viernes, julio 17, 2015

Decimonoveno libro 2015: "Sumisión" de Michel Houellebecq.

No se cómo me he vuelto a poner con un libro de este autor cuando no pude terminar "Las partículas elementales" porque me daba asco el protagonista. Pues, vuelta a tropezar con la misma piedra, vuelta a sentir asco por el François de "Sumisión". Y es que a ver si a ser que al autor le gustan estos personajes porque se identifique con ellos porque tampoco es que me resulte muy atractivo Houelebecq.
Bueno, en el fondo tenía pendiente este libro porque tal vez me creí parte de lo que de él decía la publicidad en el momento de su lanzamiento y pensé que se trataría realmente de un relato de una Francia gobernada por un partido islamista, una especie de distopía que hacía a sus panegiristas comparar este libro del siglo XXI con lo que fueron al siglo XX "1984" o "Un mundo feliz". Y voy y caigo. Porque además al libro le vino como anillo al dedo el atentado de Charlie Hebdo para lograr una difusión que de otra forma igual habría sido menor.
Pero va a ser que no. Que no es nada de lo que me esperaba y que el libro es una simple novela que utiliza como telón de fondo una Francia no demasiado lejana en la que supuestamente las cosas se han salido tanto de madre que está al borde de la guerra civil y que tras unas elecciones en las que los partidos tradicionales han sido dados de lado por el electorado y, ante la alternativa de elegir en segunda vuelta entre el Frente Nacional de Marine Le Pen y un supuesto partido islamista llamado Fraternidad Musulmana de un tal Mohammed Ben Abbes, los votos franceses se decantan por este último, no tanto por libre decisión, como porque los partidos que antes se turnaban en el gobierno prefieren como mal menor al partido islamista y así hacen llegar sus consignas para la segunda vuelta.
Aparentemente, Ben Abbes lo único que quiere es hacerse con el sistema educativo y unificar unos territorios que se corresponderían con el antiguo imperio romano, pero ahora bajo el dominio del Islam, supuestamente moderado (para los hombres, claro).
Pero el libro no se centra en la problemática política que supondría un cambio tan radical en un país occidental (y en los del alrededor que, aunque no han tenido elecciones, parecen evolucionar paralelos a Francia) sino que acompañamos al protagonista del libro en la cotidiana labor de mirarse el ombligo (o, normalmente, algo más abajo) preocupado porque habiéndose dedicado toda su carrera como profesor a elegir a qué alumna tocaba tirarse ese año, ahora parece haber visto reducida su capacidad de disfrute sexual y además la última novia que tenía se le marcha a Israel. 
François (que ojo la cantidad de François y Marie-Françoise que hay en el libro) es un profesor universitario de literatura de Paris-Sorbona-3 que dedicó varios años de su vida a su doctorado sobre un escritor bastante pesimista del siglo XIX llamado Joris-Karl Huysmans quien, tras una anodina vida de funcionario, escribió varios libros y acabó ingresando en un monasterio. Tras el doctorado, François es contratado por la universidad y comienza a dar clases publicando algo de vez en cuando y a tener relaciones con alumnas que solo duran el año lectivo. No parece tener ninguna inquietud religiosa ni estar demasiado interesado en política ni en mantener una relación más duradera que las que tiene ni tratar con su familia (su madre muere y no se entera y de su padre le interesa más la herencia que su fallecimiento). Cuando se queda sin pareja recurre a las relaciones pagadas o conseguidas por Internet y no parece valorar a ninguna mujer como otra cosa que no sea un objeto sexual. Tampoco aparenta tener mucho trato con ningún compañero, despreciando a la mayoría, y con una compañera solo para obtener información de las comidillas universitarias.
Coquetea con un suicidio intelectual, pero cuando tras las elecciones considera que puede correr peligro opta por huir de París, ciudad a la que no regresa hasta que se han tranquilizado un poco los ánimos. No está mucho tiempo fuera pero parece que salió de Francia y regresa a Arabia Saudí, aunque a él no parece molestarle mucho. La universidad ha sido adquirida, como si se tratara de un equipo de fútbol, por unos saudíes que le han prejubilado con toda su pensión íntegra y que han despedido a todas las mujeres de la universidad y prejubilado como a François a todos los hombres que no se hayan convertido al Islam.
El protagonista, que algunos ratos me parece un poco lelo, comienza a ver que algunos de sus antiguos compañeros menos preparados que él (no se cómo sería ello posible) han vuelto a la universidad con su sueldo triplicado y casados con entre una y tres mujeres jovencitas porque se ha legalizado la poligamia. Y, milagro, empieza a plantearse la conversión... 
En fin, que la historia es poco creíble y me ha puesto de mala sombra porque los cambios se producen con toda tranquilidad y con unos mínimos disturbios anecdóticos. Las mujeres desaparecen del espacio público y si salen no muestran un tobillo ni por casualidad pero tampoco ninguna parece reaccionar. La única que hace algo es la última pareja de François, Myriam, pero no hace sino marcharse de Francia y no por ser mujer sino porque es judía y su familia emigra a Israel.
Por último, decir que me parece que el tiempo está muy mal medido, que el fondo que relata no es posible en tan poco lapso temporal. En fin, que aunque podría sacársele punta al libro sobre los tejemanejes políticos que llevan al gobierno al partido islamista y ver similitudes con otras fuerzas políticas y otros países, ello no justifica por sí la necesidad de tragarse el resto. Que, en definitiva, no me ha gustado nada de nada. Y que siento que el autor deba llevar escolta, pero que si los terroristas islámicos se leyeran el libro no solo no lo perseguirían sino que le invitarían a comer por favorecer las conversiones.

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