Hacía mucho tiempo que no os recomendaba ninguna película pero es que hacía mucho tiempo que no veía una que mereciera la pena. Es lo que tiene dejar la programación televisiva en manos de personas para las que la cultura es algo incompatible con el share y que el cine que tengo más cerca solo proyecte para la masa, que no hay forma de ver buen cine sin atentar contra la sensible sensibilidad de la SGAE.
Pues eso, que la película que os propongo os hará disfrutar mucho. Es de un director rumano afincado en Francia y comienza como una comedia de humor inteligente en la que Andrei Filipov, un antiguo director de la orquesta del teatro Bolshoi de Moscú que, depurado en la época de Brézhnev, desempeña al comienzo del film labores de limpieza en el mismo teatro que en su día dirigiera (hechos reales), intercepta un fax en el que un famoso teatro francés, el Téâtre du Châtelet, quiere contratar a la orquesta para una función en Paris. Decide que es su oportunidad y borra el email asumiendo que será él y quienes compusieron en su día la orquesta, también represaliados en época comunista y expulsados del teatro, los que actúen en París.
Con ayuda del antiguo violonchelista de la orquesta, que tiene a toda su familia en Israel mientras malvive en Rusia, buscan a un exmiembro del KGB que se dedica a mantener la ficción del Partido Comunista Ruso dando mítines a los que acuden figurantes remunerados que le facilita la esposa de Andrei quien se gana la vida aportando espectadores para eventos como esos, así como alquilando invitados para bodas de mafiosos y nuevos ricos con pocas relaciones sociales y muchas ganas de aparentar, uno de los cuales les servirá de sponsor para el concierto a cambio de la promesa de tocar en el mismo pese a que toca el violonchelo peor que cantaba y tocaba la lira el bardo de Asterix (Asurancetúrix, al que se hace un giño final en una de las últimas escenas precisamente con el sponsor).
Tras odiseas sin cuento para conseguir el contrato (a precios de antes de la Perestroika), se reunen los antiguos miembros de la orquesta que por su carencia de recursos deben ir andando al aeropuerto, viajar con pasaportes falsificados in situ y sin ropa para el concierto que promete facilitarles un gitano virtuoso del violín que puede conseguir casi cualquier cosa y que en cuanto te descuidas comienza a tocar música balcánica como un loco, vuelan a la ciudad de la luz donde se dispersan de forma que al director y al manager les cuestan Dios y ayuda o ayuda y Dios, según se mire, juntarlos para que toquen sin haber tocado juntos desde hace treinta años y sin haber ensayado nada antes del concierto. Van a tocar una pieza de Tchaikovsky en la que actúa de solista una joven de cuyos trabajos tiene el director una caja llena y que parece estar relacionada con su pasado.
Pero no os cuento más que os impido disfrutar. Si pincháis aquí abajo podréis ver el trailer.
Os prometo que os reiréis un montón porque desde los protagonistas hasta el último secundario tienen su punto, sobre todo un padre y un hijo judíos que son de traca y hasta la batuta tiene un papel (fijaros en el concierto del final). Pero, ahora bien, la película tiene un trasfondo muy evidente de crítica social y de rechazo a las dictaduras (no en vano el propio director tuvo que salir por pies de la Rumanía de Ciaucescu), contra los regímenes que imponen lo que puede o no ser cultura y limitan la libertad del individuo hasta anularle, lo que convierte la película en otra cosa, manteniendo la clave de humor durante casi toda su duración. La mofa contra los nuevos oligarcas también resulta muy evidente.
Para quienes no podáis conseguir la película, para quienes ya la hayáis visto y para quienes no les importa que se les destripe el final, os cuelgo el concierto final pero si queréis verla, ni se os ocurra porque son los trece minutos finales de la película, donde se destripa toda la trama, así que os aviso para que luego no digáis.
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