sábado, mayo 24, 2008

Nos queda mucho todavía por hacer.

Ayer viernes tuve una visita en el Centro que, por cierto, no me buscaba a mí para nada ya que el día anterior la había atendido la SAMI y la buscaba a ella por algo relacionado con unas ayudas pero por aquello de no desatender a quien demanda atención pregunté amablemente si podían ser de ayuda o utilidad mis modestos conocimientos jurídicos ya que a ello me dedicaba y, en esos momentos, era yo la única persona en el Centro. Y ¡qué bien me lo pasé!
María, que así se llamaba y se llama la mujer que visitó nuestro Centro, trabaja en Méjico haciendo más o menos lo que nosotras pero con una base social y unas condiciones muy distintas. Trabaja en un pueblo de montaña de la zona de Veracruz y se dedican principalmente a atención personal de casos de maltrato con ayuda de lo que allí llama "Promotoras Comunitarias" y con una psicóloga y una abogada. El Centro se llama "Luz Marina" que no es otra cosa que el nombre de una mujer a la que mataron por su condición de tal, puesto que la asesinaron por no dejar que violaran a una joven ni a ella misma matándola los dueños de la finca donde vivían.
María me pidió que le ayudara ya que quería solicitar una ayuda del Instituto de la Mujer y necesitaba mandar un fax con datos sobre su Centro. Poco a poco me fue contando cosas que hacían, con un acento ya casi mejicano, pese a ser toboseña de nacimiento. Mientras veíamos fotos de sus actividades que podría haber hecho yo en muchas de las nuestras (talleres, dinámicas, foros, encuentros...) pero cuyo escenario era totalmente distinto y no solo por la raza de las mujeres con las que trabajan. Los lugares son de mucha pobreza, los medios... ríetete tú de nuestra falta de presupuestos.
Pero, con todo, lo que más me impactó fueron los datos puros y duros. Cuando estabamos escribiendo el e-mail me comentó que siete de cada diez mujeres sufría violencia y yo comencé a escribir que "siete de cada diez mujeres había sufrido alguna vez violencia", corrigiéndome suavemente María: "No, no, 7 de cada 10 la sufren a diario". Me quedé sin habla un rato.
Me estuvo contando que allí no hay noviazgo, que es tal el maltrato en la familia que las chicas (porque se juntan con no mucho más de catorce o quince años) aceptan la palabra de cualquier chico que les promete ser cariñoso con ellas y la ceremonia la consuman en cualquier sitio donde pueden en el campo, casándose o juntándose cuando ella queda "preñada". No utilizan ningún sistema anticonceptivo y el maltrato se considera como algo normal en las parejas y la familia.
En ese ambiente imaginaros lo que supone trabajar con mujeres e intentar ayudarlas. Me hablo de un grupo feminista que participó en un foro que hicieron así como de muchas personas que están ya "moviendo ficha". Me informó que en Méjico se acaba de aprobar la primera ley contra los malos tratos pero se quejaba de que era meramente preventiva y se refería a las muertes de mujeres directamente como "feminicidios". Estuvimos mucho rato charlando e intercambiando ideas y métodos de trabajo aunque sentí que yo no tenía nada que enseñar a María sino mucho que aprender de mujeres como ella que, sin nada a cambio, dedican su vida a trabajar por algo en lo que creen profundamente. Gracias María por tu ayuda.

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