Estoy haciendo un curso de formador/a de formadores/as en moodle y se me ha venido esta mañana a la cabeza el Sr. Ezcurra, que tuvo el honor (y algunos ratos me imagino que el disgusto) de ser mi primer "Jefe" y una de las personas más enamorada de su trabajo que conozco. También era y, por lo que he podido comprobar, sigue siendo, un enamorado de la Informática. Siempre estaba a la última y eso, a veces, le traía problemas porque los sistemas de aquel entonces no permitían grandes alardes y conseguíamos bloquear la RAM del ordenador y la cola de impresión de una Hewlett Packard que a mí me parecía casi extraterrestre por aquel entonces y que a Don Miguel se le quedaba corta porque ya había salido otra que imprimía por sublimación y le gustaba más. En la editorial tuve mi primer contacto con ordenadores, un Bondwell con pantalla de fósforo verde que me obligó a llevar gafas durante dos años. Y allí se me introdujo el gusanillo de la informática y, sobre todo, de exprimir al máximo las posibilidades de las cosas.
Me he acordado del Sr. Ezcurra (nunca nos tuteábamos mientras trabajé para él) y recordando lo pionero que era por aquel entonces he pensado que ya debía tener página web y sistemas de enseñanza por Internet. He buscado y he encontrado la editorial, que efectivamente tiene página web (es publicidad pero es casi como hacérmela a mí: http://www.editorialezcurra.com/), así que le he llamado por teléfono. Resulta que me lo ha cogido él mismo y hemos estado un rato recordando viejos tiempos y viejas batallas como el día (mejor dicho, la noche) en que borré el disco duro del ordenador (sí, eso hice, pero se aprende mucho equivocándose y sólo nos equivocamos quienes trasteamos) y descubrimos los buenos oficios del Norton de entonces recuperando archivos borrados. Yo necesitaba dinero (casi como ahora, que de pobre no he salido) y hacía más horas extras de las permitidas por el Estatuto de los Trabajadores y, claro, como lo de los riesgos laborales todavía no se había inventado... En fin, me ha gustado hablar con él y comprobar que todavía queda gente vocacional.
Por cierto, que se me ha olvidado recordarle el fin de semana que me tuvo vendiendo libros a la salida de la estación de metro de la Glorieta de Bilbao en Madrid porque había convocado el Insalud oposiciones y era el lugar más cercano a su sede. Con "lo grande" que es Madrid y fueron a salir por la boca del metro cuatro personas de mi pueblo (a 150 kilómetros de allí) que, claro está, me reconocieron y les faltó tiempo para contárselo a mi madre, a quien encontré llorando a lágrima viva quejándose de haberme pagado una carrera para eso. Por más que intentaba convencerla de la pasta gansa que me pagaron... no hubo medios y mi trabajo comenzó a darle pena.
En fin, para que sepáis dónde se originó mi pasión por la Informática que, desde entonces, no ha cesado. Trabajábamos con un programa de autoedición "hecho casi a medida" que se llamaba Protex y no ponía los guiones automáticamente sino que había que hacerlo a mano, así que imaginad las horas que pasaba quitando y poniéndo guiones. Tampoco se había inventado Windows (si, que Windows no ha existido siempre) y las notas a pie de página y los índices análíticos había que hacerlos a mano. No os podéis imaginar lo difícil que resultaba paginar las leyes para que no quedaran líneas viudas, porque cuando era un texto libre podías inventarte el párrafo pero las leyes son leyes y su contenido no puede alterarse hasta la siguiente modificación legislativa. Así pasó, que cuando me fui de la editorial me dejé la Constitución a medias y publicaron el índice mal paginado porque no me había dado tiempo a corregirlo. ¡Qué tiempos! Y luego nos quejamos de Word cuando hace alguna de las suyas o Internet nos va lento...
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