sábado, noviembre 25, 2017

Vigésimo primer libro 2017: "La habitación en llamas", de Michael Connelly.

Dije a principios de año que no iba a seguir discriminando superventas. Bueno, dije "best sellers", pero es que me ha marcado el tweet de Pérez Reverte sobre el black friday, ese de que "puestos a ser gilipollas, seamos gilipollas en castellano", así que mejor traduzco.
Pues eso, que iba a intentar leer novelas de autores o autoras a quienes antes no me hubiera acercado ni bajo amenaza, pero tras intentarlo con Michael Connelly creo que va a ser que no es cuestión de discriminación sino de defensa propia y que puedo seguir obviándolo en el futuro porque no me ha vuelto loca su forma de escribir. Aunque a lo mejor es que he cogido ya a su protagonista Harry Bosch al borde de la jubilación y no le veo la gracia.
Al tal Harry Bosch le queda un año para jubilarse como detective de la Unidad de Casos Abiertos de la Policía de Los Ángeles (que creo que es la ciudad que aparece en la portada del libro virada al naranja, me imagino que para generar la idea de las llamas del título) y le colocan de compañera para que le vaya enseñando el oficio y familiarizándola con los casos de la Unidad (y si eso para que Michael Connelly pueda dar continuidad a su saga cuando se jubile Bosch) a una joven policía de origen mejicano, Lucía (Lucy) Soto, novata, pero de gatillo fácil pues en una de sus primeras actuaciones ya se cargó a unos atracadores de una banda.
Dice el autor, en un vídeo promocional de la obra, que en este libro confluyen dos casos en lo que él llama modelo de doble hélice y que a mi me toca mucho las narices porque que la nueva de la comisaría tenga una obsesión con un caso antiguo con el que estuvo relacionada y que, precisamente cuando la ponen de aprendiz, acabe colaborando en otro caso que aparentemente no tiene nada que ver con el suyo y, por coincidente coincidencia, acaben confluyendo y atinando con la solución, pues eso, que a mi me parece forzar la cosa y no me parece serio.
La trama, aparte de la relación policía veterano/policía novata, comienza cuando un asunto antiguo que dormía el sueño de los justos en los archivos de la comisaría se reactiva cuando la víctima de un tiroteo ocurrido en una plaza en la que se reunían los mariachis para tocar fallece diez años después de recibir el disparo y al extraerle en la autopsia la bala que se le quedó en la columna descubren que es munición de rifle con lo que no pudo tratarse de una bala perdida de un tiroteo de bandas como se pensaba sino que debió tratarse de un francotirador. Forzando un poco la relación causa-efecto o aquello de que "la causa de la causa es la causa del mal causado", la forense acepta considerar que la muerte del músico se ha producido por las complicaciones derivadas del impacto sufrido hace una década, y un caso de guerra de bandas sin trascendencia se convierte por razón del interés político del candidato a la alcaldía y otra gente pudiente en un caso de asesinato que deben investigar nuestros protagonistas tanto tiempo después, con las pruebas y posibles evidencias alejadas en el tiempo.
¿Imposible? No, es Michael Connelly. No solo resuelven el supuesto asesinato sino que a la vez lo relacionan con el incendio de un edificio cercano donde murieron un montón de menores de una guardería irregular y que es el caso que obsesiona a Lucy. Pues eso, que no me acabó de convencer, que parece un episodio de una serie policiaca. Claro que como también hay serie y ya llevan varias temporadas no se por qué me resulta raro que lo parezca.
No creo que retome a este personaje aunque la novela me ha hecho meditar qué pasaría aquí en nuestro foro en un caso similar. Si alguien recibiera un disparo que no le ocasionara la muerte, tras incoar las oportunas diligencias previas se acabaría decretando el sobreseimiento provisional del artículo 779.1 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal por no haber autor conocido y al archivo; y si, pasados los años la víctima, en principio de un delito de lesiones que posiblemente habría prescrito, fallece... pues tanta paz lleve como descanso deja, sobre todo porque posiblemente no hubiera habido razón para hacerle la autopsia. Pero si por lo que fuera le hiciesen autopsia y encontraran la bala, me cuesta pensar en que se considerara la posibilidad de reabrir e investigar nuevamente el caso como posible asesinato, aunque estuvieran cerca las municipales. En diez años habría cambiado la persona titular del Juzgado competente cinco o seis veces y ponerse a utilizar recursos públicos para una investigación de ese tipo en el que simplemente probar la causa-efecto (disparo hace diez años/muerte actual) ya sería discutible, sobre todo con el trabajo que tiene ya de por sí la Guardia Civil y que la policía judicial no es el CSI. La cosa entraría dentro del género de la ficción policial. Ello unido a que tampoco resulta demasiado creíble que lo hicieran en Los Ángeles.

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