Los Reyes de Pedro me trajeron una delicatesen: un cómic que novela un suceso real que más parece una aventura de piratas. El tesoro del Cisne Negro dibuja y relata la historia del expolio del pecio de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes por parte de la empresa americana caza tesoros Odyssey y su recuperación por parte del gobierno de España tras demostrar en un largo procedimiento judicial que la carga de la fragata hundida por el HMS Amphion de la armada británica el 4 de octubre de 1804 en la batalla del cabo de Santa María, frente al Algarve, con 249 marineros a bordo (de los que sólo sobrevivieron 51 que fueron apresados por los ingleses), no podría pertenecer a la empresa expoliadora, sino a nuestro patrimonio nacional.
El ir cumpliendo años tiene cosas malas, como algunos achaques propios de la edad, pero también tiene cosas buenas como el hecho de que nuestros propios recuerdos son parte de la historia. Sucesos que hemos vivido en tiempo real, ahora hay quien los lee como si fuera una novela de aventuras con piratas buscando tesoros. Y quienes tenemos una edad sabemos que ocurrió realmente y podemos traer a la memoria cómo ocurrió a la vez que disfrutamos de la aventura del cómic.
Además, también hay una serie de Alejandro Amenábar: La Fortuna, que también entró en el regalo de Reyes y que tengo pendiente.
El pleito en los tribunales americanos por los derechos del hallazgo del tesoro (unas 590 000 monedas de plata y oro, principalmente reales de a ocho y escudos acuñados en Perú) nos debió pillar en una época boyante entre crisis económicas y el Ministerio de Cultura, como dicen ahora, "apostó" por el proyecto.
Como, además, quienes teníamos los documentos y la historia éramos nosotros, teníamos más prueba documental y más razón que la empresa, que sólo tenía interés económico en el asunto, así que ganamos el pleito con costas por temeridad y mala fe (aunque no todos los gastos), ya que Odyssey no sólo no llevó a cabo una investigación arqueológica subacuática lo que se dice ceintífica, dedicándose a pasar la aspiradora por el fondo en una tarea de expolio mondo y lirondo, sino que además dejó patente, hasta para el bajo estándar judicial americano, una mala fe procesal escandalosamente notoria.
Ahora las monedas están en España, pero sólo se han limpiado algunas, dormitando el resto todavía en tappers de plástico sumergidas en líquido que relentice su deterioro. Y es que sabemos ser quijotes cuando nos tocan el orgullo, pero luego se nos va el fuelle y se nos olvida seguir con el trabajo.
Pero, en definitiva, el cómic está muy entretenido. Tiene dos tipos de dibujos: los que cuentan la historia, en viñetas pequeñas, oscuras, prácticamente monocromo, y con personajes como infantiles, tipo Tintín, y los que relatan la batalla y el hundimiento de la fragata, que son unos dibujos mucho más realistas, a página completa y verdaderamente bonitos. A mi son los que me han gustado.
En resumen, una historia de piratas, una investigación histórica, una encarnizada batalla judicial y una historia de amor, un todo en uno. Un gran regalo de Reyes, que tengo que completar con la serie.