Cuidado que había dicho que no volvía a leerme un libro ensalzado en el cultural de un periódico, que parece que se hacen las críticas entre ellos y no se atreven a decirse las verdades para evitar la reciprocidad. Pero como además el libro es corto dije: "poco puede ser" y me atreví a leerlo. Pero, que si quieres arroz Catalina, ¡vaya una gansada!, por no decir otra cosa más fuerte.
El protagonista, un treintañero que parece no haber salido de la primera adolescencia ni siquiera por el nombre (Beto, que se llama la criatura), recibe por error (o no, que la novia demuestra ser la única espabilada del libro) un whatsapp de la mujer con la que lleva cinco años (desde que la dejó un cantautor uruguayo) que dice: «aún no le he dicho nada. me cuesta tanto. uff. tq ♥». Ambos están en Alemania donde han ido a presentar un proyecto de paisajismo en un congreso ya que Beto es arquitecto si bien, con más pájaros en la cabeza que proyectos ejecutables, se dedica al diseño de jardines. Tanto él como Marta, que así se llama ella, se percatan del error y resulta que ella ha vuelto a conectar con su antiguo novio y pese a que la ruptura parece inminente nuestro Beto con el tacto de un elefante y preocupado únicamente por su pito le pide tener sexo con una expresión bastante poco "fina", así que ella coge la maleta y al día siguiente vuela hacia Madrid dejado al imbécil del paisajismo plantado en Munich.
Beto que tiene menos recursos que un palo de tender la ropa hace una presentación de pena, se queda sin dinero y parece buscar a la figura materna en Helga, pese a que también le habla mal aunque ha tenido que soportarle los mocos y acostarse con él. Total que varias hojas después, que menos mal que tiene pocas, no pasa gran cosa en el libro ni merece su estilo comentario elogioso alguno ya que no es mucho mejor que la historia, así que llegué al final porque quería saber a qué debe el libro su nombre ya que no le veía al título ninguna relación con la trama (que busqué la palabra en el diccionario y podía ser bombardeo rápido o relámpago), y lo acabé maldiciendo al protagonista, al autor y al que escribió la crítica en el periódico, que merece más la pena como ficción que el libro que comentaba.
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