La portada ya me tenía que haber tirado para atrás pero como me había propuesto desprejuiciarme hasta respecto de la novela fantástica o fantasiosa y el fondo prometía ser Venecia, dije poco puede ser.
Juguetes, autómatas y amoríos en la ciudad de los canales a principios del siglo XX pero que para la autora tenía los mismos turistas que ahora porque se le olvida que en 1908 no debía estar la cosa de los viajes organizados en funcionamiento para tanta gente.
La novela comienza con un prólogo que relata la desaparición del cadáver de una niña en el hospital donde ha fallecido en una epidemia en Civitavecchiaen 1891 pero realmente se desarrolla en la Venecia de 1908 cuando los Corsini, que regentan la hasta entonces mejor juguetería de la ciudad ven en riesgo su negocio al instalarse justo enfrente, canal por medio, Gian Carlo Montalbano y su hija Silvana con una super juguetería, "La Grotta della Fenice", especializada en muñecas con un realismo y unas capacidades hasta entonces (y hasta ahora) nunca vistas, que ríete tú de los robots japoneses. Por poner un ejemplo que no destripe la trama, el nombre le viene a la juguetería porque al abrir la puerta, en lugar de escucharse unas campanitas como en algunas tiendas para avisar al dueño de la presencia de un cliente, es un ave fénix mecánico sobrevolando el local lo que cumple la misma función y lo de la gruta es porque la decoración simula un espacio similar.
El peso del negocio de los Corsini lo soporta principalmente Mario que resta horas al sueño para trabajar en el taller, mientras su hermano se dedica principalmente a desplegar por toda Vencia sus habilidades como mujeriego. Como van perdiendo su mejor clientela en favor de la nueva juguetería, Mario decide conocer al enemigo y a quien más conoce es a su hija de la que se enamora perdidamente, pese a que Silvana al principio no le hace mucho caso.
No os puedo contar mucho de la trama, aunque leyendo el prólogo ya se dan muchas pistas de por dónde irá la cosa, si bien desde luego no resulta muy creíble, aunque tampoco es propio del género fantástico la verosimilitud de las historias, si bien, quiero dejar claro que de literatura del género no tengo prácticamente nada leído y además no me propongo corregir la carencia. En cualquier caso, si nos olvidamos de autómatas, juguetes y corazones artificiales no deja de ser una historia de amor aparentemente imposible con un punto de intriga que puede llegar a ser entretenida si no fuera porque yo estoy todo el rato pensando que no puede ser la cosa. En fin, que no es para tirar cohetes aunque reconozco que el personaje de Silvana sí me ha llamado la atención y me ha engañado varias veces en el curso del relato.
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