Me gustó mucho el principio y pensé que ya era hora que alguien hiciera una parodia del género negro.
Julia, la protagonista, tiene vocación de escritora y escribe casi tan bien como la autora de la novela que reseño, pero mientras consigue que le publiquen su primera novela malvive trabajando para una editorial que realiza publicaciones por entregas. Hipocondriaca, adicta a todo tipo de pastillas y a las web de Internet sobre todas las enfermedades posibles cuyos síntomas asume, está a punto de tener un golpe con el coche contra otro vehículo y lejos de encontrar la muerte que ve cerca, salva la vida del conductor contra el que casi colisiona, alérgico a las abejas, pinchándole un antiestamínico. Un episodio aparentemente trivial que la liga a Viktor Sokolov y que la lanza de lleno al mundo de los espías, el tráfico de obras de arte, los asesinatos, las mafias... todo de todo en el mismo libro que pierde paulatinamente el humor y se me acabó haciendo infumable no se si porque lo abandoné y retomé varias veces o porque realmente no hay quien se crea que en tan poco tiempo y con una personalidad como la de Julia puedan pasar tantísimas cosas, que parece que se han juntado varias películas en el mismo libro y ganas me daban de animar a la protagonista a buscar un hueco en su agenda y llevar la contraria al título para que acabara la cosa aunque fuera en tragedia.
Y el caso es que me gusta como escribe Carmen Conde. Me explico, me gusta cómo compone las frases y los párrafos y cómo cuenta las cosas y describe a las personas pero es que la trama se me hizo absolutamente increíble, que ni en clave del humor que prometían sus primeras páginas y que luego no vi por ningún lado, pude con ella. Que lo acabé pero por lo cabezona que es una con los libros, que me cuesta horrores dejarlos, que si no...
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