Con lo que me aburrió mi última lectura de 2018, este "Invierno" me comenzó pareciendo hasta entretenido y eso que no pasa absolutamente nada más que el tiempo, tanto el cronológico como el atmosférico. Bueno, eso y el protagonista cortando leña para su chimenea durante casi las 218 páginas del libro, que no se cómo puede considerarse ecologista, que si dura un poco más el invierno deja Montana sin madera. Debe ser la cultura americana neorrural masculina apasionada de las motosierras, que no me dice nada bueno.
La obra es una especie de diario que escribe el autor en el lugar al que han llegado con Elizabeth, su pareja, desde Texas de donde eran originarios. Escribe en el invernadero en los ratos libres que les deja la búsqueda de árboles caídos y el tiempo que pasa haciéndolos leña para calentarse en los días de invierno que se aproximan ya que "Winter is coming".
El autor es menos de campo que un semáforo y comienza el libro buscando un lugar donde vivir lejos de la ciudad y tan lejos llegan que casi acaban en Canadá. Consiguen que les dejen una cabaña en un lugar llamado Yaak en Montana, que imaginaba idílico hasta que lo encontré en Street View, aunque supongo que los bosques serán impresionantes.
El protagonista, que, pese a compartir la experiencia con su pareja, se olvida de contarnos qué hace Elizabeth mientras él se dedica a cortar leña y comadrear con otros hombres del valle intentando que no resulte demasiado evidente su escasa adaptación al medio y bebiendo y viendo el fútbol en el bar de la localidad. Hasta la página 169 sólo la menciona de pasada y es para animarla a jugar al pinacle con otras mujeres que están de bajón invernal, al contrario que ella que parece llevarlo estupendamente, aunque no sepamos qué está haciendo. Imagino que pintando porque es pintora. De hecho son suyas las ilustraciones del libro, cosa de la que me he enterado buscando los datos de la edición, porque el autor no dice ni mú de que su mujer colabore en su obra, si bien incluye una frase suya que es la que más me ha gustado del libro: "Es como si fuéramos el viento mismo".
Es un diario un poco raro y estando en un lugar con una naturaleza exuberante y casi salvaje no describe demasiado los lugares por donde se mueve. Se ocupa algo más de las personas pero no demasiado en profundidad ya que son hombres taciturnos y poco comunicativos que ayudan sin que se lo pidan pero que no piden ayuda. No hay teléfono, tienen que desplazarse varios kilómetros para comunicarse o comprar. Esto último casi como en Quero, aunque no tengamos nieve y eso nos facilite algo los desplazamientos.
Parece ser que Rick Bass, el autor y protagonista del libro, es defensor de los bosques primigenios de los EE.UU. Supongo que llegaría a ese compromiso tras varios inviernos consiguiendo leña para su chimenea. Lo que está claro es que le gusta la soledad y no necesita mucho comunicarse con los demás, así que en el Yaak Valley será feliz. Yo para unas vacaciones de verano a lo mejor, pero para subirme por las paredes ya tengo el comedor de mi casa.
En fin, que como tampoco hace falta leerlo de corrido, pueden leerse algunos capítulos del diario para relajarse sin pensar mucho, pero también os podéis aburrir como ostras o igual soy yo que no necesito dejar la ciudad para volver a la naturaleza.
De todas formas no veo yo que escriba este hombre de manera tan extraordinaria como para compararle con los grandes escritores americanos con los que se le ha equiparado. Pero, para gustos...
Este libro me llegó en el paquete de Bookish de diciembre en el que se incluía, dadas las fechas, una bolsita de Christmas Tea (siempre incluyen bolsitas de té o de alguna otra infusión en sus cajas), aunque té, lo que se dice té no se si llevaba porque me lo acabo de tomar a las cinco y aunque olía estupendamente al montón de hierbas que lleva me dejó un regusto empalagoso bastante alejado del té y además es desteinado. Pero he aprendido una palabra porque dice que es una "infusión ayurvédica de especias", un tipo de medicina india y que ayuda a reducir Vata y aumentar Pitta, temas de elementos y humores y esas cosas. A mi lo único que ha hecho es ponerme mal cuerpo. Seguiré con tés más normalitos y menos ayurvédicos y añado la etiqueta de "Bonitos palabros" a la entrada, aunque no creo que la vuelva a utilizar en la vida.
En la caja también se incluía una tarjeta con una ilustración de Catarina Alvez muy bonita pero que no creo que como dice el folleto refleje "la soledad de una vida apartada de la civilización, vivida al margen de la tecnología y las comodidades que brinda la urbe".
A mi me parece más una niña pija de vacaciones en Saint-Moritz cotilleando con unos prismáticos. Y eso por los ocho copos blancos que ha pintado, que si no parece más de otoño por las hojitas, la bufanda y los guantes. Pero, que cada quien es cada cual para ver lo que quiera.
A mi me parece más una niña pija de vacaciones en Saint-Moritz cotilleando con unos prismáticos. Y eso por los ocho copos blancos que ha pintado, que si no parece más de otoño por las hojitas, la bufanda y los guantes. Pero, que cada quien es cada cual para ver lo que quiera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario