Mi segundo Camilleri de este año, aunque no pertenece a la serie de Montalbano, me ha mostrado un autor que domina casi cualquier registro. No deja su Sicilia y tampoco olvida la sombra de corruptelas habitual pero que queda en un segundo plano en favor de una historia más íntima.
El protagonista de la historia se acaba de jubilar. La historia comienza precisamente cuando abre los ojos "a las seis en punto como todas las mañanas" y le acompañamos desde esos primeros momentos de su primer día sin obligación de ir al Banco en el que hasta el día anterior había trabajado. Dado que se despierta solo al principio pensé en un solterón o quizás un viudo pero el protagonista de la novela está casado si bien en pocas páginas sabremos que Adele, su espléndida mujer, le es infiel. Y lo sabemos como lo supo él: por la carta anónima que se lo anunciaba poco después de su boda. Y es que el nuevo jubilado lo primero que hace es releer tres cartas anónimas que tenía guardadas desde que las recibió: dos de tipo mafioso con solapadas amenazas que supo resolver sin mucho problema, ya que siguió desarrollando una carrera de éxito en la banca, y la que pone en su conocimiento las infidelidades de su esposa.
El relato avanza y retrocede a la vez que el protagonista pasa sus primeros días sin trabajar y recuerda hechos del pasado que condicionan su presente, sobre todo en la relación con su esposa con la que vive en la misma casa pero en dependencias totalmente separadas ya que su mujer incluso cohabita con un sobrino. Sabemos, por tanto, que el banquero jubilado no sólo conoce la situación sino que la tolera pese a que ello ocasione el distanciamiento de su propio hijo habido de un matrimonio anterior.
El exbanquero comienza a recordar al encontrar en el armario el traje gris que su esposa llevaba cuando la conoció con motivo del fallecimiento de su anterior marido. Vamos sabiendo que Adele siempre ha engañado a su marido pero que sabe mantener las formas aparentando ser una esposa modelo de cara a la galería y compensando a su marido sobre todo manteniendo su interés con la ceremonia que realiza tras el baño y que le permite contemplar espaciando cada vez más las ocasiones. Adele realiza delante de su marido algo parecido a un lento striptease pero a revés, ya que comienza desnuda y acaba vestida, que le parece irresistible y lo tiene loco.
El momento de la jubilación es el comienzo de la decadencia del protagonista que cae enfermo demostrando su esposa cómo puede escenificar una ficción (o no, porque tenemos las mismas dudas que el marido), en la que representa la abnegación, el cariño y la entrega, con publicidad para los demás, pero que no acaba de convencer a su esposo porque conoce el pasado y porque además Adele ha venido realizando maquinaciones para que su marido trabaje en la contabilidad de una empresa poco limpia y duda si es para obtener algún beneficio o simplemente para alejarlo de la casa. No obstante, recibir nuevamente las atenciones de su mujer le impiden salir de la casi claustrofóbica situación en la que llega a encontrarse, que nos genera desasosiego en una situación de intriga psicológica en la que nos da el mismo miedo que al narrador.
Un libro con pocos personajes, a veces sólo los pensamientos del protagonista, pero que nos muestra su hipocresía y la de la sociedad en la que viven, perfecta corrección en su vida pública pero corruptos, desinhibidos y traidores en lo que no se ve. Como siempre genial Camilleri.
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