"Estaba buscando un sitio tranquilo para morir. Alguien me recomendó Brooklyn, de manera que al día siguiente salí de Westchester y fui para allá a reconocer el terreno". Así comienza la obertura de las Brooklyn Follies (algo así como Locuras o Insensateces de Brooklyn) de Paul Auter, otro de los libros de la lista que me temo voy a seguir colando mientras intento ser capaz de avanzar con "El Jilguero". Y que me alegro haber colado porque éste de Auster es un gran libro.
Nathan Glass, el narrador de las Follies, acaba de superar un cáncer y un divorcio pero todavía no se ha convencido de que la enfermedad no vaya a acabar con él ya que que como dice en su primera frase está buscando un sitio para morir. Jubilado, convaleciente de la enfermedad, con un sentimiento de fracaso de su vida personal y familiar, Nathan alquila un apartamento en Brooklyn sin proyecto vital alguno que no sea dejarse ir. Pero él tiene una idea y la vida le ofrece otra muy distinta ya que lejos de acercarse a la muerte, nuestro protagonista recomienza su vida a la vez que nos lleva por lugares y nos hace conocer personajes que yo por lo menos tardaré tiempo en olvidar.
Impulsado por la idea que le inculca su hija Rachel de dedicarse a algo o iniciar algún proyecto, Nathan comienza a escribir lo que él llama "El libro del desvarío humano" pero, sobre todo, comienza a recorrer las calles de Brooklyn y nos hace conocer a su reencontrado sobrino Tom Wood (la mayoría de los nombres y/o apellidos del libro tienen algún significado) quien prometía ser mucho y que, después de trabajar una temporada como taxista, se quedó en empleado de la librería de Harry Brightman (antes Dunkel), un imaginativo homosexual (antes casado con Bette y con una hija con problemas mentales) que siempre se las arregla para meterse en líos y dejarse engañar en asuntos turbios de falsificaciones.
Nuestro protagonista, enamorado de Marina, la camarera que le pone la comida a diario en su restaurante favorito (algo así como Jack Nicholson en "Mejor imposible"), va tomando las riendas de su propia vida a la vez que influye en las personas a las que va conociendo y que nos va contando primero los apuntes que va añadiendo a su libro y luego la vida de los distintos personajes.
Reciben a Lucy, una niña, encantadora a ratos y con una personalidad muy definida, hija de Aurora, una hermana de Tom desaparecida hace tiempo. Al principio no saben qué hacer con la niña e intentan llevarla con Pamela, una hermanastra de Tom a la que la niña no quiere ni ver (y toma sus medidas para no hacerlo), evolucionando el libro en plan road movie hacia la localidad de destino pero quedándose en un pueblo de Vertmont donde conocen a Stanley Chowder y a su hija Honey, una maestra que se interesa por Tom.
Volvemos a Brooklyn y seguimos las evoluciones de la Bella y Perfecta Madre Nancy y su marido James Joyce (como el escritor pero que trabaja como mezclador de sonido que no se merece la mujer que tiene), acabamos conociendo a Aurora (Rory) que nos cuenta el terrible mundo en que la ha tenido su marido y a la madre de Nancy que se interesará por nuestro prota.
El libro es para leerlo (como todos, pero es que si os cuento más lo cuento entero) porque no es un libro de comienzo, desarrollo y fin, sino una especie de recorrido vital junto al protagonista para ver el lado bueno de la vida y de la gente ya que, aunque vemos también el lado malo, los personajes parecen ir superando los problemas.
Así, en la parte negativa, dos de los personajes femeninos sufren malos tratos: físicos una de ellas y psicológicos y muy graves otra. La primera le perdemos pronto la pista pero la segunda acaba saliendo, ayudada por Nathan, del mundo del Templo del Verbo Divino en que la tiene secuestrada su marido. Por su parte, el protagonista, que parte tan afectado por su vida matrimonial pasada que decide incluso no volver a citar el nombre de su exmujer, reconoce sus errores y trata de recuperar la relación con su hija. En resumen, las cosas parecen ir arreglándose pero sin que el libro parezca una serie americana en la que todo se soluciona por arte de birlibirloque.
Está muy entretenido y nos ayuda a conocer Brooklyn.
No obstante, por ponerle alguna pega, sigo dando vueltas a varios problemas jurídicos que no se plantean en el libro y que a mi, que no conozco el sistema legal americano más que por las películas y los libros, sí se me han planteado.
- La niña aparece como por arte de magia y en ningún momento se trata el tema de su custodia legal. No parece ninguna trabajadora social investigando qué hace una niña de nueve años en Brooklyn sin documentación, sin madre ni padre y sin escolarizar.
- La herencia de Harry, que se la reparten según su testamento sin acordarse en ningún momento de que tiene una hija con problemas mentales a la que no deja ni un centavo. ¿No habrá algo parecido a la legítima en Estados Unidos'
Bueno, que os recomiendo el libro para pasar un buen rato. Es de 2005, creo que publicado en 2006 en España, pero los hechos se desarrollan unos años antes. En concreto, el libro acaba el 11 de septiembre de 2001, nada más y nada menos.
Y... a ver si soy capaz de seguir con "El Jilguero" que lo tengo aburrido en la jaula y como se me cruce otro libro al que ya le tengo el ojo echado...