jueves, junio 16, 2022

"Estaré sola y sin fiesta", de Sara Barquinero. El 8º de 2022.

No se si es que nací ya adulta o que me salté la adolescencia sin darme cuenta, pero odio los libros en los que una persona mayor de edad que supuestamente debería tener colocados ya todos los huesos de su cabeza para albergar un cerebro más o menos adulto, siga mirándose el ombligo y culpando al mundo de sus problemas.

La narradora y protagonista tiene ya una edad, un trabajo fijo y remunerado y hasta un novio con el que vive y que quiere ir más allá en su relación.

Pues bien, con motivo de un viaje para asistir al velatorio de una tía con la que apenas ha tenido relación, decide tirar toda su vida por la borda, emprendiendo un viaje en busca de una mujer que no sabemos si vive ni dónde y de la que únicamente tiene datos extraídos de una especie de diario que se encuentra en el contenedor de una obra. 

Viaja de ciudad en ciudad y de hombre en hombre, acostándose con ellos sin más pretensiones, usándolos para dormir en sus casas, utilizándolos y dejándolos como de usar y tirar, siguiendo pistas que es imposible que pudiera obtener de los pocos datos que aporta el diario buscando al hombre que dejó sola y sin fiesta de cumpleaños a su autora. 

Se funde las perras que tenía para las vacaciones, no regresa a trabajar, busca y busca, pero no se busca a sí misma. Una pena. Y, mientras, la madre de la narradora y el novio abandonado intentan explicarse el errático comportamiento de su hija y novia, dudando entre si padece una depresión, una crisis existencial o que ha decidido pasar de ellos. La prota, ni caso.

No sé si es que pertenezco a otra generación o que realmente la tipa de la novela no tiene remedio, pero no me ha gustado el libro. Que, además, es de los de casualidades imposibles que, con nada y menos, encuentran a alguien en un territorio tan grande como España, sin Facebook ni Instagram donde buscar. Que así igual la había encontrado yo sin salir de Quero ni dejar de trabajar. Pero, bueno, las cabezas están como están y cada uno es cada cual.

"La catedrática", de María López Villarquide. 7/2022.

Esperaba mucho de esta novela, pero al final me da la sensación de que no profundiza en la vida profesional de la mujer real que fue la catedrática y me he quedado con ganas de averiguar más. Pero si a la autora le pareció más importante su supuesta relación con el autor de La Celestina, pues nada, cada quien es cada cual. Me enganché casi más con la otra mujer que destaca en la primera parte de la obra, Isabel, la hija del impresor.
Lo que más me gustó de la obra es la organización de la novela: diferentes personas que cuenta la vida de Luisa de Medrano desde la perspectiva que les da su relación personal con ella en el transcurso de los años.
La acompañamos en sus primeros pasos por el aprendizaje, la lectura y el despertar de su intelecto con su primer maestro, un poco viva la Virgen, pero que capta enseguida que se trata de una niña diferente y con la cabeza muy bien amueblada.
El siguiente paso en su vida lo relata nada más y nada menos que la que llegaría a ser la reina Juana de Castilla, pues Luisa se traslada a vivir a la corte (su madre era dama de la reina Isabel).
Seguimos a Luisa a Burgos de la mano del relato de Isabel de Basilea, hija del impresor de La Celestina y, como no, la primera toma de contacto con Fernando de Rojas, quien sucede a Isabel en el relato de la vida de Luisa, a la que asedia con pretensiones amorosas ya en la Universidad de Salamanca, donde la misma cursa estudios.
Continuamos la novela asistidas por el relato de Dorotea, la doncella de Luisa, y acompañamos a ambas al campo huyendo de la peste (capítulo muy interesante por la familiaridad con los tiempos recientes) y, al regreso a Salamanca, nos cuenta las pretensiones de Luisa de conseguir plaza de catedrática, su envidioso hermano Luis, que aspira igualmente a la plaza y malmete lo que puede.
Marcelo, un alumno deslumbrado por las dotes docentes de la Medrano, sigue con la novela contándonos las insidias de Luis Vives y el hermano de la misma, para acabar con la carrera de Luisa y, por último, la acompañamos en sus últimos días junto a su madre, Magdalena, con la que apenas tuvo trato de pequeña y luego una tormentosa relación, pero que es quien nos acompaña por los aspectos más íntimos de la vida de su hija y nos descubre su secreto (que llevábamos sospechando muchas páginas atrás).
En fin, que la novela está muy bien escrita pero no deja de ser prácticamente todo ficción. Entretenida.