Ayer pillé por fin abierta de nuevo mi biblioteca favorita. Han vuelto a abrir al público la Biblioteca de Villafranca y ya tenéis a vuestra disposición a Rosa Mari y a Sole para hacer de cicerones.
La nueva Biblioteca es preciosa si no fuera por mi desorientación espacial en un entorno tan etéreo. Es totalmente diáfana y las paredes son de cristal. Tiene toda la luz que le faltaba a la anterior que parecía que entrabas a las covachuelas a buscar ratones entre expedientes antiguos. Los libros, en sus estanterías nuevas, parecen estar mucho más cómodos. Pueden sacarse sin palanqueta porque todavía están anchos. Los pasillos son muy amplios y puedes caminar sin tirar nada (sobre todo si te has cargado de kilos como yo). La zona de discos y películas no me dio tiempo a explorarla porque me llamaron y tuve que marcharme buscando a tientas la puerta para no toparme con las paredes, que aunque han puesto muchas pegatinas yo soy muy torpe.
Hay una zona para los ordenadores y una muy amplia para la gente menuda (la Bebeteca). En fin, que se me hicieron los dedos huéspedes con los libros tan a mi disposición de nuevo. Tengo ya el ojo echado a una zona dedicada a la mujer que me voy a "trabajar" desde el principio al fin.
1 comentario:
Las letras, aparte de la información que dan, tambien estan para que las veas y no te des con los cristales...
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