Lo del urbanismo en clave de género no lo había entendido yo hasta hace un tiempo y era de las que pensaba que una calle es una calle para un hombre, igual que para una mujer. Pero de un tiempo a esta parte he cambiado de opinión y, como una aparición, como un flash, se me apareció de golpe la importancia de pensar en género también para la construcción de viviendas y el diseño de espacios urbanos.
Y el caso es que no se cómo no se me había ocurrido antes porque... vamos a ver... cuando vais al baño ¿qué echáis de menos inmediatamente? (aparte del papel higiénico en la mayoría de ellos, que parece que costara a precio de barril de bren)... ¿No echáis de menos un algo para colgar cosas? (no solo el bolso, que también). Porque, imaginemos, mes de enero (con lo que conlleva de abrigo, bufanda, paraguas...). Salimos, pongamos por caso, de una importante reunión (o de cualquier jornada chorra a la que nos apuntamos por equivocación o para que nos diera el aire) y tenemos una necesidad imperiosa de aligerar esfínteres. Entramos en el baño, dando por hecho (que ya es mucho dar) que no tengamos que pedir la llave (que esa es otra, sólo las féminas debemos manifestar expresamente al desconocido (o desconocida) que desempeña su trabajo tras la barra de un bar que nos estamos meando; y eso delante de las personas que en ese momento se encuentren presentes en el local). Pues como iba diciendo... entramos al baño y dando nuevamente algo por hecho (algo tan necesario como la existencia de luz eléctrica) y que no perdamos el conocimiento por el olor a desinfectante (supuestamente de pino) nos vemos en la tesitura de llevar en una mano el maletín o la bolsa que nos ha regalado el sindicato de turno que de la jornada y en la otra el bolso y el paraguas. Y, hete aquí, que penetramos en un cuchitril de sesenta centímetros de ancho por ochenta de profundo que cuenta como único mobiliario una taza de roca y, en el mejor de los casos, un cubo. Y nada más. ¿Dónde dejamos el maletín? ¿Qué hacemos con el bolso? ¿Dónde colgamos el paraguas, que además, para más bemoles, gotea? ¿Cómo nos bajamos el pantalón o nos subimos la falda y nos bajamos los pantis y las bragas? Y no quiero ni rememorar si además hay que buscar un tampón o una compresa en el bolso e intentar proceder al cambio en tan precarias condiciones higiénicas y de espacio. ¡¡¡¡POR DIOS, UNA PERCHITA!!!!
Y luego claro, está una en su casa viendo "Eva al desnudo" y sale un baño hasta con mesa camilla. Eso es un tocador y no lo demás. Que entra Celeste Holm y la está esperando Ann Baxter con ánimo de quitarle a Bette Davis el papel de Cora en la próxima obra de teatro y en lugar de una escena cutre en un baño como la que yo he descrito arriba sale un escenón de oscar. Pero claro... en ese baño, con mostrador, percha, mesitas y sillas... Eso es un baño y lo demás tontería.
Por cierto, que ¡vaya película! La había visto de pequeña cuando el conocimiento no me alcanzaba a empaparme de los diálogos. Es buenísima, os la recomiendo. Sobre todo la escena del coche: Celeste Holm lo dejó sin gasolina para que Bette Davis llegue tarde a una representación y que así Ann Baxter tenga la oportunidad de actuar y la actriz de los ojos más famosos, antes de la famosa frase de "telón lento y final" suelta algo así como "las cosas que se dejan caer al subir la escalera para avanzar más rápido y que luego te hacen falta para volver a ser mujer". Me ha gustado mucho.
Y volviendo a lo del urbanismo en clave de género, en diciembre estuve cuatro días en Viena y como iba cansada pude constatar que no hay bancos en las calles de esta ciudad por lo que me llamó la atención que los hubiera en la calle de nuestro hotel (Mariahilfer Strasse) y que además la cortaran los fines de semana dejándola peatonal, hasta que de vuelta a casa leí en Internet que en esa calle se llevó a efecto una experiencia piloto de urbanismo en clave de género y que un grupo de mujeres aportó sugerencias para mejorar la deambulación por las calles. Fui plenamente consciente que echando un poco de imaginación se pueden mejorar las cosas. Sólo hay que pensar que no debe ser todo siempre como siempre ha sido.
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