Para ser su primer libro Amélie Nothomb tenía ya un dominio del lenguaje apabullante en esta historia casi sin narración edificada a base de diálogos casi como una obra de teatro y que, si no fuera por el final que no me gustó en absoluto, hubiera sido uno de los mejores libros que he leído este año.
La obra se compone de las cinco entrevistas que Prétextat Tach, escritor premiado con el Nobel y nada amigo de hablar con periodistas, concede a otros tantos representantes de la prensa escrita cuando conoce que está próxima su muerte al detectársele el síndrome de Elzenveiverplatz que sólo había sido detectado antes en presos de una cárcel en el siglo XIX culpables de agresiones sexuales seguidas de homicidio.
El escritor tiene un físico desagradable al máximo (las descripciones de Amélie no nos lo ahorran) y una forma de ser que no le va a la zaga, así que se dedica a destrozar a los periodistas según van sometiéndole a sus preguntas. Al acabar su turno comparten las grabaciones con los demás, con lo que en teoría cada uno que va pasando debería saber lo que le espera pero entran más atemorizados y pese a estar advertidos acaban igual que sus predecesores ya que Tach los rebaja igual. Bueno, eso pasa con los cuatro primeros, que no se cómo los habían seleccionado para las entrevistas porque no conocen la obra del entrevistado y tienen bastante poca cultura literaria y casi ninguna de la otra.
La última entrevista, sin embargo, no tiene nada que ver con las anteriores y, aunque Prétextat tiene la idea de hacer lo mismo que en las precedentes, es él quien recibe ración doble de su propia medicina y es atacado en una demoledora sesión de preguntas y respuestas que enfrentan al escritor con su horrible pasado, su mala baba y su desagradable forma de pensar, aunque al final el giro de la entrevista resulta sorpresivo, inesperado y, en mi opinión, de mal gusto. Ahora bien, el disfrute del toma y daca entre el escritor y quien le entrevista es innegable. El libro es corto, como casi todos los de Nothomb, pero resulta muy intenso y es impresionante cómo consigue narrar con diálogos sin apenas relato diferente del que realizan los que hablan. Muy recomendable (salvo el final, que ya lo he dicho, pero...).
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