el regalo de Reyes y que tengo pendiente.
El pleito en los tribunales americanos por los derechos del hallazgo del tesoro (unas 590 000 monedas​ de plata y oro, principalmente reales de a ocho y escudos acuñados en Perú) nos debió pillar en una época boyante entre crisis económicas y el Ministerio de Cultura, como dicen ahora, "apostó" por el proyecto. 
Como, además, quienes teníamos los documentos y la historia éramos nosotros, teníamos más prueba documental y más razón que la empresa, que sólo tenía interés económico en el asunto, así que ganamos el pleito con costas por temeridad y mala fe (aunque no todos los gastos), ya que Odyssey no sólo no llevó a cabo una investigación arqueológica subacuática lo que se dice ceintífica, dedicándose a pasar la aspiradora por el fondo en una tarea de expolio mondo y lirondo, sino que además dejó patente, hasta para el bajo estándar judicial americano, una mala fe procesal escandalosamente notoria.
Ahora las monedas están en España, pero sólo se han limpiado algunas, dormitando el resto todavía en tappers de plástico sumergidas en líquido que relentice su deterioro. Y es que sabemos ser quijotes cuando nos tocan el orgullo, pero luego se nos va el fuelle y se nos olvida seguir con el trabajo.
Pero, en definitiva, el cómic está muy entretenido. Tiene dos tipos de dibujos: los que cuentan la historia, en viñetas pequeñas, oscuras, prácticamente monocromo, y con personajes como infantiles, tipo Tintín, y los que relatan la batalla y el hundimiento de la fragata, que son unos dibujos mucho más realistas, a página completa y verdaderamente bonitos. A mi son los que me han gustado.
En resumen, una historia de piratas, una investigación histórica, una encarnizada batalla judicial y una historia de amor, un todo en uno. Un gran regalo de Reyes, que tengo que completar con la serie.