"A los diez años, dormía al lado de un ataúd que Padre le regaló a Abuela cuando cumplió setenta y tres años".
Así comienza este libro autobiográfico del primer autor chino con el que me atrevo y que me ha gustado mucho. Que no os asuste lo del ataúd porque entre las cosas buenas del libro, que tiene muchas, destaca un sentido del humor que lo hace más atractivo.
Todavía en plena revolución cultural china y con la omnipresencia del Partido Comunista ordenando la vida (y la muerte) de los ciudadanos, estando prohibidos los entierros entre otras cosas para habilitar espacio en las ciudades, el padre del autor, al que se refiere simplemente como Padre, se ve obligado a elegir entre el cumplimiento de las directrices políticas y la legislación vigente que obliga a incinerar los cadáveres y la voluntad de su madre de ser enterrada en su aldea natal con absoluto respeto a las antiguas tradiciones chinas que obligaban a enterrar a sus muertos con toda la parafernalia de rigor.
El pobre Padre hace equilibrios sobre la cuerda floja para ser el buen hijo que la ancestral tradición familiar le ordena sin que se entere el Partido, al que además pertenece, bajo la mirada crítica de su propio hijo pequeño, el autor del libro, que era el jefe de los pequeños guardias rojos en su escuela y que también duda entre el cariño a su familia y el deber de delación al que le obliga su militancia.
La cotidianeidad del choque cultural de las directrices comunistas con las supersticiones antiguas y la distancia del autor que escribe ya en Estados Unidos años después revisando las impresiones de las vivencias que tuvo de niño así como el punto de humor con que trata determinados sucesos hacen el libro muy atractivo para mí ya que a partir de un hecho aparentemente anecdótico y privado es capaz de hacernos ver la incidencia en las personas de ideas que acaban siendo destructivas para los individuos. No oculta el hambre, el miedo, la represión, si bien no es una mera crónica. A veces incluso nos puede la trama casi negra con las trampas, sobornos y ocultaciones en que tienen que incurrir para ocultar la decisión de planificar el futuro entierro de la cabezona abuela que no se apea del burro. La idea de la abuela influye en toda la familia, en sus relaciones y sus tensiones y girando sobre ella vamos conociendo un día a día de la familia, de la ciudad y de parte de un país en una época de la que por entonces Occidente no sabía mucho ya que al fin y al cabo estaba al otro lado del muro y en la otra punta del mundo.
Os lo recomiendo encarecidamente. A mi me ha gustado un montón.
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