Se supone que una trilogía está compuesta por tres libros pero éste es el cuarto libro de la trilogía de la crisis de Petros Márkaris, así que igual debería llamarse ya tetralogía. Y esperemos que la crisis no sea tan larga que necesitemos seguir tirando del alfabeto griego y hablar de pentalogía, hexalogía, heptalogía,... aunque por leer libros de este autor griego no sería, que resulta bastante entretenido.
Comienza el libro con una agresión de Amanecer Dorado a Katerina, la hija abogada del protagonista de varios de los libros de Márkaris, el comisario Kostas Jaritos. La agresión trae su causa de la animadversión que los seguidores de ese grupo tienen hacia los extranjeros y al hecho de que la hija de Jaritos no tiene ningún problema en encargarse de la defensa de inmigrantes. Todo el libro está impregnado de crítica a ese generalizado rechazo a los extranjeros del que muchos de los personajes que aparecen en el mismo parecen hacer gala culpándoles de todos los males de Grecia y, sobre todo, de los delitos que se cometen.
El problema familiar del estado de salud de Katerina, e incluso las amenazas que sufre el propio comisario por energúmenos relacionados con Amanecer Dorado, se solapan con la trama principal del libro que comienza cuando tras el suicidio de un tal Makridis, un alemán de origen griego que pretende instalar una planta de energía eólica (suicidio a todas luces indiscutible), aparece un comunicado que pretende hacer ver que la muerte no ha sido autoinfingida. El comunicado, al que siguen otros que parecen reivindicar otras muertes, éstas sí constitutivas de asesinato, aparece firmado por un supuesto grupo que se autodenomina "Los Griegos de los Años Sesenta".
Por los nombre y relaciones que se van descubriendo entre los asesinatos la investigación avanza a trompicones dando bandazos entre historias antiguas de la Guerra Civil griega y tejemanejes de corrupción más cercanos en el tiempo. Apellidos cuyos poseedores vivieron la contienda en un determinado bando, cuyos descendientes han cambiado de ideología para lucrarse hacen que la policía ande bastante perdida en sus pesquisas y que en determinados momentos, si no fuera porque los apellidos son genuinamente griegos, pensemos que la acción podría tener lugar en nuestros lares.
Viniendo de la lectura del jilguero que tanto me aburrió, cualquier cosa me hubiera parecido una novela entretenida y ésta se deja leer pero el tema parece ya un poco agotado y, sobre todo, el personaje del protagonista ha perdido mucha fuerza. Ya no es el policía oscuro y problemático de las primeras novelas en las que aparece. Se ha civilizado demasiado para protagonizar una novela negra; como mucho "Hasta aquí hemos llegado" podría pasar por policíaca.
Jaritos ya es un policía formal, cumplidor de las normas y seguidor de los procedimientos. Se lleva bien con su mujer y hasta con el jefe, que incluso le admira y le valora profesionalmente. Su familia parece una familia normal de clase media que, sí, pasa estrecheces porque no tienen muchos ingresos, lo que lleva a que Kostas utilice el transporte público en lugar del Seat que se compró en otro libro anterior, pero que tampoco están pasando tantas penurias ya que casi todos trabajan y el único problema de la familia extensa son los impuestos que el cosuegro debe pagar por sus propiedades.
No se cómo será el IBI griego pero he estado cotilleando y resulta que no pagaban casi nada hasta el 2012 y luego se quejan porque les han grabado propiedades antes exentas del mismo como solares. Va a ser que en España somos más simples que en ningún sitio, que estamos pagando religiosamente y sin protestar lo que en otros países de la Unión Europea no pagan. Que si tanta penita de Grecia pero se jubilan antes, pagaban casi nada al Estado, contribuían apenas y han estado viviendo de créditos de los demás países, que tampoco estamos para tirar campanas, y que encima quieren que les perdonemos. No se, visto lo visto, y leído lo leído, me doy bastante más pena yo.
En fin, que el libro es el más flojito de los cuatro de la "trilogía" y no se si podrá dar el personaje para mucho más si lo sigue simplificando tanto. Y, además, el final deja mucho que desear, con unas justificaciones de los asesinatos que como móvil dejan mucho que desear y unos inesperados culpables bastante poco creíbles.
Por si os interesa, los otros tres libros eran: "Con el agua al cuello", "Liquidación Final" y "Pan, Educación y Libertad", de los que el primero me parece el mejor, pero que tampoco pueden compararse con los primeros en los que aparece el personaje de Kostas Jaritos, como "Noticias de la noche", "Defensa Cerrada" o "El accionista mayoritario". Echo mucho de menos su obstinación, su cinismo, esa apariencia de antihéroe fracasado y protestón que discute con todo el mundo, hasta con su mujer, y que encuentra en la lectura de un diccionario descanso de sus preocupaciones y nombre para sus problemas.