Mi loco favorito sin nombre ha vuelto a las andadas y siguiéndolas he comenzado el año.
En "el secreto de la modelo extraviada" este personaje de Eduardo Mendoza trabaja para los chinos que se quedaron con el restaurante que tenía la familia a la que traspasó su otrora "tocador de señoras".
Sus jefes lo tienen contratado como "gerente, cocinero, jefe de almacén, contable, maître y animador en las noches de espectáculo", por ser el único que tiene papeles en la empresa. No obstante lo anterior, su trabajo efectivo consiste en el desempeño de labores de "recadero, fregona, desatascador de desagües obturados, basurero, exterminador de cucarachas y toreador de ratas" y es precisamente en uno de estos oficios en el que tomamos contacto con él en las primeras páginas en las que lo encontramos intentando realizar, con aparente seriedad y eficiencia, el reparto a domicilio de la comida del restaurante vestido con un símil en plástico de las armaduras de los guerreros de Xiam, aunque se pasa el libro entero intentando realizar el encargo sin éxito, que ojo devenir más accidentado que tienen los mejillones macerados "pow-pow" y cuantísimo asco acaban dando.
Un incidente apenas relevante, como es el hecho de que el perrito de una señora intentara moderle las pantorrillas, hace que nuestro protagonista reviva un episodio del pasado en el que se vio envuelto cuanto todavía estaba internado en el psiquiátrico y la policía lo sacaba a su antojo, bien buscando ayuda en alguna investigación, o bien, como sucedió en el caso del libro, para que se comiera el marrón de algún hechos delictivo al cual era ajeno.
La novela se desarrolla en dos momentos: en el pasado en el que, con ayuda de la señorita Westinghouse, un travesti que en tiempos fue guardia civil, se ve obligado a realizar averiguaciones para encontrar al asesino de una modelo para evitar acabar con sus huesos en la cárcel si la policía sigue imputándole el delito por no tener otro sospechoso a mano; y en el presente, ya que la aparente solución del caso no dejó conforme a nuestro amigo y comienza a investigar de nuevo recuperando a la señorita Westinghouse que ahora presenta un programa nocturno de radio llamado "el caballo de Bucéfalo es español".
En ambos períodos recorren Barcelona, aunque con muy diferentes impresiones, ya que en el pasado Barcelona no parecía tener mucho que ofrecer y en el presente las cosas parecen ir mucho mejor.
El libro está entretenido pero me parecía prometer más al principio en el que se queda en calzoncillos a la primera de cambio persiguiendo a un perro en cumplimiento del encargo que recibe fingiendo hacer footing, lo que, por cierto, acaba haciendo durante todo el libro ya que como suele ser su costumbre no lleva en el bolsillo ni una mala moneda y tiene que desplazarse a casi todos sitios corriendo.
A diferencia de otros libros del mismo personaje, el autor no cambia el registro del lenguaje de los personajes ya que no sólo nuestro loco habla con su característico lenguaje retorcido y barroco, sino que casi todos parecen hablar igual, lo que le hace perder gracia. No se si ésto se debe a que gran parte del libro son recuerdos del protagonista y que al ser contados por él atribuye su misma forma de hablar a todo el mundo. Pero queda raro.
La novela me parece más floja que otras del mismo personaje pero sigue siendo entretenida. La trama no me parece de las mejores pero seguir los recorridos por Barcelona y sobre todo del paquete que porta durante todo el libro, las descripciones de "Casa Cecilia, cocina riojana", las burlas sobre la "alta cocina", los juegos de personajes con el mismo apellido Asmarats... hacen imposible dejar de leer hasta el final.